El desafío más difícil de Berti Vogts tras ser campeón del mundo: cómo juntar las dos alemanias en una sola selección

Su equipo venía de ser campeón en Italia 90 con un plantel repleto de cracks, pero sin representantes del lado comunista. Las dificultades que planteaba contar con nuevos jugadores llegados desde el este.

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Lothar Matthaus y Rudi Voeller
Lothar Matthaus y Rudi Voeller celebran el triunfo frente a Argentina en la final de la Copa del Mundo de Italia 1990. La selección alemana campeona aún no contaba con ningún jugador proveniente de la llamada Alemania Democrática (RDA)

El 8 de julio de 1990, en el Estadio Olímpico de Roma, la selección argentina fue testigo privilegiado del nuevo título mundial alemán –en aquel momento, el tercero de su historia-, al ganarle 1-0 la final con un penal que Sergio Goycochea no pudo detenerle a Andreas Brehme después de que Diego Maradona devolviera a la pantalla los insultos que partían de buena parte de las gradas y con el árbitro mexicano Edgardo Codesal en primera plana.

En medio de la euforia desatada por los alemanes, su entonces entrenador y acaso principal estrella de su rica historia futbolística, Franz Beckenbauer, lanzaba una de sus habituales frases grandilocuentes: “Ahora que somos campeones, con la llegada de los jugadores provenientes de la que era Alemania del Este, seremos invencibles”.

Ese equipo alemán, campeón del mundo, aún no contaba con ningún jugador proveniente de la llamada Alemania Democrática (RDA), y el gran desafío para el sucesor de Beckenbauer, que dejaba el cargo tras dos finales consecutivas (México 1986 e Italia 1990), el ex zaguero internacional y ex compañero del Kaiser, Berti Vogts, era integrar a las nuevas figuras provenientes de la “Oderliga”, la liga de lo que había sido la otra Alemania.

Berti Vogts fue asistente de
Berti Vogts fue asistente de Franz Bekenbauer en la selección campeona del mundo del 90 y luego quedó como entrenador del equipo hasta 1998. (Shutterstock)

No era tan solo un tema futbolístico sino cultural. En 1961 se había decidido construir desde RDA un muro para frenar la huida hacia el lado occidental, el de la República Federal (RFA). Cada país tuvo su liga y su selección nacional. La TV tuvo un papel fundamental en esos años porque el 95 por ciento de los amantes del fútbol se reunían a las 18 en punto para ver los resúmenes de la Bundesliga y cambiaban de canal al partido que estaban viendo de la liga de la RDA.

El futbol en la RDA no tuvo, de todos modos, el apoyo que sí tuvieron en atletismo o la natación, más rentables desde el punto de vista de la imagen hacia el exterior. Aún así, la RDA llegó a ser subcampeona en los Juegos Olímpicos de Seúl, conquistando 102 medallas.

En ese contexto, el fútbol de la RDA tuvo un período de esplendor en los años setenta, los más fuertes para el país. Fue cuando el Magdeburgo, con su goleador Sparvasser (el que le haría el gol del triunfo a la RFA en el Mundial 1974), llegó a ganar la Recopa europea ante el Milán en 1974 y la selección olímpica cosechó medallas en tres Juegos Olímpicos consecutivos (1972, 1976 y 1980)

Las protestas contra el poderoso Erich Honecker que habían comenzado a fines de los setenta por la empeorada situación económica tuvieron su correlato en los estadios de la RDA con un creciente hooliganismo y había malestar de los clubes con el favoritismo gubernamental con el Dínamo Berlín, controlado por Erik Milke, jefe de la Policía política, la Stasi. Con todas las chances para fichar a los mejores jugadores y los árbitros a favor, este equipo ganó diez ligas consecutivas entre 1979 y 1988. Hasta hubo un jugador que pagó con su vida el haberse querido pasar a occidente, Luch Heidemberg, que aprovechó un partido europeo para escapar y se cree que el accidente de tráfico que le costó la vida en 1983 tuvo relación con la Stasi.

En 1961 se había decidido
En 1961 se había decidido construir desde RDA un muro para frenar la huida hacia el lado occidental, el de la República Federal (RFA). Cada país tuvo su liga y su selección nacional. La imagen es de octubre de 1976.

Dinamo de Berlín era un club politizado desde 1953. La Stasi, que controlaba al equipo, obligó a los jugadores del Dínamo Dresden a fichar por el Dínamo de Berlín pero no logró sacarlo campeón hasta 1979.

Dinamo Dresden era afiliado a la Policía de Alemania del Este. Ganó la liga en 1953 pero luego sufrió el éxodo obligado de jugadores. En 1971 ganó Liga y Copa siendo el primero en hacer doblete. Llegó a ganar la Copa siete veces, las mismas que el Magdeburgo y son los que más veces la ganaron. También ganó ocho ligas. Tras la reunificación, fue a la Primera de la Bundesliga y ahora en categorías regionales.

Así como el Magdeburgo fue el único en ganar una copa europea en aquellos años, el Carlzeiss Jena, conocido también como Motor Jena, pudo llegar a las semifinales de la Recopa europea en 1961, cuando fue eliminado por el Atlético Madrid, que luego sería el campeón y en 1981 llegó a la final de este mismo certamen ante el Dínamo de Tibilisi tras eliminar nada menos que a la Roma, al Valencia y al Benfica, pero acabaron imponiéndose los ex soviéticos. Este equipo también ganó tres ligas alemanas así como el Futbol Club Fracfurt Oder, que cambió varias veces de nombre, ganó seis. Otro de los destacados de los torneos de la RDA fue el Lokomotiv Leipzig, que si bien nunca ganó la liga en los 43 años en los que se disputó, fue campeón por cuatro veces de la Copa y llegó a otras tres finales y en 1987 llegó a la definición de la Recopa europea, cuando cayó ante el Ajax de Frank Rikjaard, Dennis Bergkamp y Marco Van Basten.

El caso del Dínamo Dresden es digno de mención. Llegó a ganar ocho ligas y siete Copas y llegó a ser uno de los equipos más potentes de la RDA pero tras la reunificación, los jugadores se fueron masivamente a los equipos de la RFA por mucho mejores pagas. En 1990 se organizó un torneo especial por la reunificación y se llevó el título ganando en la final al todo poderoso Bayern Munich. Fueron a la primera en la Bundesliga pero varios descensos y problemas económicos lo mandaron a las categorías regionales aunque el público no los abandonó y hasta en los peores momentos llegaron a llevar entre 20.000 y 30.000 personas en su estadio como locales.

Si el Dínamo Dresden no ganó más títulos seguidos en la Oderliga no fue precisamente por su culpa sino que sucumbió a los deseos de Erich Mielke, el hombre más temido de la RDA, ministro de Seguridad y máximo responsable de la Stasi, la Policía política, y tan apasionado por el fútbol que eso lo llevó a presidir al Dínamo Berlín entre 1957 y 1989. “Los éxitos futbolísticos evidenciarán, de manera más clara todavía, la superioridad de nuestro orden socialista en el ámbito deportivo”, sostenía el funcionario, citado en el capítulo “Dinamo Berlin, el club de la Stasi”, del excelente libro “Futbolítica”, del periodista catalán Ramón Usall.

Franz Beckenbauer, estrella histórica del
Franz Beckenbauer, estrella histórica del fútbol alemán y técnico de la Alemania de 1990 solía decir luego de la Caída del Muro: "Ahora que somos campeones, con la llegada de los jugadores provenientes de la que era Alemania del Este, seremos invencibles”.

El Dínamo llegó a depender del Ministerio de Seguridad y estaba en las categorías inferiores pero la necesidad de que Berlín tuviera un gran club derivó en un decreto de 1954 que obligaba a fichar a los principales jugadores del Dínamo Dresden y así pudo llegar a ascender a Primera y a la obtención de su primer título, la Copa de 1959 y a tener cierta preponderancia, hasta que los jugadores se fueron haciendo veteranos y el Dínamo bajó a Segunda en 1967.

Ya en 1966, Mielke vio la situación y decidió escindir al fútbol del resto del club y lo llamó BFC Dínamo, aunque los éxitos tardaban en llegar hasta principios de los años Setenta, cuando el Bayern Munich dominaba en Europa y el Dresden, en la RDA.

En junio de 1978, cuando ya el Dínamo Dresden ganó su quinto título nacional, a Mielke se le terminó la paciencia y entró furioso al vestuario de su rival diciendo que el año siguiente todo sería para el Berlín, y así sucedería y ganaría todo hasta 1988 aunque con sospechosos arbitrajes y complicidades de las autoridades dirigenciales.

Claro que cuando el Dínamo Berlín salía a competir por Europa, no tenía los mismos resultados y en una oportunidad, fue humillado por el Werder Bremen por 5-0. La supremacía local por medios políticos se evidenció en 1986 cuando el Lokomotiv quiso disputarle el título. En la fecha 18, Leipzig recibía al Berlín, que fue beneficiado con un penal inexistente en el minuto 95 y eso desató la ira popular. El que pagó fue el árbitro, Bernd Stumpf, castigado con dureza. El equipo era recibido en toda RDA con banderas como “el campeón de las trampas”. El Berlín jugaba ante 2000 espectadores, mientras que el Dresden lo hacía ante más de 30.000

Tras la caída del Muro de Berlín, Mielke cayó en desgracia y el Dínamo perdió sentido hasta que en 1990 pasó a llamarse FC Berlín pero tuvo competencia en el Hertha, el club del oeste de la ciudad y del equipo popular de la zona este, el Unión Berlín. Recién en 1999, y con graves problemas financieros, cambió otra vez de nombre hacia BFC Dínamo.

Si bien recién el 13 de diciembre de 1990 llegó la recomendación de la FIFA para que la Federación Alemana (DFB) aceptara a los jugadores procedentes de la RDA, más de un año después de la caída del Muro de Berlín, ya muchas de las estrellas del otro torneo alemán habían cruzado para jugar en la Bundesliga. Justo en ese tiempo, había aparecido en la RDA una generación brillante que tenía como abanderado a Matías Sammer, quien sería galardonado como Balón de Oro en 1996, y jugaría en la selección alemana reunificada desde la Eurocopa de Suecia en 1992, cuando los teutones llegaron a la final ante Dinamarca.

Matías Sammer, figura de la
Matías Sammer, figura de la selección de la Alemania oriental no tuvo problema en destacarse en la nueva selección de la Alemania reunificada. Muchos de sus compañeros no tuvieron esa suerte (Shutterstock)

Sammer había participado del partido que RDA había perdido en Austria 3-0 ante el local que la dejó afuera de lo que habría sido su segundo Mundial, el de Italia 1990, al que habría arribado apenas con un empate, pero en aquel cotejo en Viena, apenas seis días después de la caída del Muro de Berlín y entonces ya muchos sabían que el trecho de esta selección sería muy corto.

Cuando se jugó el Mundial 1990, ganado por la RFA, la Cámara Popular de la RDA ya le había puesto fecha a la reunificación, el 3 de octubre, aunque la selección nacional se despediría tres semanas antes, el 12 de septiembre ante la Bélgica de Enzo Scifo y Michel Preud’homme. Fue un amistoso que, en realidad, estaba pautado como oficial, como parte de la clasificación para la Eurocopa 1992, pero ya no tenía ningún sentido.

Para esa época, casi todos los internacionales jugaban ya en la Bundesliga y nueve de ellos optaron por no acudir a la convocatoria. Ese día, los once iniciales de RDA fueron Schmidt, Schobler, Peschke, Wagenhaus, Schwanke; Sammer, Stubner, Wosz, Scholz, Bonan, y Rosler. Sólo sirvió para que Sammer, futuro Balón de Oro en 1996, marcara los 2 goles de su equipo en la despedida. “Estamos un poco melancólicos”, explicó entonces el DT alemán. Ese partido se jugó en el estadio de Anderlecht ante la apatía general.

Con la reunificación de la Liga Alemana, sólo fueron admitidos dos equipos de la RDA en la Bundesliga, el Hansa Rostok y el Dínamo Dresden. El resto fue a categorías inferiores y ahora no hay ninguno en Primera.

Vogts, el entrenador que pasaba a reemplazar a Beckenbauer tras el Mundial de Italia, trató de ser sincero en una larga entrevista con la revista alemana Kicker: “Hay muy buenos jugadores que vienen de la RDA pero en este momento, con lo que tenemos somos campeones del mundo y hay varios jugadores por puesto, así que será difícil la competencia para ellos, aunque es un lindo desafío”.

Además de Matías Sammer, reconocido como el mejor de su generación e inmediatamente estrella del Borussia Dortmund y campeón y figura de la posterior Eurocopa de Inglaterra en 1996, aparecían otros grandes jugadores desde la RDA como Andreas Thom (del Dínamo Berlín al Bayer Leverkusen), Ulf Kirsten (centrodelantero que pasó del Dresden al Bayer Leverkusen), Frank Rohde y Thomas Doll (los dos, del Berlín al Hamburgo), Uwe Weidemann (volante ofensivo que venía del FC Rot Weiss Erfurt y que pasó al Nuremberg en 1990), Reiner Ernst (del Berlín al Kaiserlautern), André Kohler (del Bismuth Aue al Eintrach Francfurt), Axel Kruse (delantero del Hansa Rostock, al Hertha Berlín), Jorg Stübner (Dinamo Dresden y Sachsen Leipzig, al FC Neubrandesburg), Perry Brautigam (arquero del FC Carl Zeiss Jena, al FC Nuremberg), Dariusz “Darek” Wosz ( polaco nacionalizado alemán, del Halleschen FC Chemie, al Bochum, y Rico Steimann (volante del Chemnitzer, al Colonia).

De todos ellos, apenas el líbero Sammer, que aún jugaba en su primer equipo de la Bundesliga, el Stuttgart, el centrodelantero Thomas Doll y Andreas Thom, segunda punta, formaron parte del plantel alemán unificado que viajó a Suecia para la Eurocopa 1992, y más tarde, Kirsten integraría el plantel para estados Unidos 1994.

Lo trató de explicar bien Vogts, en sus primeros días de trabajo, con miras a la Eurocopa 1992 y al Mundial de Estados Unidos 1994: “Sammer, Doll, Kirsten o Thom son muy interesantes pero esta selección es la mejor del mundo ahora y aunque hay más para ver, les va a resultar difícil competir con los Voller, Klinsmann o Riedle pero también con los occidentales de la Bundesliga que no están en Italia como Stefan Kuntz o Ralf Sturn”.

“También tengo mucho en el medio con Hassler aunque en la RDA está Rico Steinmann, y tengo al veterano Andy Moller. Incluso está Wosz pero en su lugar tengo a Olaf Thon y hasta a Pierre Littbarski todavía si se recupera de una grave lesión. Y como arquero está Bautigam pero tengo a Bodo Illgner, Auman y Koepke. Como líbero, una alternativa a Manfred Binz podría ser Heiko Peinschke, del Jena, pero es tan difícil…tengo super abundancia de jugadores”, comentó el entrenador y ex jugador alemán.

Tiempos de una Alemania que con la reunificación, se vio abrumada de cracks para su selección nacional, comandada por su capitán y estrella, Lothar Matthäus.

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