"Claro que lo recuerdo", dice Joseph Blatter cuando se le pregunta por Oscar Ruggeri, abanderado de la teoría del complot en el Mundial de Estados Unidos 94. Y claro que no es así, añade: el doping de Diego Maradona fue tratado como se hubiera tratado el de cualquier otro jugador. Con un pequeño detalle: "La decisión la tomé yo".
El hombre que manejó la FIFA durante 17 años es incluso más que eso: es el hombre que le dedicó 41 años de vida al ente rector del fútbol mundial, del que fue también por muchos años secretario general.
El verano suizo arde -toda una rareza- cuando Blatter se sienta al aire libre en un restaurante de las afueras de Zúrich para hablar de todo y a fondo con Infobae: explica por qué se reclama inocente, por qué le molesta aún hoy aquella foto con los dólares volando sobre su cabeza, por qué Gianni Infantino ya no le contesta los whatsapp, por qué siente que Nicolas Sarkozy arruinó su plan maestro para el fútbol.
Y sigue. Cuenta por qué, pese a todo, sonríe y se siente cerca de Confucio, Sócrates, Mahoma y Jesús. Y por qué insiste en que le gusta más Lionel Messi que Cristiano Ronaldo, aunque aquello le costara una agria reacción de Florentino Pérez, el presidente del Real Madrid. Y por qué alguna vez Julio Grondona pidió la protección de Dios.
-¿Qué recuerda del doping de Maradona en Estados Unidos 94?
-Recuerdo que lo llamaron para el control tras el 2-1 sobre Nigeria. Recuerdo cómo se lo llevó de la mano rumbo al control una enfermera rubia. Julio Grondona me llamó por teléfono y me dijo: "¿Viste lo que pasó? ¡Sortearon a Maradona!". Y yo le dije que sí, qué por qué era importante eso. "Que Dios nos proteja", me dijo.
-¿Y qué más?
-El médico de la FIFA, Michel D'Hooghe, había regresado a Bélgica por razones familiares, pero por suerte mi médico personal estaba en Estados Unidos, en un congreso en una universidad de California. D'Hooghe volvería, pero fue bueno contar con Jiri Dvorak, que aún no trabajaba en la FIFA. Estuvo en en lugar indicado en el momento justo y se ocupó de la comunicación de crisis. Y hay que recordar que Maradona estaba en el Mundial con un médico propio, eso no hay que olvidarlo…
-No exactamente el mejor médico…
-Así parece. El presidente del comité organizador era Guillermo Cañedo, y el debate fue enseguida si debíamos ocuparnos del tema en esos días o si dejábamos la decisión para después del Mundial. Yo dije que debíamos decidir de inmediato. "En un caso como este debemos decidir ahora", dije. Yo tomé esa decisión, había que sancionarlo. Y así se hizo. Recuerdo aquella conferencia de prensa en la que nadie quería hablar, aunque al final lo hizo Cañedo…
-¿Es cierto que Joao Havelange, en aquel entonces presidente de la FIFA, tenía una posición más dura, que incluía la descalificación de Argentina al completo no solo en Estados Unidos, sino para Francia 98 también?
-No, no lo creo. Y, en todo caso, cuando se trata de un solo jugador solo se sanciona al jugador, y no a todo el equipo o a la federación. Eso era así, en el momento del "caso Maradona", y sigue siéndolo hoy. Yo estuve en el centro de esa decisión, porque no es un asunto del que se tuviera que ocupar el presidente, era un asunto para la administración de la FIFA. Y como secretario general yo era el jefe de la administración.
-Pasaron ya 25 años, ¿tuvo oportunidad de conversar el tema con Maradona?
– No, nunca lo hablamos, y eso que nos vimos unas cuantas veces. Él nunca me preguntó y yo nunca le dije nada.
-¿Se acuerda de Oscar Ruggeri?
-Claro que me acuerdo.
-Él dice que la FIFA quería a Maradona y la Argentina fuera del Mundial. ¿Pudo haber otro camino que no terminara en la sanción a Maradona?
-No sé cómo podría haberse hecho algo distinto… Maradona fue tratado de la misma manera que cualquier otro caso de doping positivo. Y para mí era un jugador fundamental, alguien que ayudó mucho al desarrollo del fútbol desde aquel gran Mundial juvenil que ganó en Japón en 1979.
Habla Blatter y arde Zúrich, una ciudad que no está preparada para una ola de calor. No lo está Suiza entera, de hecho. Si ya es difícil encontrar en alguno de sus 26 cantones un bar con aire acondicionado, mucho más complejo es comprender qué hace un ex presidente de la FIFA sentado ahí, al aire libre bajo una sombrilla, en vez de refugiarse en uno de esos salones oscuros y refrigerados que tanto frecuentó durante sus 17 años como rey del fútbol mundial.
Pero Blatter no se inmuta. A sus 83 años viste unas zapatillas deportivas que generan comentarios elogiosos de un comensal cercano y unas gafas ribeteadas de un verde fosforescente. Sonríe relajado, aunque en la memoria de todos los que lo rodean esté su tormentoso final como presidente de la FIFA, del que ya pasaron cuatro años. Nada. O una eternidad, depende de cómo se lo mire.
Mientras Blatter habla con Infobae en el restaurante Adlisberg, en la parte alta de la ciudad, unos obreros de la construcción se sientan en una mesa cercana. El calor, está dicho, aprieta. Beben cerveza y escuchan con disimulo parte de la conversación, pero se cuidan mucho de interrumpir o molestar. Solo una vez que la entrevista termina se acercan a un sonriente Blatter para hablar de fútbol.
El suizo extraña ese contacto con el "pueblo futbolero". Hasta hace cuatro años saltaba de estadio en estadio, los partidos de fútbol eran el centro de su vida, más allá de las intrigas políticas que son el día a día en la cúpula de la FIFA. Hoy, ve el fútbol por televisión. Sus días, dice, transcurren leyendo filosofía.
"Ya no tengo que trabajar, pero no puedo parar. Me he vuelto más filosófico, me eligieron dos veces como 'Humanista de año'. ¡Dos veces!".
-¿Más filosófico? ¿Qué hace hoy que antes no hiciera?
-Me intereso muy especialmente por los humanistas y filósofos que no escribieron, pero que influyeron mucho. Confucio, Buda, Sócrates, Mahoma, Jesús… Y todos ellos tienen algo en común: nos dicen que somos ángeles de paz, que debemos ser con los demás tan amables como queremos que los demás sean con nosotros. Y algo más: no juzguemos, no somos jueces. Confucio dijo algo más que es muy interesante: si alguna vez fuiste caballo no te transformes en burro.
Blatter no da puntada sin hilo. El "no juzgues" está destinado al Tribunal Federal suizo que tiene en sus manos el caso de presunta corrupción en la elección de Qatar 2022 como sede. Y lo de no transformarse en burro es casi un acto fallido: él fue caballo, imponente corcel pese a su escasa altura, toda su vida. Es Gianni Infantino el que hoy lo trata como si fuera burro. Y eso a Blatter le duele en el alma. No piensa olvidar ni perdonar.
-Hablemos de Michel Platini, que semanas atrás dijo que a Gianni Infantino nunca le interesó el fútbol femenino, que su entusiasmo solo es una puesta en escena. ¿Qué puede decir usted de eso?
-Me voy a abstener de formular juicios, pero es cierto que Francia hizo de este último Mundial un gran Mundial mientras Infantino estaba en Bahréin, en una conferencia de paz, junto a Jared Kushner, el yerno de Donald Trump. Dinero por paz, era el lema del encuentro. La federación palestina se quejó de que el presidente estuviera allí. ¿Qué hace el jefe del fútbol en un encuentro político económico?
-Dígalo usted, usted fue presidente de la FIFA
-No sé… Cultivar sus amistades.
-Alexander Ceferin, el presidente de la UEFA, cree que a Infantino le gusta demasiado la política. ¿Comparte esa idea?
-Sí.
-¿Pero no es inevitable que el fútbol y la política se mezclen? Una de las grandes alegrías de Infantino fue que el presidente argentino, Mauricio Macri, lo invitara en 2018 al G-20.
– …
-¿Entiende la pregunta?
-La entiendo muy bien, solo estoy buscando una buena respuesta… Era de esperar, y yo lo viví, que el desarrollo del fútbol en todo el mundo incluyera una gran fuerza económica, en especial desde la alianza con la televisión. Por eso es que es totalmente normal que un fenómeno como el fútbol incluya una dimensión política. Pero el fútbol no puede inmiscuirse en la política, debe mantenerse libre de influencia política. Es cierto, sí, que eso no siempre es posible, y yo mismo lo viví el 2 de diciembre de 2010, con la influencia política para la elección de la sede del Mundial 2022.
-Se refiere a Francia…
-Me refiero a Platini y al jefe de Estado francés. Acepto que el fútbol es un jugador en el partido de la política. ¡Un jugador! Pero el fútbol no puede dirigir la política. El nuevo presidente cree que el fútbol es una especie de director mundial, porque ve al fútbol como la mayor potencia del mundo. ¡Cree eso! Y ahora está en esa idea de que el fútbol, de que la FIFA debe ser tratada al mismo nivel que una organización de las Naciones Unidas, como la Organización Mundial de Comercio o la Organización Mundial de la Salud.
-Infantino dijo en el reciente congreso de París que esta es la nueva FIFA: una organización sin escándalos e invitada al G-20.
-Así es, eso es lo que dijo.
-Alguien podría decirle, "todo bien, señor Blatter, pero cuando usted era presidente quería el Premio Nobel de la Paz".
– Yo lo quería, pero no para mí, para la FIFA como institución.
-¿No lo quería?
-No, lo quería para la FIFA.
-Si se lo daban a la FIFA habría sido usted el que lo recibiera en un escenario grandioso…
-Seguramente. Trabajamos en forma conjunta con la Fundación Nobel. Teníamos un plan, que en 2010 se eligiera una sede del Mundial en Europa, en Rusia, y otra para Estados Unidos. Apretón de manos por la paz, era nuestro lema… Ese era el plan, y ese plan fue destruido con ese almuerzo en París.
-¿Esa fue la razón? ¿El almuerzo en París entre Nicolas Sarkozy, Michel Platini y…?
-El entonces heredero del trono de Qatar, que es hoy el emir: Tamim bin Hamad al Thani.
-¿Qué opina de la situación actual de Platini?
-Su suspensión se termina en octubre. Y él dijo ya que quiere volver. Y hay que decir que la intervención de la justicia francesa por el tema 2022 no es contra él, sino contra Sarkozy. No he tenido contacto con él, porque él cortó el contacto. Estaba convencido de que yo filtré el famoso pago de dos millones de francos suizos a la fiscalía federal suiza. Eso es una tontería, tampoco querría pegarme un tiro en el pie. Y es además ilógico que el caso esté en esa instancia, donde fue resuelto a nivel civil en 2011 para transformarse en penal cuatro años más tarde. Y hay muchas preguntas acerca de qué sucedió con las tres visitas del nuevo presidente a la fiscalía federal.
-¿Se refiere a Infantino?
-Gianni Infantino se reunió tres veces con el fiscal federal. De qué se habló es algo que no se sabe, no hay registros, pero las reuniones se produjeron, según todo indica, por el gran interés de Infantino. Incluso llegó a una de ellas en un jet privado directamente desde Qatar. Entretanto el caso ya no está en manos de la fiscalía, debido a su parcialidad. Ahora hay que empezar todo de nuevo, pero todo es incierto.
-¿Qué busca Infantino con estas reuniones?
-No se conoce el contenido, pero es seguro que lo que le interesa es mi caso y el de Platini. Esto usted lo sabe: el plan de Platini era ser presidente de la FIFA. Fue Infantino, su hasta entonces secretario general en la UEFA, el que asumió la presidencia de la FIFA. En aquel entonces dijo que si Platini regresaba él renunciaría de inmediato.
-¿Cuál es su situación con la justicia hoy?
–Se me abrió un proceso en septiembre de 2015 ante la fiscalía federal suiza, pero hasta ahora no se me tomó declaración. Lo único que sabemos es que se tomó declaración a la gente de Platini para saber cómo llegó a cobrar ese dinero, esos dos millones de francos suizos. Ese pago fue registrado en la contabilidad de la FIFA, se le descontaron las correspondientes cargas sociales y se depositó en un banco suizo. Fue un pago totalmente regular.
-Haber elegido dos sedes de Mundiales en un mismo día… ¿No es ése el mayor de sus errores?
-¿Por qué un error?
-Porque a partir de entonces todo se le complicó. No existe la máquina del tiempo, ¿pero haría hoy las cosas de otra manera, si pudiera?
-No se puede cambiar el pasado. Que se eligiera dos sedes en un mismo día fue algo que a mí me pareció bien, tanto deportiva como políticamente, por el consenso logrado entre Rusia y Estados Unidos. Teníamos 22 personas votando, dos miembros del comité ejecutivo ya habían sido suspendidos. Es algo que cambiamos de inmediato en 2011, porque era muy poca gente que decidía sobre algo demasiado importante. Pero eso no fue un error, quizás una equivocación. Una equivocación es cuando un plan no sale como se esperaba. Yo tenía un plan, y no salió.
-De vuelta a Infantino, ¿le gusta demasiado la política?
-La dirección de la UEFA piensa como yo. Hablo con dirigentes africanos y me dicen que yo fui un buen presidente y que hice mucho por África, que no lo olvidarán nunca Pero que ahora tienen más dinero y más lugares en el Mundial. Piensan solo en ese sentido…
-Pero usted también repartía dinero. Quizás Infantino tenga hoy más, pero el repartir dinero fue también clave en su presidencia.
-No se trata de eso. Vayamos a la votación para presidente que gané en 1998: ya entones teníamos contratos que nos aseguraban un buen dinero de la televisión para los Mundiales de 2002 y 2006. TV y Marketing, Havelange aportó eso. Y Havelange decidió que, al tener más dinero, cada federación recibiera un millón de dólares extra cada cuatro años para desarrollar el fútbol. Tanto Lennart Johansson como yo contábamos con eso cuando disputamos la presidencia. Mi gran aporte al desarrollo, en todo caso, fue haber llevado el Mundial a Sudáfrica.
Suele decirse que Blatter se casó con el fútbol, pero la verdad es que tuvo tiempo para otros asuntos además de la pelota. Se casó tres veces y tuvo múltiples parejas, y en las últimas ocasiones todas ellas fueron 30 años menores que él. Una de ellas, Barbara Käser, era la hija del entonces secretario general de la FIFA, Helmut Käser. Blatter había llegado pocos años antes al organismo rector del fútbol. Se enamoró de la hija de Käser, que se negó a asistir a la boda. Poco después de casarse con su hija, Blatter sucedió a Käser como secretario general de Havelange.
Blatter también salió con Graziella Bianca, amiga de su hija y entrenadora de delfines. Fue poco antes de la boda que le envió una carta entre desgarradora y kitsch al Papa Juan Pablo II por la imposibilidad de casarse por Iglesia tras sus dos divorcios: "Dios es el dios del amor. ¿¿Es esta Iglesia también la Iglesia del amor??".
La furia de Blatter con la Iglesia pasó pronto, porque aquel matrimonio no duró mucho. Su pareja hoy es Linda Gabrielian, de origen armenio y 28 años menor. La conoció cuando estaba casada, pero aquel matrimonio tenía los días contados. Blatter y Gabrielian no viven juntos, pero se ven con frecuencia.
-¿Está de novio?
-Sigo viviendo en la misma casa de siempre, aunque no en toda la casa. Y pago el alquiler, como lo hacía cuando era presidente de la FIFA. Paso el 80 por ciento del tiempo en Zúrich y un 20 por ciento con mi familia en Visp. Mis amigos dicen que podría almorzar tres veces por día de tantas invitaciones que recibo.
-¿Está enamorado?
-¡Sí! Sigo enamorado. Linda Gabrielian, ella vive en Ginebra.
-Entonces es Zúrich, Visp y Ginebra. ¿Todo con el tren?
-¡Todo con el tren! Siempre muy puntual. Si voy en auto a Visp necesito tres hras y 50 minutos. Con el tren, dos horas con el túnel a través de la montaña.
-Recientemente se celebró en Estocolmo el funeral de Lennart Johansson, su rival en la elección de 1998. ¿No querría haber estado ahí?
-Es que no me invitaron. Pero hice una entrevista con la televisión sueca y también escribí un tuit. Tengo 2,4 millones de seguidores en Twitter, muy pocos en Suiza pueden decir eso.
-Roger Federer puede, ¿lo ha tratado?
-Sí, cuando Johan Cruyff recibió el Laureus post-mortem. También conocí a sus padres. Pero esta año voy a ir a Basilea, un amigo de él, que organiza el torneo, celebra una gran cena con gente del deporte.
-¿Qué titular elegiría si pudiese resumir quién fue Joseph Blatter?
-Eso se lo dejaría a mis miles de críticos. Solo puedo decir que en mis 41 años en la FIFA me dediqué en cuerpo y alma al fútbol.
-¿Está en paz consigo mismo?
-Sí, me convertí en presidente a los 62 años, una edad a la que la mayoría de las personas se jubilan. Si miro hacia atrás y veo todo lo que pude vivir, lo bien que me fue, incluso físicamente, sin accidentes…
-Tres años atrás lo entrevisté en esta misma ciudad. Habló de las bolas frías y las bolas calientes con que la UEFA manipulaba los sorteos en la época de Artemio Franchi. ¿Hay algo errado en aquello que dijo?
-Mirando hacia atrás y con mi visión filosófica de hoy diría que me expresé un tanto exageradamente. Es un tema cerrado para mí.
Hay una imagen de los días finales de Blatter en la FIFA, una conferencia de prensa en junio de 2015 en la que un falso periodista lanza sobre su cabeza una nube de falsos dólares. Es una imagen icónica, que sigue apareciendo en los medios con cierta frecuencia cuando la historia tiene que ver con la corrupción en el fútbol. Una imagen que le retuerce el estómago a Blatter. Sus asesores hubieran deseado prohibir a publicación ese mismo día, pero no fue posible.
-Esa foto de usted en medio de una nube de dólares falsos que caen sobre su cabeza se sigue publicando hoy. ¿Qué puede decir sobre ese momento?
-Creo que es un asunto que no deja bien parados a los medios, tampoco a la predisposición de los periodistas a trabajar con seriedad el tema. Al fin y al cabo se trató de un acto al borde de la legalidad, una acción planeada por un diario sensacionalista británico. Teníamos ese día la sensación de que algo podía suceder, y por eso reforzamos las medidas de seguridad. Pero el hombre logró ingresar al auditorio de la FIFA con una credencial falsificada.
-¿Mantiene hoy contacto con gente que trabaja en la sede de la FIFA?
-Tengo contacto con gente que trabajó y que trabaja en la FIFA. También con miembros del comité ejecutivo. Dicen que todo cambió.
-Cambió… ¿para bien o para mal?
-El tenor de lo que me dicen es que antes ir a una reunión de a FIFA era una alegría y hoy es una obligación. Me lo dice gente que es hoy miembro del Consejo de la FIFA.
– ¿Está decepcionado con Infantino?
-El tema Infantino está en la justicia y no puedo hablar sobre un proceso en curso No debo ser yo quién evalúe a mi sucesor. Pero hubiera esperado más respeto y fair play de su parte, también que cumpliera su palabra. Al fin y al cabo, él me prometió que se iba a ocupar de solucionar los problemas pendientes. Lo que quiero de la FIFA, en primer lugar, es que corrija las noticias que lesionan mi honor y se restaure mi nombre.
-Usted intentó entablar contacto con Infantino, pero entiendo que no fue posible.
-Lo intenté, lo intenté. A través de terceros, escribiéndole directamente… Nada, ni una respuesta.
-Cuando usted menciona problemas pendientes, lo último que se escuchó fue acerca de los 80 relojes que le reclama a la FIFA.
-A mí lo que me interesa especialmente es que se deje de jugar con las cifras. Historias como esa que dice que junto con otras dos personas nos repartimos 70 millones de dólares. Todo eso es falso, hay que corregirlo. Lo de los relojes es una anécdota. Cuando lesionas el honor de un hombre, eso no se ve. Los relojes y otros objetos me los devolvieron en abril. ¡Ya era hora!
-¿Qué le pareció la explosión del fútbol femenino en el último Mundial?
-Confirmé que es una Eurocopa, no un Mundial.
-Lo mismo sucede en el Mundial masculino…
-Sí, pero acá eran siete europeos contra los Estados Unidos.
-¿Cree que las mujeres deben ganar en el fútbol al mismo nivel que los hombres? Como en el tenis, por ejemplo.
-Sí, sí, claro que sí.
-Está lejos de ser el caso.
-Lo sé, y no lo es porque el fútbol ha sido por sobre todas las cosas un deporte de hombres y sigue siéndolo hoy. El fútbol femenino se ha desarrollado, pero para alcanzar la potencia financiera del masculino… Hay otros deportes que pueden permitírselo. El tenis es un deporte individual, y aunque las mujeres juega menos ganan la misma cantidad de dinero. Y hay otros deportes, básquet, voleibol, donde todavía se puede.
-En la entrevista de 2016 dijo que Messi, al recibir en Brasil 2014 el trofeo al mejor jugador del torneo, musitaba "soy el mejor, pero no soy el campeón". ¿Sigue acordándose de eso?
-Sí, aún lo recuerdo.
-¿Cristiano o Messi? Ahora puede decirlo sin problemas.
-Les dije a los estudiantes en aquella conferencia en Oxford que los dos eran muy buenos, pero que Messi era el niño soñado por cualquier madre y Ronaldo más robótico. Cristiano no estaba feliz, ¡y mucho menos el presidente del Real Madrid!
-¿Qué le dijo Florentino Pérez?
-Es que yo soy socio de honor del Real Madrid…
-¿Sigue siéndolo tras aquello?
-Sí, me han resucitado (ríe). Florentino estaba muy enojado. "¿Cómo puedes tú decir algo así cuando eres miembro de honor del Real Madrid?", me preguntó. Yo le dije que era una cuestión de gusto personal por jugadores. Se enfureció más, me dijo que debía salir de inmediato a aclarar mis palabras. Poco después tuvimos la elección del Balón de Oro. Ganó Cristiano. El fútbol es eso, pasión.