En el mundo del deporte cada vez son más las personas que han declarado su homosexualidad sin temor a las repercusiones que podrían presentarse en su carrera. Sin embargo, tomar esa decisión sigue siendo un asunto sumamente complejo, pues todavía forma parte de un tema que no es aceptado por la sociedad deportiva.
De acuerdo con la psicóloga Tania Rocha, especialista en la socialización del género, la dificultad de expresar la homosexualidad en un ámbito como el deporte se debe a que es un espacio "históricamente pensado para los varones y la manera en que se han elaborado las lógicas de competencia dejan fuera conductas que no son acordes a una idea de lo masculino".
A pesar de esa complejidad han habido casos en el mundo del deporte sumamente destacables como el de el boxeador puertorriqueño Orlando Cruz, quien salió del clóset en 2012 e hizo historia pues se convirtió en el primer pugilista en activo que se declaraba abiertamente gay.
A través de un comunicado, Cruz confirmó su homosexualidad y declaró: "Siempre he sido y seguiré siendo un orgulloso puertorriqueño. Siempre he sido y seguiré siendo un orgulloso hombre gay".
Otra de las dificultades, especialmente para los hombres, respecto a hacer explícita su homosexualidad, explica la doctora Rocha, es que ésta es leída por gran parte de la sociedad como un sinónimo de feminidad y una suerte de traición por parte de los varones a un modelo idealizado de masculinidad. Además, en el deporte esto representa "una confrontación directa a un espacio físico y simbólico pensado para varones".
Michael Sam fue el primer jugador en activo de la NFL en declararse abiertamente gay. En su momento, como jugador de St. Louis Rams y de Dallas Cowboys sintió apoyo por parte de la comunidad de su deporte. Pero al poco tiempo tuvo que retirarse del aspecto profesional.
En un inicio, incluso la NFL le mostró su solidaridad y aseguró que si alguien lo atacaba sería porque no tenía agallas. No obstante, los Rams lo sacaron de su equipo y aunque Dallas lo contrató, no jugó ningún partido de la temporada. Al final de su breve carrera, Sam declaró que se llegó a sentir utilizado.
Otro caso similar fue el de Justin Fashanu, delantero inglés que se convirtió en el primer futbolista en declarar su homosexualidad en 1990. Esto atrajo la atención de los medios e incluso fue la portada del periódico The Sun; sin embargo, también recibió muchas críticas por parte de los aficionados y de sus propios compañeros.
Su retiro fue prematuro, pues ningún equipo le hacía ofertas para ficharlo y a los 37 años se suicidó después de ser acusado por un adolescente de agresión sexual, la cual no pudieron comprobar por falta de pruebas, pero que dejó en él una profunda marca por parte de la opinión pública.
Muchos deportistas a los que se les ha cuestionado por el hecho de la complejidad de declarar la homosexualidad señalan que además de la estigmatización institucional, también influye el temor a la discriminación entre sus propios compañeros de equipo.
Al respecto, la doctora Rocha comenta que ésta se debe a la rigidez en cuanto a la concepción del género en el deporte y al hecho de que las identidades en este espacio se han construido sobre una base totalmente binaria en donde sólo pueden existir hombres y mujeres.
Esa rigidez, además, denota un miedo de los varones a la cercanía y a la expresión afectiva entre ellos, resultado del mismo proceso de socialización, a partir del cual aprenden normas que les demandan distanciamiento afectivo entre los varones, ya que se interpreta como algo femenino que da cuenta de su poca hombría.
Lo paradójico, sin embargo, es que es precisamente dentro del terreno de juego se pueden observarse acercamientos físicos y emotivos entre los hombres (besos, toqueteos, nalgadas, abrazos).
Es evidente que en la decisión también influye el aspecto cultural de los aficionados. El jugador del Arsenal de la Premier League de Inglaterra, Héctor Bellerín, mencionó que la experiencia para un jugador que se declara gay puede ser muy desagradable.
De hecho, el propio Bellerín ha sido objeto de insultos homofóbicos por haberse dejado crecer el cabello y su profundo amor por la moda: "La gente me ha llamado 'lesbiana' por dejarme crecer el pelo, pero he aprendido a tener una piel gruesa ante los insultos".
Entre las mujeres que deciden salir del clóset, comenta Megan Rapinoe, mujer lesbiana que es una de las referentes en la selección de fútbol femenil de Estados Unidos, sucede algo distinto: "En general, los deportes siguen siendo homófobos, por eso mucha gente no sale del armario. Pero en el deporte femenino si eres homosexual encuentras apoyo rápidamente en tu equipo".
La razón de que las mujeres encuentren solidaridad entre sus compañeras es contraria a la lógica rígida de la masculinidad tradicional, que desdeña ese tipo de expresiones. En tanto, el proceso de socialización para las mujeres no condena la intimidad y cercanía afectiva y física entre ellas.
Un punto que destaca la investigadora de la UNAM es que "la identidad femenina no se construye sobre la base de la homofobia, no existe una idea generalizada de que se le puede tener miedo a la cercanía con otras mujeres, lo cual sí ocurre con los hombres".
La imagen de los deportistas que deciden declarar su homosexualidad
En la actualidad, el hecho de salir del clóset, de acuerdo con expertos consultado por la revista Icon, de El País, puede ser un elemento que revalorice la imagen del deportista, pues los convierte en iconos de la comunidad homosexual y símbolos de un progreso necesario, algo que no habría pasado años atrás.
Billie Jean King, por ejemplo, fue una tenista que había ganado 39 grand slams, pero que en 1981, dos años antes de su retiro, declaró su homosexualidad y eso ocasionó que perdiera gran parte de sus acuerdos publicitarios, aunque siguió luchando por la igualdad de derechos en el deporte.
Incluso en 1990 fue elegida por la revista 'Time' como una de las 100 personas norteamericanas más importantes del siglo y en el 2000 entrenó al equipo femenil de tenis de Estados Unidos.
Para tomar la decisión de salir del armario en el mundo deportivo, un factor sumamente relevante, pero que no debería influir, es el momento de la carrera del profesional, ya que esto también influye en su impacto público.
Thomas Hitzlperger, jugador alemán que se hizo famoso en las filas del Aston Villa, de Inglaterra, tuvo bien presente este aspecto para declarar su homosexualidad, pues lo hizo posterior a su retiro y aunque mencionó que llegó a tener miedo de las reacciones éstas se minimizaron considerablemente, ya que no participaba en competencias oficiales.
Un caso contrario es el de las futbolistas mexicanas Stephany Mayor y Bianca Sierra, quienes son pareja desde 2013 y tuvieron que mudarse a Islandia para jugar profesionalmente allá, pues en ese entonces no existía liga profesional para mujeres en México y en ese país no recibirían críticas por su relación, lo cual sucedió en su nación.
De hecho, relata Mayor en un reportaje para The New Yorker, el director técnico de la selección mexicana femenil de aquel tiempo, Leonardo Cuellar, "antes de un apartido en Chipre explicó las reglas del equipo y ahí nos dijo: 'A mí no me importa si son novias o no, pero no las quiero ver agarradas de la mano o haciendo desfiguros'".
Para la jugadora fue duro: "Si lo piensas, no creo que le digan a un hombre de la selección mexicana que no bese o agarre a su novia cuando va con el uniforme".
Tania Rocha considera que estar o no estar en el clóset no es una cuestión meramente individual, mucho menos en un espacio con tanta exposición como el deporte. No se trata, dice la especialista, de si alguien es más valiente que otra persona o no.
Se requiere de que esa persona valore cómo es su contexto, por lo que la salida del armario no está marcada por un momento ideal sino que "cada persona lo hará conforme las circunstancias externas lo permitan, así como su propio proceso de autoaceptación en conjunción con el apoyo de la familia, de la pareja y de los amigos.