Eliud Kipchoge dejó grabado para siempre su nombre en la historia del atletismo aunque a un costado tendrá un asterisco que sembrará por siempre el debate en torno a su registro. El keniata logró lo que ningún hombre antes: bajar las 2 horas en una maratón. Completó los 42,195 kilómetros en 1:59:40.2 en una prueba que se realizó en Viena, Austria.
Sin embargo, su récord no es oficial y la polémica ya recorre el mundo. La Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) decidió no homologar la marca ya que no es un evento que haya sido organizado por ellos y no pudieron controlar las diferentes condiciones en las que se desarrolló la carrera.
La cita fue denominada INEOS 1:59 y fue impulsada por esa empresa que patrocina al corredor africano. A decir verdad, no fue una maratón como estrictamente se conoce a esa prueba: Kipchoge corrió solamente contra él mismo, el tiempo y las condiciones climáticas, con diversas ayudas ideales para quebrar las barreras.
Entre otras circunstancias, el deportista que cumplirá en los próximos días 35 años estuvo acompañado por lo que se denominan “liebres”. Un grupo de 41 atletas de primer nivel estuvieron junto a él a lo largo del recorrido para marcarle el ritmo y ayudarlo a nivelar las condiciones del viento. Estos acompañantes se organizaron en grupos de siete que cada cinco kilómetros se fueron intercambiando. También delante de él iba un vehículo que le marcaba por intermedio de un láser la velocidad objetivo sobre el asfalto.
Para anunciar la carrera se espero a tener precisiones sobre las condiciones climatológicas en Viena. Recién durante los últimos días se informó que sería este sábado a la madrugada de Austria en un rango horario que iba desde las 5 de la madrugada hasta las 9 de la mañana, aguardando el momento ideal para comenzarla. Finalmente, cuando el reloj indicó las 8:15 comenzó la carrera sin viento y con la temperatura en 9°, la cual se elevaría hasta los 11° al final del trayecto estipulado. Todo bajo control, ya que el rango pretendido era de entre 7° y 12°.
Ante unas 60 mil personas según informaron los medios austríacos, Kipchoge utilizó estas precisiones para correr a un promedio de 2 minutos y 50 segundos el kilómetro. A veces más unos segundos más, a veces unos segundos menos.
Como si todo este contexto no fuese suficiente, el keniata también utilizó un calzado Nike credo específicamente para él y este desafío, las Next%. Amortiguan más la planta del pie y le ponen menos peso a la parte superior para favorecer un mayor retorno de energía y darle mayor comodidad a la pisada. Una creación científica que incluye una placa de fibra de carbono y se ocupó de todos los detalles, hasta en los cordones ligeramente inclinados hacia un lado para aliviar la presión en la parte más sensible del empeine.
El circuito dispuesto en el parque Prater de Viena tampoco fue elegido casualmente. Una recta larga de 2,150 kilómetros con rotondas al principio y al final para sumar en total 9,6 kilómetros por vuelta. Entonces, debió acumula 4,4 vueltas para alcanzar los 42,195 estipulados internacionalmente en una maratón. Partes de la avenida principal fueron pavimentadas nuevamente para dejar una superficie impoluta. Nada librado al azar.
Estas mediciones, ayudas o compañías, como quieran llamarlas, no le quitan mérito al increíble trabajo del hombre más rápido del mundo en una maratón oficial o no oficial. Porque Kipchoge, además de esta gesta, es también el dueño del récord mundial en maratón homologado por la IAAF con un tiempo de 2:01:39 logrado el 16 de septiembre del 2018 en Berlín, Alemania. Tampoco se debe menospreciar lo ocurrido en Austria porque ya había intentado quebrar las dos horas en condiciones similares en Monza (Italia) durante el 2017 pero había fallado por 26 segundos.
“Estuve en la luna y regresé. Los últimos 200 metros, los últimos 30 segundos, fueron el mejor momento de mi vida: estaba haciendo historia. ¡Soy un hombre feliz!”, declaró el campeón olímpico en Río 2016. Desde el sitio oficial de la IAAF lo felicitaron, pero informaron: “Su carrera de hoy no será ratificada como un récord mundial, pero será recordada como uno de los mayores hitos pioneros en la historia del atletismo”.
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