Daniel Koellerer inició su carrera como tenista profesional en 2002 y llegó a ser número 55 del mundo, pero el austríaco siempre fue noticia por su accionar dentro del circuito. Insultos y fuertes intercambios verbales con árbitros, rivales e incluso aficionados fue algo recurrente en sus partidos, por lo que fue apodado Crazy Dani (Loco Dani).
En 2011 la ATP decidió suspenderlo “de por vida” por encontrarlo culpable de amañar encuentros. En una extensa entrevista Unbreakable Media, el ex deportista de 36 años develó la causa que lo llevó a beber alcohol por primera vez y sostuvo que nunca arregló un partido. “Dentro de 50 años, cuando me queden solo 3 minutos de vida, diré lo mismo. La ATP me expulsó y usó eso porque era el único modo de deshacerse de mí”, afirmó.
"Mis padres pensaban que era buena idea porque si haces deporte con 13, 14 ó 15 años no se te pasan cosas estúpidas por la mente como tomar drogas o alcohol. Por supuesto que yo tomé alcohol en mi carrera, pero empecé con 24 años y lo hice porque vi a Marat Safin beber antes de la final del Abierto de Australia de 2002”, comenzó su relato.
El ex tenista sostuvo que “si yo estaba entre el 150-180 del mundo y no subía en mi ranking, él que va a jugar una final en Australia y apenas puede andar sobre sus dos pies, no podía ser tan malo. Él perdió aquella final. No podía ganar porque estaba muy borracho. Era increíble. Lo celebró la noche anterior como si fuera su cumpleaños. Safin tenía tanto talento que podía hacer eso”.
Safin empezó ganando aquella definición del Abierto de Australia tras imponerse por 6-3 en el primer set, pero Thomas Johansson logró darlo vuelta y adjudicarse el título tras ganar los tres siguientes por 6-4, 6-4 y 7-6 (4), tras casi tres horas de partido.
“Yo también jugué una vez borracho en Alemania, pero nadie lo sabía", sostuvo.
Sobre la decisión de la ATP de echarlo del circuito en 2011, Crazy Dani sostiene su inocencia. "Dentro de 50 años, cuando me queden solo 3 minutos de vida, diré lo mismo. La ATP me expulsó y usó eso porque era el único modo de deshacerse de mí. A día de hoy aún no han dado pruebas de eso. Con el tipo con el que me acusan solo hablé con él por teléfono y me ofreció 130.000 euros por perder en primera ronda de Roland Garros. Se lo dije a la ATP, como también les dije que me ofrecieron 65.000 euros por perder en primera ronda de Kitzbuhel. Se lo dije”, aseguró el austríaco.
“Hubo tenistas que me señalaron a mí sin pruebas. Un chico que él mismo reconoció que jamás me había reunido con él, dijo que yo le llamé para amañar un partido. Si nunca me reuní con él, ¿cómo podía saber que era yo? Luego, a Wayne Odesnik la ITF le dijo que si me ponía en problemas le reducirían su pena por doping en 12 meses. Lo dijo él mismo. Me suspendieron y dos meses después jugó el Open de Australia. Después, volvió a dar positivo por doping. A mí, sin pruebas, me suspendieron para toda la vida", comentó con dolor quien tuvo su mejor etapa dentro del circuito profesional durante 2005 y 2006 en la gira latinoamericana de challengers en polvo de ladrillo.
Pese a todo lo que vivió, Daniel Koellerer aún siente pasión por el tenis: “Tengo varias operaciones en mis muñecas y otra en la espalda. Estoy muy lejos de poder ser un tenista, pero si mañana sonara mi teléfono me iría al primer torneo que pudiera. Es como el asesino que está en la cárcel, sabiendo que él no hizo nada y deseando que un día le digan que encontraron al verdadero asesino para poder salir. El tenis ha sido toda mi vida y sigue dentro de mi corazón”.
El día que Stefan Koubek lo tomó del cuello durante un partido
“Llegué a la final en un torneo y me enfrenté a Koubek, que es austríaco como yo. El psicólogo me dijo que no importaba si ganaba o perdía, solo que no dijera nada. Perdiendo 3-2 en el primer set me puse a llorar porque estaba destrozado por dentro. Aguanté y no me retiré. Cuando estaba 3-1 abajo en el segundo set, Koubek me dijo que me iba a comer, que iba a morderme. Le quebré de vuelta y no le dije nada, sólo que le duró muy poco el break. No sé qué le pasó, pasó cerca mío y se volvió loco. Empezó a estrangularme y me dijo que no debía decirle que era un maricón. Yo no le dije nada. El supervisor estaba delante y confirmó que no le dije nada, pero me expulsó porque era yo”.
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