Desde el pasado martes, una catarata de noticias ha inundado los medios dando cuenta de la detención del astro francés Michel Platini, ex presidente de la UEFA y ex aspirante a la presidencia de la FIFA, hasta que en mayo de 2015 se desató el mayor escándalo de corrupción en el fútbol mundial conocido como "FIFAGate".
Platini estuvo detenido más de quince horas para evitar ser influenciado por otros testigos de la causa. Debió concurrir junto a su abogado al edificio del Ministerio del Interior, al noreste de París, donde funciona la Oficina Central para la lucha contra la corrupción y los delitos financieros y fiscales (OCLCIFF, por sus siglas en francés). Se trató de una "custodia técnica" según dejaron trascender fuentes policiales. Tras el prolongado interrogatorio, los abogados de Platini se encargaron de comunicar que "él ha explicado en forma precisa los hechos que lo superan, no tiene nada que reprocharse".
Este renacer de la investigación pone otra vez sobre el tapete a los reclamos de Inglaterra sobre que fue perjudicada cuando en 2010 se adjudicaron las sedes de los mundiales 2018 y 2022, en una elección simultánea e inédita para la FIFA, que nunca más volverá a repetirse según el pensamiento de su actual presidente Gianni Infantino.
Tras conocerse las investigaciones del FIFAGate, tanto EEUU como Inglaterra se hicieron eco de las denuncias de pagos de sobornos que habían postergado los sueños de organizar otro mundial de la FIFA. Ambos países figuraban entre los 10 candidatos para ser sedes.
Los norteamericanos fueron en parte "compensados" con la Copa América del Centenario en 2016 y ahora se postulan al mundial 2026 junto con Canadá y México. Mientras, Inglaterra evalúa postularse para el Mundial 2030, a 64 años desde que el astro Bobby Moore levantara el trofeo mayor en Londres 1966.
Tras esta nueva instancia con Platini en el centro de la escena, tal como si fuera un relato de terror del célebre Edgar Allan Poe, reaparecen las sospechas que parecían enterradas en la casa mayor del fútbol mundial. En 2015, en medio del estallido por corrupción y sobornos, el astro del fútbol había reconocido haber votado a favor de Qatar 2022.
Por entonces, el diario "The Daily Telegraph" publicó que Platini había desayunado con Bin Hamman, dirigente del fútbol catarí, poco antes de almorzar en el Palacio del Elíseo con Nicolás Sarkozy, entonces presidente francés, el hijo del Emir de Qatar y el primer ministro del país, en noviembre de 2010, un mes antes de la votación para adjudicar la Copa del Mundo 2022.
Tras las reuniones en París, Qatar Sport Investments (QSI) terminó comprando al club París Saint-Germain (2011), equipo favorito de Sarkozy y el hijo de Platini (Laurent) se convirtió en el director ejecutivo de una marca deportiva financiada por Qatar. Platini a modo de excusa dijo: "A mi hijo le han ofrecido trabajo los cataríes no porque sea mi hijo sino por ser un buen abogado". A fines de 2012, Hamman fue expulsado de por vida por el Comité de Ética de la FIFA por "conflicto de intereses" cuando era presidente de la Confederación Asiática de Fútbol.
Platini, quien fuera el mandamás de la poderosa confederación europea (UEFA) entre 2007 y 2015, desde hace 4 años viene cumpliendo una suspensión que le impide cualquier actividad y contacto con el mundo del fútbol, por decisión del Comité de Ética de la FIFA que le imputa el cobro irregular de 1,8 millones de euros. El octubre próximo expira esa sanción, pero ahora el panorama podría variar por sus implicancias con el mundo de la política.
El ex presidente de la Federación inglesa de fútbol (FA), el Lord David Triesman, sostuvo en un reportaje publicado por The Sunday Times, que los cataríes se sirvieron en 2010 de una trama operada por ex agentes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos junto a otros grupos de presión, para sabotear el proceso de elección de sede e imponerse a los otros países aspirantes.
"Si se demuestra que Qatar ha infringido las reglas de la FIFA, entonces no pueden aferrarse a la posibilidad de celebrar la Copa del Mundo. No estaría mal que la FIFA reconsidere a Inglaterra en esas circunstancias", afirmó Triesman. En tanto, Mark Palios, ex director ejecutivo de la FA, en declaraciones a la BBC de Londres, aseguró que Inglaterra posee los estadios necesarios para un torneo de esta magnitud, reafirmando que "podrían organizarse dentro del plazo. Por supuesto que el cambio de sede sería posible".
Más allá de los sobornos, la organización Human Rights Watch, elaboró un informe de 146 páginas titulado "Construir una mejor Copa Mundial" donde se ponen en evidencia violaciones a derechos básicos de los trabajadores que construyen los estadios del majestuoso Mundial Qatar 2022. Se denuncia que no se les reconocen derechos de agremiación ni de huelga, mientras se suceden numerosas muertes de inmigrantes, con un registro de más de 1200 muertos, a un promedio de casi un muerto cada dos días desde el inicio de las obras en 2012.
Para el estratégico y cambiante mundo del fútbol, no es descabellado pensar en un "plan B" ni descartar que el peso de las investigaciones en Francia obligue a la FIFA a mudar la sede de Qatar a Londres en 2022.
Sería un traspaso a un lugar menos exótico, más cercano y sin modificar el calendario natural de los mundiales, que jugaría a favor del nuevo paradigma de transparencia que pilotea Infantino. Ello además, serviría para alejar definitivamente los fantasmas de la corrupción que desde hace tiempo se esconden en el exuberante y caluroso desierto catarí.
Al fin y al cabo, parafraseando al historiador francés Alfred Wahl "el fútbol es un espejo de los problemas de nuestro tiempo".
- Abogado UBA-Director de Iusport.com Latinoamérica.