70 milllones de dólares se invirtieron para reconvertir y establecer al Masters 1000 de la Florida en el predio que utilizan los Dolphins en la pelea por llegar al Super Bowl de la NFL. La premisa de IMG (International Management Group), propietaria del torneo, era ampliar la capacidad de asistentes y agregarle detalles de calidad, glamour, servicio y burbujas de champagne.
Pero detrás de este objetivo, el Masters 1000 Miami-Dolphins se convirtió no en uno, sino en dos torneos. Uno para empresas y sectores de altos ingresos y el otro para los habituales fans del tenis. El tenis no discrimina, pero los costos de las entradas en el torneo de La Florida han logrado separar de acuerdo a su poder adquisitivo al público que llega al certamen.
Un torneo para gente con mayor poder adquisitivo y otro para el común de los fans. Y esto puede verse en la venta de tickets y los anuncios de récords de asistencia al Miami Open. Mientras que el estadio de los Dolphins, el Hard Rock Stadium, acondicionado para la ocasión, luce con más de la mitad de los 14 mil asientos vacíos, en las otras 11 canchas que se utilizan la gente completa casi todos los lugares en las tribunas. La razón está expresada en dólares y en la cantidad de ceros que tiene por detrás el número entero.
Las zonas que aparecieron más pobladas durante el certamen, como siempre, fueron las tribunas populares, con valores que oscilaban entre los 37 y los 70 dólares. De esta forma, en el nivel 300, tercera bandeja del estadio, y hasta en algunos rincones alejados en las esquinas del sector 100 congregaban la mayor cantidad de asistentes.
El resto del estadio ya se habla en tres cifras, desde 150 en adelante, llegando a pasar los 500 y 700 dólares, en sectores VIPs, con estacionamiento y sushi incluido, acompañados por diferentes bebidas.
Frente a la silla del umpire, y al final de la primera bandeja, se extienden los palcos de las distintas empresas, en donde reciben a sus invitados en medio de un lujoso living con vista abierta a la cancha. El servicio y la atención allí ya está incluida en la pauta del sponsor, pero un billete en ese sector rondaría los 700 dólares.
Los días de cuartos de final, los valores comienzan a elevarse mucho más. De manera descendente, desde la parte alta de la tercera bandeja del estadio, el precio arranca en 82 dólares y a medida que uno va bajando los escalones la cifra pasa a 100, 174, 389, 559, 777, hasta llegar a los 985 dólares, en la mejor ubicación.
Pero si estos valores le resultan escandalosos, sepa que dentro de este rango, la categoría Premium, que permite estacionamiento, atención personalizada en lugares elegantes, con mejor vista, tiene un valor de 70 mil dólares por todo el torneo.
Del otro lado de la reja que rodea al Hard Rock Stadium, se extienden las zonas públicas y el otro torneo. Y aquí comienzan a notarse algunos inconvenientes provocados por el doble comando que surgió de la unión entre IMG y los propietarios de los Dolphins, entre los que puede contarse a Serena Williams, inversora del equipo de football americano.
El manejo del certamen quedó distribuido en ingreso al predio (estacionamiento), área pública y el estadio. La gente de IMG, propietarios del Miami Open, quedaron a cargo de organizar la distribución general del predio y los sectores en el estadio, mientras que los Dolphins recibieron a la gente en los diferentes accesos tanto del predio como del Hard Rock, y ahí las confusiones. "Nadie conoce al estadio tanto como nosotros", fue la frase empleada por los dueños de casa y por lo que no propiciaron ningún entrenamiento previo. Iniciado el torneo, y con todas las áreas modificadas respecto a lo que sucede habitualmente cuando juegan los Dolphins o en los diferentes espectáculos que se realizan, el personal brindaba indicaciones erróneas y resultó muy difícil ubicarse correctamente durante los primeros días.
El público debió pagar 40 dólares por vehículo para estacionar dentro del predio, pero podía obtener un descuento de 10 dólares si lo compraba previamente por Internet. Un precio a considerar para quien adquiere un "Ground Pass" (pase para canchas auxiliares) que tiene un valor de 15 a 30 dólares . El programa para la gente que adquiere estas entradas es pasar el día en el lugar, ver los partidos en las canchas anexas y sentarse a tomar y/o comer algo frente a la pantalla gigante que transmite los partidos dentro del estadio.
"El precio del estacionamiento ya está estipulado para todos los espectáculos que se realizan en el Hard Rock Stadium", responden responsables del equipo de la NFL. Si bien el dinero de este parking, con capacidad para unos 25.000 autos, queda en poder del condado de Miami, el costo es similar al que se paga en Nueva York, en Midtown Manhattan.
Las áreas de estacionamiento, divididas en colores, pero con ingreso en puertas señalizadas con números, fueron casi un acertijo para el personal, que quedó atrapada por este doble comando.
La zona compartida por el público está muy bien realizada y levantó mucho el nivel respecto a lo mucho más popular que se mostraba en Key Biscayne. Al igual que Indian Wells, pequeños livings se extienden por diferentes sectores de los 140 acres (566.000 metros cuadrados) que ocupa todo el predio de los Dolphins.
Sectores para chicos, coloridos y muy bien ambientados, pequeños y delicados pubs y un sector de food trucks que es mantenido permanentemente limpio.
Además, y como parte del lujo que contrajo la mudanza, el paseo por el predio cuenta con una galería de arte, en donde se exponen obras de Pablo Picasso y Andy Warhol, entre otros, que también se pueden adquirir en el lugar.
Dentro del estadio la cosa cambia, si bien hasta los mejores 8 tenistas del torneo de cada cuadro de single (masculino y femenino) tiene su palco, el catering quedó en manos de los dueños del lugar, y el servicio ya es bien diferenciado. Mientras que en los sectores VIP sólo hay elogios, tanto en la comida del staff del torneo, como de árbitros y la prensa, la comida deja mucho que desear y casi no hay atención. A excepción de los momentos en que los organizadores habituales pueden intervenir.
El Miami Open se transformó en un torneo frío, con una personalidad seca y dura como el cemento; perdió ese marco natural de una isla con mucha vegetación y casi todo lo verde que muestra ahora es artificial o pintado. El Masters 1000 de la Florida no sólo cambio los colores del muñeco Barney (morado y verde) con que se mostraba en el Crandon Park, por uno azul-celeste, sino que pudo lograr su objetivo de agradarle a los jugadores con amplios espacios y mejores condiciones de atención.
La tarea para la próxima edición del Miami-Dolphins será la de ajustar números, que no se note tanto la duplicidad de torneos y mejorar el doble comando, en un torneo que salió a darle pelea a la fortuna de Larry Ellison.
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