"Me acuerdo el primer día que lo ví. Era febrero, era verano. Su tío, que había jugado en el club y en ese momento estaba en las categorías formativas, me vino a hablar y me comentó que su sobrino quería jugar. Recién habíamos comenzado y eran 4 ó 5 chicos. En ese momento, cuando agarró la pelota, lo primero que hizo fue tirarla al aro y moverse. Desde ahí me di cuenta que estaba delante de alguien que iba a crecer mucho".
Pasaron 32 años, pero él lo recuerda a la perfección. Ese día no fue uno más, fue el comienzo de una leyenda.
El encargado de develar esta historia es Adrián Amasino, el primer entrenador de básquet que tuvo Luis Scola. El ahora capitán de la selección argentina y candidato a MVP (Jugador Más Valioso) del Mundial de China inició su camino en el club Ciudad de Buenos Aires, a los 7 años.
Aunque el ahora coordinador de la escuela de básquet de la entidad de Núñez sostuvo que Luifa era "un chico normal, como todos los demás", afirmó que desde que comenzó a picar la pelota naranja mostraba cosas avanzadas para su edad, acciones similares a las que utilizó en esta Copa del Mundo para llevar al combinado nacional a una nueva final.
"Uno ya vislumbraba lo que era cuando se media con sus compañeros. Dentro de la cancha se notaba mucho la diferencia. Era un chico, pero mucho más maduro que el resto", remarcó Amasino en diálogo con Infobae. Y luego, no dudó: "Uno lo ve ahora de grande, los movimientos que hace debajo del aro o de sus piernas, y son los mismo que hacía de chico".
En Ciudad de Buenos Aires estuvo poco más de 5 años, y cada año que pasaba demostraba una evolución constante en la parte mental, técnica y deportiva. Scola llamaba la atención en cada partido que se presentaba, pero no por su estatura (a los 12 años superaba los 1.80 metros -más que lo que mide Facundo Campazzo-), sino por su talento innato.
"Era un adelantado para su edad. Al poco tiempo que empezó a jugar se lo pasaba a una categoría superior porque marcaba diferencia. Uno ya se imaginaba que podía llegar lejos. No todo lo que logró, que es impresionante, pero sí que iba a hacer una carrera importante, como llegar a una Selección", rememoró. Y, entre risas, agregó: "En ese momento, su sueño era jugar en la NBA, algo impensado para la época".
Scola cumplió con creces su gran anhelo. Aunque fue drafteado por San Antonio Spurs, su desembarco en la liga estadounidense se produjo en el 2007 con la camiseta de Houston Rocket. Luego pasó por Phoenix Suns, Indiana Pacers, Toronto Raptors y Brooklyn Nets.
Que brille en la elite mundial a los 39 años no es casualidad, desde niño ya buscaba superarse día a día y perfeccionarse, como hizo en la previa a China, entrenándose dos meses en soledad en un campo.
"De chico ya era competitivo, en el buen sentido. En ese entonces vivía en Palomar y se venía 3 veces por semana a Núñez a entrenar. No faltaba nunca a un entrenamiento ni a un partido. Creo que eso forjó su carácter. Se autoexigía y exigía a los compañeros", esbozó Adrián. "Cuando era Premini ya se quedaba siempre a entrenar con una categoría más grande", rememora el entrenador.
Amasino, en diálogo con Infobae, develó un dato poco conocido dentro de la carrera de Scola. La primera vez que representó a Argentina fue a los 12 años, durante un torneo en San José de Puerto Rico, denominado "Convive Mundial". "Fue en el año 92. Yo era el monitor del equipo y fuimos con un selectivo de capital", comentó.
Aunque Luis logró destacarse en un certamen en donde había chicos de España, Estados Unidos, Cuba y Puerto Rico, su primer aventura internacional no terminó de la manera ideal: volvió con una pierna enyesada.
A la hora de repasar los viejos tiempos, Adrián no duda en destacar dos anécdotas de ese niño Scola.
"El estaba en su último año de Mini y fuimos a disputar un torneo a La Pampa, donde nos enfrentamos a Independiente de Pico y Ferro. En la entrada en calor volcó una pelota y rompió el tablero. ¡Nos tuvimos que ir a otro club a disputar el partido!", rememoró con una sonrisa el director técnico.
Además de por su talla, el joven Luis se imponía por su talento dentro de la cancha. "Los nenes rivales creo que le tenían una mezcla de respeto y miedo. A esa edad varios equipos ya se lo querían llevar", sostuvo. Estuvo en Ciudad de Buenos Aires hasta el año 1993, su primero como infantil. Luego pasó a Ferro, donde brilló hasta llegar a la Liga Nacional.
"A la edad de Mini ya no le costaba volcarla. Durante un partido de local, en un contraataque, corrió hacia el aro y la volcó. Tras esa acción, el árbitro se me acercó y me dijo 'decile al 4 que no la vuelque más'. Él pensó que estaba burlándose de sus rivales, pero le dije que no era así, que era su forma de jugar; pero al juez no le importó y me recalcó que si pasaba de nuevo lo iba a sancionar. Durante un minuto lo separo a Luis y le cuento lo que sucedió. Obviamente, no me dio bolilla. A la siguiente jugada la metió hasta los codos y el árbitro le cobró técnica. Ahí se armó un revuelo…", rememoró entre risas Amasino.
A la hora de hablar de la exitosa carrera de Scola, él no esconde sus sentimientos, no puede contener la felicidad de ver a uno de sus "chicos" triunfar al más alto nivel.
"Veo sus logros y me emociono. Todo el mundo habla de él. Todo lo que logro a nivel profesional… uno lo escucha y se puede quedar mil horas escuchándolo, da gusto. Es una emoción gigante la que siento. Cuando nació los padres rompieron el molde", expresó.
Su primer entrenador, aunque lo vio de manera esporádicas en algunas oportunidades en los últimos años, le guarda un gran afecto y lo coloca dentro del olimpo de los atletas nacionales: "Es uno de los más grandes dentro del deporte argentino. El país es futbolero, pero si uno ve su trayectoria en la Selección… Es uno de los más grandes que hay, incluso que Ginóbili. No faltó nunca a ningún torneo con Argentina. Es uno de los grandes. Por ahí no se toma dimensión porque el básquet no es tan popular y hay gente que desconoce ciertas cosas pero es un gran deportista".
Defendiendo la camiseta del combinado nacional, Luis Alberto Scola ganó una medalla de oro en Atenas 2004, una medalla de bronce en Beijing 2008, fue subcampeón en el Mundial de Indianápolis 2002, campeón de la FIBA Diamond Ball en 2008, dos veces ganador del Campeonato FIBA Américas y medallista de oro en los Juegos Panamericanos de Lima 2019.
"¿Qué le diría? Si lo veo ahora a Luis lo abrazaría. A veces sobran las palabras", cerró un emocionado Adrián Amasino.
Hoy es noticia en todo el mundo. A sus 39 años se convirtió en un ejemplo de deportista y está a un paso de agigantar su legado. Su futuro es una incógnita -aún resta develar si seguirá unos meses más para ir en búsqueda de una presea en Tokyo 2020-, pero alguien ya depositaba sus esperanzas en él cuando solo tenía 7 años y recién comenzaba a dar sus primeros pasos en la cancha de Ciudad de Buenos Aires, que -de manera merecida- hoy lleva el nombre de Luis Scola.
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