Sucedió en el epílogo de la primera parte del partido entre Barcelona y Liverpool, por la semifinal de ida de la Champions League, en el Camp Nou. El conjunto culé se imponía 1-0, con gol de Luis Suárez; los ingleses buscaban el empate a pura presión, mientras que los dueños de casa salían con inteligencia de contragolpe, a veces con combinaciones cortas, en otras, con incursiones individuales, como la de Lionel Messi, a los 43 minutos de juego…
El astro argentino, que en el encuentro cumplió 100 presentaciones como capitán del Barça, se escapó por la banda derecha, perseguido por dos futbolistas de la visita, aunque sin Fabinho, su marcador más celoso, en las cercanías. La Pulga, de 31 años, aceleró y fue desestabilizado por el lateral Andrew Robertson, pero siguió su marcha. Hasta que se interpuso Milner, quien aprovechó que se hallaba mal pisado, le golpeó a la altura del torso, y lo tiró fuera de los límites del campo de juego.
Messi exageró el impacto y rodó en continuado, buscando causarle mayor impresión al árbitro Björn Kuipers, quien enseguida fue rodeado por los futbolistas de Barcelona, que reclamaron la amonestación. El blanco de la infracción, desde el césped, también exigió la tarjeta amarilla. Pero la cámara se enfocó en el delantero, quien primero se arrodilló, antes de reincorporarse. Allí miró fijo hacia la cámara, detectó que le estaban haciendo un primer plano y… Sonrió por la picardía de la simulación.
Messi va por su quinta corona en la Champions League: ya celebró en las ediciones 2005/2006, 2008/2009, 2010/2011 y 2014/2015. Y en el inicio de la temporada le prometió a la afición del Camp Nou que iría en búsqueda de la recuperación del cetro.
En la 2018/2019 viene de celebrar su décima Liga de España. Y el 25 de mayo disputará la final de la Copa del Rey frente al Valencia. Insaciable.
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