Manu Ginóbili es el basquetbolista más importante de la historia argentina y muchos lo señalan como posible candidato a ingresar en el Salón de la Fama de la NBA, tras hacer historia en San Antonio Spurs, donde ganó cuatro anillos, participó en dos ocasiones del All-Star y se adjudicó el premio al Mejor Sexto Hombre en 2008. Además, dentro de su palmarés, se destacan una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, una medalla de bronce en Beijing 2008, un subcampeonato del mundo en Indianápolis 2002 y una Euroliga en 2001.
El escolta, elegido en el puesto 57 de la segunda ronda del draft de 1999, se convirtió en uno de los símbolos de la franquicia, la cual decidió retirar su mítico dorsal ‘20’.
Durante una extensa charla con su ex compañero de equipo Fabricio Oberto en DTMB, el bahiense rememoró su carrera y cómo la suerte puede ser determinante, al recordar un accidente de tránsito durante su luna de miel que pudo haber terminado con su vida.
“Hay que tener suerte de nacer en el lugar indicado; si nacía en Gondwana, no sé, no creo que haya jugado... Nací en Bahía Blanca, con padres que les gustaba el básquet, con hermanos que jugaron”, esbozó Manu.
Luego, agregó: “En 2004 casi palmo durante mi luna de miel. No me maté de pedo. Se me vino un auto de frente que pasaba a un camión en una curva. Me tiré a la banquina y empecé a derrapar. Podría haber matado a alguien, podría haberme estampado contra un árbol, me podía caer en un precipicio o darme de frente con él. Ahí no había un juego olímpico, no había más carrera. Era una moneda al aire. La suerte…”.
Este desconocido accidente sucedió luego de casarse en Bahía Blanca con su esposa Marianela Oroño y en la antesala de la preparación para los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, competencia que Ginóbili ganó junto a Oberto, Andrés Nocioni, Luis Scola, Pepe Sánchez y Carlos Delfino, entre otros.
En el inicio de la entrevista, el ex Spurs hizo foco en su rotundo cambio de vida, lejos de las presiones del mundo NBA. “Estoy viviendo una vida stress free total. No pienso en no dormir por un partido, o pensar en cómo jugar en ese partido. Me canso de pensarlo. Lo disfruté muchísimo la etapa de los playofss, los esperaba, pero creo que me saturé. Creo que llegué a un tope. Eventualmente volveré a jugar con mis amigos, pero hoy estoy en una etapa de desintoxicación, de desaturación”.
“Espero llegar a los 90 años. Puede pasar de todo, y mis objetivos pueden cambiar. Hoy están orientados a la crianza de mis hijos, en mi pareja, en mí… Trabajé mucho por 20 años y ahora disfruto de los frutos de esos años. Supongo que en algún momento se acabará esta magia, esta sensación, y volverá la inquietud de algún desafío más grande. Ahora estoy en un momento de paz total”, recalcó.
Para graficar sus actuales sensaciones, Ginóbili rememoró una anécdota luego de su retiro de la actividad profesional. “Los primeros dos meses hacía yoga, tenis... Pero un día llegué al gimnasio para cambiarme y digo ‘hoy no tengo ganas’. Me levanté y me fui. Vine a mi casa a leer, escribir. Es un privilegio increíble. A las 10:30 de la mañana ya no tenía ganas de “trabajar” y me vine”, sostuvo.
“Una vez que juego al tenis contra un amigo quiero ganar, y lo voy pinchando, pero no necesito tres horas de preparación, ver videos de lo que hice bien o mal. Eso era algo que me presionaba, o me generaba responsabilidad”, concluyó.
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