La XXXVII edición del Maratón de la Ciudad de México se correrá el próximo domingo, cuando por primera vez se realice esta competencia bajo la administración de Claudia Sheinbaum como jefa de gobierno.
Un reto para nada menor a los que se ha enfrentado durante los primeros meses de su gobierno, pues se estrenará la Etiqueta Oro de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) y estará bajo la lupa luego de que en las ocasiones anteriores abundaran los corredores "tramposos".
Para ayudar a que más corredores pudieran terminar y pensando en que se puedan mejorar los tiempos en una ciudad nada propicia para ello, al estar ubicada a 2.250 metros de altura sobre el nivel del mar, se invirtió la ruta que partía de la plaza del Zócalo capitalino hacia el Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria.
"Además de la ruta, también estrenamos la etiqueta oro, somos el único maratón de Latinoamérica en presumirla y el reto es mantenerla; estamos optimistas, seguros de tener una gran carrera el domingo", dijo el director del maratón de la Ciudad de México, Javier Carvallo, a la agencia Efe.
Es así que la competición contará con unos 30.000 corredores, la mayoría recreativos, y una mirada de profesionales de categoría elite, quienes tratarán de aprovechar los beneficios de esta ruta que ahora comenzará en las inmediaciones del Estadio Olímpico Universitario.
Por la Avenida Insurgentes, una de las más emblemáticas de la capital, la carrera de 42 kilómetros 192 metros empezará con 10 kilómetros rectos con tendencia a la bajada, después de lo cual se desviará por diversos barrios de la Ciudad de México con pocas elevaciones.
La meta será en el Zócalo, la plaza pública más importante del país, en la zona histórica de la urbe.
Un ejército de unas 150 personas, desde la noche del jueves empezaron a laborar para a colocar vallas, que alineadas recorren kilómetros, pondrán el arco de la salida y meta, colocarán cables para el cronómetro, las bocinas y la música para ambientar.
Desde la versión 2018, el Maratón tuvo la certificación Evergreen, la cual recoge los temas ecológicos, y porque al final del evento se recogen todos los residuos y hay una empresa que hace separación de los mismos.
Recién el nuevo director general del Instituto del Deporte, Rodrigo Dosal Ulloa, en su calidad de presidente del Comité Organizador del Maratón de la Ciudad de México, firmó el convenio junto con el Consejo de Deporte Responsable, donde se compromete en suscribirse al Marco de Acción de Deporte por el Clima de las Naciones Unidas, y ser de esta forma la primera carrera de 42.195 kilómetros de América Latina que adquiere esta responsabilidad.
La carrera con más tramposos
Pero todos estos esfuerzos pudieran ser en vano si el próximo domingo se mantiene la tendencia de corredores que buscan hacer trampa. Según un reportaje de The Economist, este maratón se ha convertido en la carrera en la que más "corredores tramposos" o "corredores chocolates" han sido descalificados.
Tan solo el año pasado, 5.000 de los 28.000 participantes -que incluso terminaron la carrera- fueron descalificados por tomar atajos en las intrincadas y hacinadas calles de la capital mexicana o, incluso, por tomar el Metro para reducir tiempo y alcanzar mejores marcas.
Además de los corredores descalificados al final de la carrera, cientos más fueron separados a mitad de la competencia. "Ninguna otra carrera despoja a tantos corredores de sus lugares", destaca la revista.
The Economist explica que la mayoría de los corredores "chocolates" (falsos) son fáciles de localizar, pues cada uno lleva un chip que se detecta a través de los puntos de control electrónicos ubicados a lo largo de los 42 kilómetros de la justa, así que nadie se escapa del análisis de los jueces y las asociaciones internacionales.
Durante los seis años pasados, en cada edición de la carrera se entregó como medalla una letra de la palabra "México"; así, los corredores que participaron todos los años formaron el nombre del país.
Quizás la razón por la que cientos de corredores se inscriben sin la intención de correr, según Carvallo Chinchilla, quien dijo a The Economist que quizás las ganas de los corredores por completar la colección, fue perjudicial.