"¡Nunca ví tanta plata junta. Es increíble haber llegado hasta acá, como lo hablamos con (el tenista argentino) Topito Lóndero. Pensar que un día fui a retirar plata del cajero y mi saldo era ¡cero! No tenía un peso para seguir viviendo", confiesa Hugo Dellien acerca de su pasado. Es que tras alcanzar la segunda ronda de Roland Garros, se llevó unos 100 mil dólares en premios.
La aparición de un boliviano en el circuito profesional de tenis es una rareza, como el propio Hugo lo reconoce: "Es muy especial y es muy lindo saber que después de muchos años Bolivia puede estar en este tipo de torneos".
Dellien es el primer boliviano en disputar Roland Garros en los últimos 35 años. El último de su país que participó del certamen parisino fue Mario Martínez (que vivía en Estados Unidos y jugó entre 1979 y 1985 y alcanzó el #32 del mundo), quien perdió con Ivan Lendl por 6-1, 6-0 y 6-1, en la segunda ronda del Abierto francés del '84. Los otros dos fueron Eduardo Pancho Gorostiaga (jugó del '68 al '77 y alcanzó el puesto 288 del ranking) y Ramiro Benavides (del '70 al '87, llegó al #124).
– ¿Después del Diablo Etcheverry sos la aparición más importante del deporte boliviano?
Hugo se echa para atrás, riendo y respondiendo del mismo modo divertido que tuvo la pregunta. "Tenemos buenos pilotos en el Dakar. Pero yo no pienso en esas cosas, porque ya el tenis es un deporte de muchas presiones y no me quiero agregar ninguna más", confieza, para agregar que si él sigue haciendo las cosas bien, "por ahí el deporte boliviano puede llegar a tener un poquito de alza en el tenis y los chicos pueden empezar a creer un poquito más".
El deportista de 25 años nació en la ciudad de Trinidad, cerca de Santa Cruz de la Sierra, en el seno de una familia de clase media alta, "mi padre es arquitecto y mi mamá trabaja en acciones solidarias de la gobernación de Trinidad". Pero hace algunos años su familia se encontró con algunos problemas económicos: "Es por eso que mis padres no pudieron apoyarme en mi carrera. La verdad es que hubo un momento en que la pasamos muy mal y yo no quería regresar a mi casa, porque sentía que iba a ser un gasto más para mi familia".
"En mi ciudad había un club privado en donde se podían hacer diferentes deportes y mis padres me llevaban ahí a modo de guardería, me dejaban a las 2 de la tarde y me retiraban a las 8 de la noche. Era un ambiente familiar en donde jugaba fútbol, tenis y otros deportes", cuenta de su infancia, y recuerda que de a poco le fue gustando más el tenis: "Es un deporte
individual, en el que no dependés de otras personas y yo soy muy competitivo".
Comenzó a destacar desde muy temprano y a los 13 años se fue a vivir a Santa Cruz de la Sierra: "Dejé el colegio, estudié por Internet y me fui a vivir con el entrenador Mauricio Solís, para entrenar más seriamente. Tres años después me aconsejaron ir a Buenos Aires, que es la capital del tenis en Sudamérica". Como no había tradición de tenis en Bolivia, las empresas de su país le daban la espalda a cualquier tipo de auspicio, por lo que Hugo contaba solamente con el apoyo económico de unos familiares de Estados Unidos, un apoyo que terminó en diciembre.
"Me había ido solo a Buenos Aires a buscar algo, sin saber adónde iba a llegar, y se sufre muchísimo. En diciembre, mis familiares dejaron de apoyarme y ya no tenía cómo sostener esos entrenamientos -recuerda el tenista-, así que regresé".
En 2016 abandonó el tenis y comenzó a vivir la vida normal de todo joven: salidas, novias, universidad y socializar mucho más. "Después de dos meses de hacer esa vida, me di cuenta de que había comenzado a subir de peso, a comer mal y a dormir cada vez peor y llegó un momento en el que sentí que estaba haciendo todo mal, que yo no servía para nada", se ríe mientras recuerda esta parte de su historia. Fue entonces cuando se propuso abrir un negocio con algo de plata que había ahorrado.
"Invertí los 15 mil dólares que tenía en una fábrica de cubitos de hielo, que abrí junto a mi papá, en Trinidad. Y no es que el negocio funcionara al día siguiente. Durante dos o tres meses seguí reinvirtiendo en el negocio, pero un día fui a un cajero automático a sacar plata y en mi cuenta no tenía más dinero para nada, ni para comer. Me dio vergüenza volver a vivir con mis padres o pedirles plata, porque ya tenía 20 años".
Dicen que los momentos de crisis son de oportunidad. Acompañó a su hermano Iker a jugar un torneo de tenis y era la primera vez que pisaba un club de tenis en seis meses. "Cuando llego, los chicos se me acercaban para pedirme fotos, autógrafos y la gente me preguntaba por qué había dejado y que estaban esperanzados en que yo llegara. Como yo vivía en Buenos Aires, no sabía de las repercusiones en Bolivia". Para ellos, Hugo era el mejor tenista de Bolivia de la historia. Ese afecto de los chicos lo devolvió a los entrenamientos. Llamó al entrenador argentino Eduardo Médica, que tenía su academia en México, y se fue para allá.
"Pasé Navidad y año nuevo con él y me quedé a entrenar por seis meses. Eduardo no me cobró nada. No tenía ranking y volví de cero. Luego jugué la clasificación de un torneo, gané cuatro partidos, entré al cuadro principal y gané el título (en el camino le ganó a Facundo Argüello y a Auger Aliassime). Con la plata que ganaba en los torneos me fui a Europa a jugar Interclubes, torneos por plata y Futures". A partir de ese momento comenzó a entrenar con Alejandro Fabbri y terminó ganando tres torneos en cinco semanas. En 2018 ganó 2 de los 3 Challengers que disputó en Estados Unidos "y me metí 140 de nuevo".
"Ahora la gente se acerca al club adonde juego y aparecen un par de banderas en la tribuna. Sé que hay muchos chicos pendientes de lo que yo haga, porque Bolivia no está acostumbrado a tener buenos resultados en deporte de alta competencia. No somos un país que tenga muchos títulos. Por eso, estar acá, jugar contra los tenistas más importantes, que se transmita por televisión y que se empiece a hablar de Bolivia es realmente increíble", dice Hugo mientras su orgullo le ahoga la garganta.
– ¿Alguna vez sentiste que te discriminaran, en Argentina, por tu nacionalidad?
– Para nada. Yo vivía en una ciudad de 100.000 habitantes y me vine a una de millones, que vive a otro ritmo. Estoy agradecido con Buenos Aires, con la Argentina y con todos los argentinos, porque un poco de lo que soy se los debo a ellos. Yo sé lo que soy, sé de dónde vengo y sé las cosas que puedo llegar a hacer.
– ¿Un equipo de fútbol?
– Oriente Petrolero
– ¿Un ranking?
– Top Ten
– ¿Un sueño?
– Ganar Roland Garros
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