El conflicto que pone en jaque un negocio millonario de la NBA y vuelve a enfrentar a China y Estados Unidos

El comisionado Silver jugó fuerte a favor de USA y los “principios NBA”, incluso contra su gran negocio y el mercado por el que tanto trabajaron durante veinte años. Una crisis generada por un tweet.

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El comisionado Adam Silver, el
El comisionado Adam Silver, el "gerente general" de la NBA, quedó en medio de un conflicto originado en un tweet que hace peligrar una alianza millonaria.

Por Julián Mozo

“Houston, tenemos un problema”.

La histórica frase dicha por el astronauta Jack Swigert, en abril de 1970, y recreada por la película Apolo 13 protagonizada por Tom Hanks, podría servir para titular un conflicto que, claro, en esta ocasión es tan grande que se queda corto… Habría que sumarle otro protagonista y reformular la frase. “NBA, tenemos un problema”.

Casi 50 años después de aquella fallida misión lunar, en este otro mundo dominado por las redes sociales se necesitó apenas un tweet con 39 caracteres para dinamitar una relación que la NBA había necesitado 20 años para construir y cimentar. El amor entre la mejor competencia del planeta y el gigante mundial del momento (China) atravesaba su mejor momento. Hasta el viernes pasado, cuando Daryl Morey, prestigioso general manager de los Rockets, se levantó en Tokio luego del vuelo que lo había traído de ver cómo su equipo abría la pretemporada en China ante Shanghai Sharks y se le ocurrió pegar una foto y apretar el botón twittear. “Lucha por la libertad. Apoya a Hong Kong”, decía lo que se animó a publicar Morey luego de ver situaciones y charlar con personas influyentes durante su visita a China, país acusado de violar las libertades individuales de las personas. Fue una bomba. Digital. Pero una bomba al fin…

Primero para China y sus autoridades, que llevan décadas en una disputa cada día menos silenciosa con Hong Kong, país que pretende más que la autonomía política, social y económica que ostenta hoy en día (su territorio aún pertenece a China). Segundo, para los Rockets, que se convirtieron en el equipo más popular en aquel país desde la histórica irrupción de Yao Ming, el mejor jugador de la historia china, el recordado pivote de 2m29 que se convirtió en la estrella de Houston entre 2002 y 2011. Tercero, por ende, para la NBA, cuya agresiva política global tiene a China como epicentro para fortalecer un negocio multimillonario que no para de crecer. Y cuarto, para los millones de fanáticos chinos que tiene a la NBA como su liga de cabecera y se sintieron traicionados con el tweet de Morey. Un combo explosivo que amenaza con volar por las nubes una relación de amor y, por ende, dejar herido de muerte a este matrimonio ¿por conveniencia?

Dos grandes de la NBA:
Dos grandes de la NBA: Kobe Bryant y el primer jugador chino en llegar a la NBA, el gigante chino Yao Ming .

Tilman Fertitta, el nuevo dueño de los Rockets, reaccionó lo más rápido posible cuando vio el tweet de Morey. Llamó a su empleado, lo “sacudió”, le hizo ver las consecuencias que tendría el posteo en un momento de plena tensión social en Hong Kong y, de paso, se lo hizo borrar. No lo echó, como habría pasado con el 99% de los empleados de cualquiera otra franquicia, porque Morey es uno de los directivos más brillantes de la competencia y, además, un nombre pesado. Morey revolucionó la NBA desde hace unos años. Pero no siendo jugador o entrenador. Lo hizo desde las oficinas. Amante de las estadísticas avanzadas que hoy dominan la liga, las llevó a tal extremo que diseñó el juego de sus equipos a partir de los análisis que arrojaban los números, sin importar la tradición y la estética del deporte. Concluyó, por cuestiones matemáticas y de productividad, que es mucho más redituable tirar de tres que de dos. La teoría indica que se arriesga sólo un poco más y el beneficio es bastante mayor (un punto). Así desechó el lanzamientos de media distancia y armó planteles con James Harden como líder (ideal para este esquema) y siempre repletos de tiradores. Tal fue el cambio que generó que ese estilo de juego fue llamado “Moreyball”. La evolución métrica del directivo dio resultados en la cancha y se quedó corta sólo porque enfrente se encontró con los Warriors, uno de los mejores equipos de la historia. Entonces, por todo esto, echarlo a Morey habría tenido un gran costo. En todo sentido. También porque hablamos de Estados Unidos, hoy “enemigo” de China y sus valores. Básicamente sería “priorizar el negocio por sobre la libertad de expresión”, comunicaron los especialistas consultados por Fertitta.

El dueño de los Rockets buscó desactivar la bomba, pero nunca pensó que sería tan complejo. Lo primero que hizo, por la misma vía que Morey, fue aclarar que la opinión de su director deportivo no expresaba la voz de la franquicia. “No somos una organización política”, escribió. Pero, claro, eso fue un vaso de agua en medio de un incendio. El escándalo escaló demasiado rápido, sobre todo del lado chino. La Asociación China de Básquet que preside justamente Yao Ming cortó relaciones con los Rockets. Dos sponsors fuertes de la franquicia, la marca deportiva Li Ning y el banco Shanghai Pudong, comunicaron que pausarían el vínculo y, en una decisión que ya atañe directamente a la NBA, la empresa Tencent Sports, que hacía poco había renovado su vínculo por seis años (y ¡1500 millones de dólares!) para subir contenidos y transmitir los partidos de la competencia, anunció que ya no harían streaming de los juegos de Houston. Un impacto económico enorme teniendo en cuenta que 500 millones de chinos- según reportes de NBA- vieron las últimas finales entre Golden State y Toronto Raptors. Un socio estratégico clave que, de repente, se transformaba en enemigo…

James Harden de los Rockets
James Harden de los Rockets tira de tres frente a Wang Tong de los Sharks de Shangai en el partido del 30 de setiembre, cuando aún no había estallado el conflicto. Bob Levey/AFP

¿Tan así? Sí, tan así. Al menos es lo que se vio en las redes sociales chinas, sobre todo en Weibo. Muchos fanáticos de la NBA escribieron que no serían más fans de los Rockets y a tal punto llegó el extremismo que un hincha fue detenido luego de postear una foto en la que amenazaba con prender fuego una camiseta de Houston. Para los Rockets, China es una mina de oro. Desde hace años pelean cabeza a cabeza en popularidad con los Warriors y LeBron. Tan hondo caló el fanatismo gracias a Yao que, en la década del 2000, compañeros de Ming se hicieron ídolos en tierras chinas. Le pasó a nuestro Luis Scola, ladero de Yao en sus mejores años. Luifa fue contratado por la empresa ANTA y, cuando dejó la NBA, fue fichado por dos equipos de la ascendente y poderosa (económicamente) liga china. Incluso, en este último Mundial, se pudo ver el fanatismo que tienen por Scola.

No alcanzó ni siquiera con la retractación de Morey. “No tenía la intención de que mi tweet causara ninguna ofensa a los fanáticos de los Rockets y amigos míos en China. Sólo expresé un pensamiento, basado en una interpretación, de un evento complicado. Desde ese tweet he tenido la oportunidad de escuchar y considerar otras perspectivas”, dijo dando a entender que se había apurado sin conocer a fondo el conflicto aunque, es verdad, nunca ofreció disculpas directamente. “Siempre aprecié el apoyo significativo que nos brindaron los fanáticos y sponsors chinos, y espero que quienes estén molestos sepan que ofenderlos o malinterpretarlos no fue mi intención. Los tweets publicados son míos y de ninguna forma representan a los Rockets o a la NBA”, completó Morey. Tampoco apagó el fuego que las dos estrellas del equipo, James Harden y Russell Westbrook, hayan ofrecido disculpas y comentado que “aman China”, en clara defensa hacia el negocio que ellos –y muchas otras figuras- tienen con China. En el gigante asiático sólo pedían una medida: el despido de Morey. Y como no llegó, ni tampoco convenció –por ahora- la reacción de la NBA, el consulado chino en Houston atacó duramente al GM y el diario comunista por excelencia en China avivó más la llama con un editorial extremista. “No puedes hacer dinero en China mientras insultas al país. Está claro que los Rockets tienen dos caras: hacer dinero con China, por un lado, y atacar al país por el otro”, escribió uno de sus periodistas.

Este régimen chino se ha caracterizado por exigir sin miramientos, cuando algo no le gusta. Lo hace con todos, incluso con Estados Unidos y sus empresas más importantes. Y siempre (o casi), para evitar que se afecten los negocios y los millones recibidos, todos se han amoldado a esos pedidos. Sin concesiones ni grandes respuestas. Hace un tiempo, por pedido expreso del gobierno chino, Google eliminó los resultados de búsquedas sobre la masacre de Tiananmen, Linkedin acordó censurar contenidos antigubernamentales para seguir en línea en China y hasta Apple eliminó canciones en favor de la democracia y borró la bandera de Taiwán de su biblioteca de emojis en iOS. Hace horas, en otro escándalo mediático, el gobierno de Xi Jinping también logró “bajar” los episodios online de la serie animada South Park, crítica de su régimen y, supuestamente, hasta burlona hacia el presidente Xi (aparece un personaje llamado Winnie De Pooh, mascota que se utiliza en redes para burlarse de él). Sus creadores Trey Parker y Matt Stone se lo tomaron con humor. “Al igual que la NBA, damos la bienvenida a los censores chinos a nuestros hogares y a nuestros corazones. A nosotros también nos encanta el dinero mucho más que la libertad y la democracia. ¡Larga vida al gran Partido Comunista! ¿Estamos en paz ahora China?”, declararon en tono de burla.

La presión para el comisionado Adam Silver y la NBA llegó de todos lados. También desde su país y su gente. Empezando por Donald Trump, quien está en las antípodas, en todo sentido, de China, su gran enemigo ideológico y comercial del momento. Por eso no fue extraño que, en vez de intentar calmar las aguas, aprovechara la ocasión para atacar el nuevo líder económico del mundo. No sorprendió que políticos de su partido (y también de la oposición, hay que decirlo) salieran a pegarle a China y, en especial, a la NBA y a los Rockets. Consideraron una “vergüenza” que una competencia tan poderosa se haya retractado, en vez de defender la democracia, reflejada en el pensamiento de Morey. Ted Cruz, senador republicano por Texas que aseguró ser hincha de los Rockets, dijo estar orgulloso de Morey, pero no de la NBA. “Me encantó que opinara sobre el tratamiento represivo que el Partido Comunista Chino les da a los manifestantes de Hong Kong. Pero no que La NBA, en busca de dinero, se retractara vergonzosamente. Los derechos humanos no deberían estar a la venta y la NBA no debería estar ayudando a la censura comunista”, pegó. Rick Scott, otro senador republicano, en este caso por Florida, fue en la misma línea. “La NBA está más interesada en el dinero que en los derechos humanos. Es vergonzoso cómo se inclina hacia Beijing para proteger sus intereses”, escribió. Tom Malinowski, congresista por Nueva Jersey, fue más allá, hablando de que “China utiliza su poder económico para censurar el discurso en Estados Unidos y no lo podemos soportar”, publicó. Desde los demócratas, pese a las diferencias ideológicas y políticas existentes, el discurso fue similar. “China está usando su poder económico para silenciar a los críticos, incluso en nuestro país. Estados Unidos está obligados a liderar con nuestros valores y hablar en favor de las protestas pro-democráticas en Hong Kong, y no permitir que los ciudadansilveros americanos sean intimidados por un gobierno autoritario”, pegó Julián Castro, candidato demócrata a presidente. Beto O’Rourke, otro peso pesado del partido, sacudió a Silver y compañía: “Por lo único que la NBA debe disculparse es por su descarada priorización de las ganancias sobre los derechos humanos”, aseguró.

Donald Trump y el presidente
Donald Trump y el presidente chino Xi Jinping cuando se reunieron en Japón por el G20. Entre los tantos puntos de conflicto por la guerra comercial no se esperaba otro frente por la NBA.

Ante esta insoportable presión interna y externa, la atención pasó entonces a estar del lado de la NBA y la pelota (o fierro caliente) quedó en manos de Silver. Y como el primer comunicado sólo dio a entender que apoyaba la libertad de expresión de sus empleados, China redobló la apuesta y anunció que dejaría de transmitir todos los partidos de pretemporada, incluidos los dos de esta semana en sus tierras. Entonces, en su llegada a Japón, en la previa de otro amistoso de la NBA en tierras niponas, Silver volvió a hablar este martes, con la idea de “aclarar el tema porque reconozco que nuestro primer comunicado dejó a mucha gente confundida y enojada… Dejenme ser más claro sobre dónde está parada la NBA con respecto a este tema”. Primero mencionó las tres décadas de relación entre la liga y China en un intento por dejar claro que el mercado chino sigue siendo muy importante para la NBA. Recordemos que fue el gran David Stern quien comenzó con la avanzada hacia China en 1979, meses después de normalizadas las relaciones diplomáticas entre los países, cuando llevó a los Washington Bullets para un partido en la capital. En 2009, Stern fue uno de los pocos directivos del mundo que salió en la foto cuando se celebró, en Wall Street, los 30 años del nuevo acuerdo China-USA. Esa movida de Stern, un pionero que quedó en la historia por su visión y ejecución de la globalización de la NBA, no tuvo avances por un par de décadas hasta el arribo de Ming como figura impulsora de la NBA en China. Allí, a mediados del 2000, la misión se reactivó fuerte y comenzó a crecer una relación que ahora pasaba por su mejor momento. Hasta que Morey apretó “twitear”…

En este nuevo comunicado, el comisionado no anduvo con medias tintas. Dejó claro que “esto va más allá de hacer crecer nuestro negocio” y volvió a hablar de los valores históricos que ha defendido la NBA, “el respeto, la pluralidad, la igualdad y la libertad”. Y, sobre todo, hizo hincapié en un concepto, el de la diversidad, refiriéndose a que el 25% de los jugadores son extranjeros y que muchos provienen de diferentes etnias, religiones y géneros. Silver dejó claro que la NBA respeta a todos, incluyendo a China y las opiniones de sus ciudadanos, pero a la vez, a su manera, pidió que del otro lado también haya ese respeto. “No estamos en posición de regular lo que digan nuestro jugadores, empleados y dueños. No funcionamos de esa forma”, dijo en su frase más fuerte. Y cerró convocando a que el básquet sea el medio que permita que los fanáticos de la NBA, más allá de las diferencias, se unan por intermedio de un juego y su competencia.

La reacción de Silver va en la línea de lo que ha sido históricamente la NBA, una liga progresista que acompañó los cambios mundiales en materia de derechos y relaciones humanas. Desde cuando permitió que Magic Johnson jugara un All Star (92) y luego volviera a la competencia tras haber contraído el virus HIV, pese a las dudas y las críticas externas e incluso internas (había jugadores que se oponían, como Karl Malone). La igualdad resultó siempre una bandera importante dentro de una liga dominada por los negros en un país con un marcado racismo. También permitió la voz de los gays, puntualmente del pivote John Collins, cuando anunció su condición en el 2013 bajo el título “soy negro, pivote NBA y gay”. Esto pasó también con otras orientaciones sexuales, con decisiones fuertes, como cuando le sacó a Charlotte el Juego de las Estrellas 2017 por una ley discriminatoria en el estado de Carolina del Norte, que obligaba a las personas transgénero a usar los baños públicos del sexo en el que había nacido (y no adoptado). “Los principios de esta liga son la diversidad y la inclusión, valores que queremos honrar en el lugar que celebremos nuestro All Star”, dejó claro Silver en un comunicado.

Está claro que Silver entendió que el actual problema es mucho más que económico y de estrategia de negocios. Por días, el comisionado trató de mantenerse al margen de la disputa que, en definitiva, tiene un enorme trasfondo ideológico y político. Pero se dio cuenta de que era imposible. Que este escándalo desnuda otros conflictos, otros interesantes y otros problemas. Entendió que el mensaje intimidatorio, cuasi mafioso, de un gigante mundial opositor a su país no podía ser aceptado y que tenía que salir a apoyar a Morey, más allá de que por dentro quisiera “matarlo” por su llamativo error. Silver sabe que, por cómo escaló el escándalo, ya tiene poco para ganar. Le quedó claro que debía tomar una decisión y lo hizo, sabiendo que del otro lado, más allá de los millones de dólares, hay una forma que no se condice con lo que defiende la NBA y que, sobre todo, si cedía ante la presión como otras grandes empresas, su pueblo y sus políticos podían darle la espalda. La NBA es una liga global, sí, pero esencialmente es un torneo estadounidense. Y enfrente está la China socialista. Silver se encontró en su mayor encrucijada y, ante los ojos del mundo, eligió el camino. El destino juzgará si lo bien o mal. Lo que está claro que la decisión no le saldrá barata…

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