Se cumplirá un año desde que el talentoso tenista británico Andy Murray se sometió a una cirugía de reconstrucción de cadera para ponerle punto final a los intensos dolores que lo persiguieron durante un largo tiempo.
El Abierto de Australia había sido su último torneo antes de la operación y seis meses después ya había vuelto a las canchas logrando la victoria en Queen’s en dupla con el español Feliciano López. En singles, reapareció en agosto en Cincinnati.
El tenista de 32 años comenzaba a tomar ritmo en la competencia y disputó algunos torneos más de forma individual como el China Open, el Masters de Shanghai y el ATP 250 de Amberes. En 2016 supo ser el número 1 del mundo, hoy sin embargo, ocupa el puesto 126 del ranking ATP.
“Estaba bastante deprimido, eso es seguro”, reconoció Murray en una entrevista con The Times durante ese período de seis meses (de enero a junio) en los que estuvo apartado de las canchas.
“Fue un período realmente difícil para mí porque no fue tanto la lesión en sí misma. Estar herido puede ser frustrante, pero el problema que tuve fue conmigo todos los días, durmiendo y caminando”, aseguró el británico que siempre estuvo acompañado por su familia.
El ex número 1 del ranking ATP detalló que pese a los dolores que sufría en la post operación, debía poner “cara de valiente” para sus hijos, pero su esposa, Kim Sears, sabía por lo que estaba pasando.
Con respecto a su relación Murray confesó que su estado de ánimo después de la cirugía pudo haber afectado negativamente a su matrimonio, pero que sin embargo, Sears estuvo en todo momento para apoyarlo.
“Hubo mucha tensión en nuestra relación, solo porque estaba deprimido todo el tiempo. Ella ha sido brillante y probablemente sería bastante egoísta, solo en términos de pensar en mí mismo y en cómo me siento todo el tiempo y no darme cuenta del impacto que tiene en todas las personas que me rodean”.
Pese a vivir una rehabilitación “mucho más larga y dolorosa” que cualquiera a la que se haya sometido antes, Murray aseguró que "realmente cambió mi vida por todo tipo de razones, no solo por jugar al tenis, sino también cuando me arrastro para jugar con mis hijos. Eso no lo podía hacer antes. No era tan placentero jugar con mis hijos como lo hago ahora.
“El día que desperté tenía mucho dolor. Tenía un dolor horrible. Probablemente fue solo alrededor de seis a ocho semanas después, cuando la hinchazón y las cosas comenzaron a calmarse y la cicatriz comenzó a sanar, que comencé a no sentir dolor cuando caminaba, y esa sería la primera vez en probablemente tres años", concluyó.
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