No era un partido más en la carrera deportiva de Gabriel Barbosa. Más allá de ser la final de la Copa Libertadores, era su oportunidad de terminar de relanzar su carrera. Hace dos años era uno de los atacantes con menos prestigio del mundo, objetivo de burlas en Europa, pero al llegar al Flamengo logró reencontrase con su mejor versión y en el Estadio Monumental de Lima terminó de decretar su transformación al anotarle dos goles a River Plate.
“Gabigol”, ese delantero que pese a su apodo marcó un solo gol en el Inter en la temporada de liga 2016/17 y ninguno con el Benfica, llegaba a este duelo ante River con 22 goles en 26 partidos del campeonato nacional, además de 7 goles en 11 partidos en el certamen internacional con Flamengo. Sin embargo, su partido empezó antes del pitazo inicial, con un detalle que no es muy bien visto en el mundo del fútbol: tocó el trofeo al salir al campo de juego.
Tras protagonizar ese gesto que está popularmente asociado a la mala suerte, su actuación no fue nada buena. Estuvo incomodo, contenido constantemente por Martínez Quarta y Pinola, impreciso en los pases, mal en los apoyos, poco efectivo al presionar la salida del rival y generando poco peligro. Su rendimiento difería mucho de todo lo bueno que había mostrado a lo largo del torneo.
Y cuando parecía que sería una tarde negra en la historia del Flamengo, apareció “Gabigol” para convertirse en héroe. En el minuto 42, marcó el empate al empujar a la red un centro cruzado del uruguayo Giorgian De Arrascaeta. Un gol esperanzador que forzaba el tiempo extra. Pero no sería necesario jugar la prórroga, porque cuatro minutos más tarde, ya en tiempo de descuento, fue el autor del tanto que dio al Mengão su segundo trofeo de campeón de la Copa Libertadores tras el conseguido en 1981.
Como si eso no hubiera sido suficiente para el atacante que solamente tiene 23 años, en los últimos instantes del partido el árbitro chileno Roberto Tobar le mostró la tarjeta roja (ya lo había amonestado por quitarse la camiseta para celebrar el primer gol).
Fue una jornada frenética para un jugador que al llegar al fútbol europeo, después de un auspicio inicio de trayectoria en el Santos y de ganar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Brasil 2016, vio como su carrera se oscurecía. Un delantero que necesitaba recobrar su prestigio para volver a hacer honor a su apodo. Un artillero que, pese a las creencias populares, tocó la Copa Libertadores antes del partido y con sus goles permitió que sus compañeros la eleven al cielo en los festejos.
LOS GOLES DE GABRIEL BARBOSA EN LA FINAL DE LA COPA LIBERTADORES
MÁS SOBRE ESTE TEMA: