La detención de Michel Platini que hoy sacude al universo futbolístico (fue liberado luego de más de 12 horas) podría derivar en el mayor escándalo que jamás hayan transitado las instituciones pertenecientes al mundo de la FIFA.
La acusación que pesa sobre Platini, y por la cual las autoridades francesas habrán de retenerlo por algunas horas (o días), es consecuencia de una investigación iniciada por el fiscal Michael Garcia en el marco de lo que se llamó – y se perpetuó – como FIFA-Gate.
Es por ello que en junio de 2017, al momento de estallar todas estas sospechas, decíamos en Infobae que los funcionarios y empresarios ahora condenados por lo que resultó "lavado de dinero" no eran el objeto primordial de la investigación macro. Lo que Garcia y otros investigadores –miembros del FBI en receso de sus funciones en Washington para dedicarse a esta cuestión– buscaban era quiénes votaron por Rusia (2018) y quiénes, por Qatar (2022). Más aún, en que habían fundamentado su voto y si tal decisión podría configurar soborno y, como tal, si resultaría delito.
Un primer episodio se vivió el 6 de junio en pleno Congreso de la FIFA y antes del Mundial Femenino, cuando la policía francesa arrestó a las 8:30 de la mañana, en el hotel Berri de París, a Ahmed Ahmed (Madagascar), presidente de la Confederación Africana de Fútbol.
Según una denuncia de Amr Fahmy (Egipto), secretario general de esa misma confederación, Ahmed Ahmed habría colaborado para que Qatar obtuviera los votos suficientes para organizar el torneo mundial de 2022. Esta y otras acusaciones en su contra, vinculadas con prebendas empresarias ligadas al fútbol francés, determinaron su detención.
Es un hecho presumido que el detenido Ahmed Ahmed encabezó un golpe institucional en la Confederación Africana de Fútbol (56 países afiliados, 56 votos) contra Issa Hayatou (Camerún) en marzo de 2017 con el apoyo de Gianni Infantino (presidente de la FIFA) y Fatma Samoura, de Senegal (secretaria general).
Hoy, doce días después, en el marco de una investigación que puede tener su origen en la Justicia suiza, donde se investigan las cuestiones pendientes del verdadero FIFA-Gate, el poderoso ex presidente de la UEFA, desde 2007 hasta 2015, ha quedado a disposición de la Justicia francesa en una acción que anticipa imprevisibles derivaciones.
Qatar le ganó a los Estados Unidos por un par de votos la designación del Mundial 2022. Zinedine Zidane fue la cara visible del emprendimiento. Pero quien era presidente de la UEFA, Michel Platini, trabajó voto por voto a favor de Qatar a pedido de Nicolas Sarkozy, según explicaría después. También uno de sus hijos es funcionario del Comité Organizador en Doha.
Todo el proceso, sus inconsistencias e intereses fueron –y continúan siendo– investigadas en tiempo coincidente por el Mossad, el servicio de Inteligencia de Israel, toda vez que ese Estado considera a Qatar uno de sus más peligrosos enemigos. Y la información que fue recogiendo el Mossad la compartió con el FBI.
Es por esta razón que al momento de producirse lo que se conoce como FIFA-Gate, caen por "lavado de dinero" dirigentes de la Conmebol y de la Concacaf que no eran el objeto directo de la investigación, pero sus delitos resultaban tan graves y flagrantes (coimas por venta de derechos de televisión de sus federaciones, lavado de activos, etc.) que resultaría imposible para cualquier Justicia ordenada e independiente no proceder con el peso de la ley.
Para el FBI y el Mossad la tarea no ha concluido. Lo que fue saliendo a la superficie es apenas una minúscula acción para que los dirigentes sepan que ya se sabe todo sobre cómo actuó cada uno. Michel Platini abdicó de su candidatura a la FIFA prometida por Joseph Blatter para 2015 a cambio de dos millones de dólares "por asesoramientos especiales".
Puesto que este convenio entre los presidentes de la FIFA y de la UEFA no fueron jamás oficializados ni blanqueados, ambos fueron sancionados con la suspensión en sus cargos a instancias del Tribunal de Ética de la FIFA.
El informe del jefe de la investigación Michael Garcia contiene 990 páginas. Todos debieron declarar bajo "juramento y confidencialidad". Por su oficina desfilaron Blatter, Grondona, Villar… Todos.
Y aunque al principio hubo cierta resistencia a la "Cláusula de Confidencialidad", se ha cumplido estrictamente hasta hoy. Allí está todo bajo la responsabilidad de Garcia a cargo del Órgano de Instrucción. Una vez finalizada la reveladora investigación, el dossier le fue entregado al presidente del Órgano de Decisión de ese tribunal, Hans-Joachim Eckert, con la expresa solicitud de que se diera a conocer públicamente a través de la prensa. Pero Hans-Joachim Eckert se negó. Y Garcia entonces protestó la medida recurriendo al Tribunal de Apelaciones de la FIFA, que presidía Fernando Mitjans, presidente del Tribunal de Disciplina de la AFA.
El jueves 11 de diciembre de 2014, el Tribunal de Apelaciones falló sabiamente: no daría a conocer públicamente el Informe Garcia, pero giraría todas las actuaciones a la Justicia suiza, pues encontró fuertes indicios de votos comprados por Qatar y un procedimiento incuestionable para el caso Rusia.
El Tribunal de Apelaciones de entonces, uno de los baluartes de la FIFA, halló hechos graves que configuran la Comisión de Delitos Penales. Y por ello fue que le dio intervención a la Justicia suiza, ya que según algunas declaraciones aparecen nombres de dirigentes sobornados para quienes no alcanzaría una sanción disciplinaria institucional. El presente de todo este affaire resultará explosivo, pues hay poderosos personajes que irán apareciendo. El más resonante será Mohamed bin Hammam, un multimillonario qatarí ex presidente de la Confederación Asiática de Fútbol.
Mohamed bin Hammam fue suspendido provisionalmente como miembro de la FIFA en abril de 2011 y luego expulsado de por vida en septiembre por el Tribunal de Apelaciones que presidía el argentino Fernando Mitjans. Fue este quien junto con el presidente del Tribunal de Ética, el alemán Hans-Joachim Eckert, entregaron toda la documentación a Michael Garcia, fiscal de Nueva York y jefe de la investigación sobre el macro FIFA-Gate.
En ese dossier se denunciaban las maniobras de Mohamed bin Hammam hacia dos propósitos detectados: alcanzar la presidencia de la FIFA para suceder a Joseph Blatter y lograr que Qatar sea el país organizador del Mundial 2022, a cambio de voluminosos sobornos que ahora se están investigando.
El emir Tamim bin Hamad al Thani, dueño del Paris Saint Germain – aunque figure como su CEO Nasser al Kelaïfi– tiene una estrecha y probada relación con Platini, a la sazón huéspedes del ex presidente de Francia Nicolas Sarkozy en el hecho que inicia la actual investigación. Se trata, además, de un personaje de inmenso poder económico que patrocinó "per se" un congreso de la Concacaf en Trinidad y Tobago, ya que no le fue permitido su ingreso a Miami, sede original de ese, toda vez que figura en la lista de "traficante de armas y/o patrocinante de terroristas".
Los 16 congresales volaron invitados desde Miami hasta Trinidad por el emir Tamim bin Hamad al Thani y recibieron, además, 40.000 dólares cada uno en sobres que se ocupó de repartir Austin Warner, sancionado por la FIFA por corrupción como presidente de la Concacaf y titular de una de sus vicepresidencias.
La pregunta que se hace el mundo del fútbol es: ¿cómo Gianni Infantino, quien estuvo desde 2009 hasta 2016 al lado de Platini en su calidad de secretario general pudo o podría ignorar las imputaciones o sospechas que se investigan? Recuérdese que Infantino llevó el peso institucional de la UEFA, era la "mano derecha" de Platini, el inequívoco referente de todas las cuestiones administrativas y jurídicas de la entidad.
O será que tales hechos se investigan porque Infantino los conocía mejor que nadie.
En uno u otro sentido el presidente de la FIFA se convierte –por ahora– en un testigo fundamental.
Este caso preanuncia derivaciones de enorme impacto del que no quedarían exentos ciertos presidentes de Confederaciones continentales que han resultado funcionales a una FIFA "transparente" que no pareciera ser tal.
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