A la distancia, desde Inglaterra, Pep Guardiola alentará a Diego Maradona en la primera final del torneo Clausura del ascenso MX frente a San Luis. El respaldo va más allá de la admiración por la figura del Diez. El entrenador del Manchester City integró durante un año la plantilla de Dorados de Sinaloa. Fue en la temporada 2005/2006, luego de su paso por el Al-Ahli Doha, en el epílogo de su carrera. Jugó 10 partidos y anotó un gol, después del cual terminó descompuesto. Pero su estadía en Culiacán le dejó una huella indeleble, al punto que en agosto del año pasado, posó con la camiseta que le llevó Antonio Núñez, presidente del club.
"¡Quién quiere al Pez!", escribió el titular de Dorados, junto a la foto que certifica que el lazo de Pep se mantiene. Antes del arribo de Maradona al banco de suplentes, Guardiola había sido la máxima celebridad en formar parte del club, que tiene 15 años de vida. Fue Juan Manuel Lillo, amigo personal (quien también supo ser ayudante de campo de Jorge Sampaoli) el que lo convocó a la aventura.
"La felicidad no se encuentra en un lugar. En Sinaloa no había mucha seguridad en ese momento, pero vivíamos para trabajar y para ser amigos, así que lo demás no nos preocupaba. Recuerdo feliz aquellos días por las emociones que me traen, emociones que perduran hasta hoy y que durarán mientras tengamos vida", le contó Lillo a ESPN, evocando aquella temporada en la que Dorados terminó descendiendo al Ascenso MX.
"Algunos dirán que vengo a México por dinero; aunque los desmienta, no me creen. Pero, básicamente fue porque aún quiero jugar al fútbol, por seguirme probando y por jugar en vuestra liga", dijo a su arribo. En efecto, Pep, de entonces 34 años, disfrutaba de conocer culturas, era una esponja ávida de conocimientos futbolísticos. El entrenador ya le ganaba al futbolista; convivían en un complejo equilibrio.
Eliseo Martínez, alias el Chevo, fue el encargado de la seguridad de Guardiola en su travesía en Culiacán, y hoy todavía realiza el trabajo, pero asignado al estadio. "Era muy estudioso, le gustaba mucho leer. Con Lillo se la pasaba viendo fútbol, leían revistas, periódicos y platicaban. Todos los días le tenía que comprar revistas de futbol. Incluso, cuando ellos se marcharon, les mandé tres cajas a España de puras revistas", contó, también con ESPN.
El físico de Pep ya no estaba al 100%: se infiltraba hasta para entrenarse. Pero eso no le impedía ejercer la docencia. El uruguayo Sebastián Abreu, compañero en aquella etapa, compartió una anécdota que confirma que el director técnico ya afloraba con fuerza y sapiencia. "Yo cubría al defensor y le ponía el pie a la pelota. Él me decía: 'No, Loco, estás perdiendo tres segundos'. '¿Qué tres segundos, vos qué sabés', le respondí. Un día se cansó y me dice 'si pude modificarle la forma de recibir a Romario, no puede ser que contigo no pueda'. Se quedaba en los entrenamientos conmigo y usaba conos para perfilarme de lado, cosa que el control fuera orientado y me sacara la marca en el primer control", reveló el Loco.
Otro de los integrantes de aquel plantel era Ángel Morales, aquel mediocampista ofensivo de interesante pegada que pasó por Independiente y Racing. Matute, incluso, coqueteó con la posibilidad de llevarlo a Banfield en la temporada 2006/2007, cuando pasó por el Taladro y Pep todavía no había decidido colgar los botines.
El video del partido en el que convirtió su único gol
En el libro Che Pep, del periodista Vicente Muglia, donde se detalla la influencia del fútbol argentino en la filosofía y el aprendizaje de Guardiola, Morales contó una charla con el hoy entrenador en la que debatían sobre el "gol ideal". Matute pensaba más en una conquista como la de Maradona a Inglaterra en el Mundial de 1986, con una sucesión de gambetas. "Para él, el gol ideal era una jugada que involucraba a todos los jugadores del campo, desde el arquero al delantero; todos tocarían el balón una vez. Unos años más tarde, cuando vi al Barcelona, vi el fútbol que había descripto Pep".
Generoso, Guardiola trabó relaciones con la comunidad y los empleados del club y buscaba retribuirles el respaldo. "Recuerdo que me daba sobres con dinero para que los repartiera a la gente que lo ayudaba. A un muchacho le dio 500 pesos", refrescó el Chevo, su custodio.
Sólo anotó un gol en Dorados. Y se puede aseverar que lo sufrió. Fue ante Jaguares, en Chiapas. "Estábamos a 40 grados e hizo el gol de tiro libre. Cuando bajo al vestidor, eufórico, lo primero que veo es a un Pep en camilla, con los labios blancos y temblando, ¡totalmente deshidratado! Y me quedo pensando: no vino por dinero, lo había ganado todo; fue capitán del Barcelona y de la selección española… yo, en sus zapatos, infiltrado y con 40 grados, les hubiera dicho: 'señores, que les vaya bien, pero éste no lo juego'", relató José Antonio García Ramírez, ex presidente del Gran Pez.
Una obsesión de Guardiola radicaba en el aprendizaje de los insultos. Le sucedió cundo tuvo como compañero a futbolistas argentinos. Y en México insistió con la búsqueda "Es muy sencillo Pep. Cuando le hablé a España me respondía con malas palabras, pero mal dichas. Quería que le enseñara a decir esas palabras, pero no lo hice", se divirtió Martínez con esa particularidad de su personalidad.
El 18 de enero, Dorados celebró en redes sociales el cumpleaños N° 48 del oriundo de Sampedor. "¡Hoy toca festejar a Pep Guardiola! Pasa el tiempo, pero el cariño y la leyenda continúan… ¡Feliz cumpleaños a un ícono en la historia del Gran Pez!", fue el mensaje del club, subrayando el orgullo que genera en Sinaloa el hecho de que uno de los mejores entrenadores del mundo haya pasado por Culiacán.
¿Regresaría alguna vez Guardiola a Dorados? Rodolfo Jiménez, amigo personal de Pep y dueño del Café Miró, en Culiacán, señaló que Manchester City prometió volver. "Un día iré a México, compraré Dorados, y lo vamos a subir", habrían sido sus palabras. Mientras, desde Manchester, o sintonizará el partido en vivo, o buscará horas después cómo le fue al equipo de Diego Maradona, que fue el suyo en el ocaso de su carrera como futbolista.
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