El Lionel Messi del primer tiempo fue el Messi de la incertidumbre. El que acumulaba apenas 123 minutos en la temporada, el que buscaba ritmo tras dos lesiones musculares que le minaron el arranque de la 2019/2020 (una en el sóleo derecho, la otra en el aductor izquierdo). Sin explosión, tomando malas decisiones, en el contexto de un equipo que fue superado.
El Messi del segundo tiempo dejó pastillas del mejor Messi. Con él encendido, un Luis Suárez goleador (anotó dos) y Arturo Vidal imprimiéndole otra agresividad al mediocampo en el rol de Busquets, Barcelona se despertó y revirtió el encuentro ante el Inter, por la segunda fecha de la fase de grupos de la Champions League: se impuso 2-1.
El astro argentino, de 32 años, reaccionó en la etapa complementaria para brindarle el desequilibrio que el conjunto blaugrana necesitaba para vencer al duro conjunto italiano, en el que brilló Lautaro Martínez (anotó el 1-0 parcial y canjeó la camiseta con la Pulga tras el cotejo). Antes de “reaparecer” en el partido, apenas había contabilizado dos remates bien direccionados, pero que marcharon inexorablemente a las manos del arquero.
En el 1-1, a los 58 minutos de juego, cedió para Vidal ante la resistencia de la defensa del Inter. El chileno centró para el uruguayo, quien logró una conquista de gran factura, con una volea rasante.
Y en el 2-1 edificó una finta de derecha a izquierda, un clásico de su repertorio. Cuando vio el hueco, tocó para Suárez, que direccionó hacia adelante el control, ganándoles un tiempo a sus adversarios, y definió con pericia.
Luego, ya sin el peso del resultado, Messi terminó de soltarse. Se hizo cargo del balón en los contragolpes, buscó acunarlo para frenar el intento de reacción de los milaneses. A los 86′, por caso, sus pisadas sin soltar el esférico provocaron que Skriniar, de un manotazo, le arrebatara la cinta de capitán. A los 88, desairó con un caño fabuloso a Kwadwo Asamoah, que levantó a la grada del Camp Nou. La acción mereció terminar en gol, pero el punta combinó con Suárez y la pared no finalizó con buena conexión.
Y 40 segundos después, Messi estuvo a centímetros de coronar su participación con un gol. Dembelé lo encontró dentro del área y, de frente a Handanovic, sacó un remate sin potencia, que controló sin problemas el arquero. Allí, la Pulga se sonrió, con un dejo de fastidio. Pero también por la sensación de que los superpoderes están regresando. Barcelona, de un inicio de temporada irregular, lo agradece.
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