En la cuenta regresiva del homenaje a Manu del jueves próximo, las calles de San Antonio van tomando color albiceleste. En especial, en torno al propio Ginóbili, cuyos afectos más cercanos ya comenzaron a llegar a la ciudad para acompañarlo en estas horas de tantas sensaciones encontradas. El propio Manu reconoció en mensajes a sus amigos que estaba "un poco sensible". Y vía Twitter admitió haber llorado al concurrir el jueves pasado al AT&T Center, el estadio de los Spurs, para presenciar un show de la artista norteamericana Pink. "Parece que mi estado emocional para esta semana es delicado", escribió. Y no es para menos. Le espera una noche histórica en ese mismo escenario, aunque en esa oportunidad será para un merecido reconocimiento con el retiro de su mítica camiseta número 20, en una ceremonia de la que ya dio cuenta y detalles Infobae.
Nada mejor entonces que refugiarse en los suyos para transitar ese tiempo hasta ese instante sublime. Por tal razón se encargó de organizar todo para que el nutrido grupo que invitó especialmente pueda disfrutar de unos días que serán también inolvidables para ellos. La planificación incluye distintas actividades conjuntas con horarios estipulados para todos los que están en San Antonio. Los Maccari, la rama familiar materna, fueron los primeros en llegar junto con un grupo de amigos de Bahía Blanca y su coterráneo y compañero de la Generación Dorada Alejandro Montecchia, que se anticipó a Pepe Sánchez, Pablo Prigioni y Fabricio Oberto, próximos a aterrizar en tierras texanas.
El primero en arribar, el domingo por la noche, el mismo día que este enviado especial de Infobae, primer medio argentino en llegar a San Antonio, fue su primo hermano Paulo Maccari. Además del lazo familiar y afectivo que los une, Paulo, un reconocido fisioterapista experto en rehabilitación deportiva, es uno de los que más conoce a Manu y también a esta ciudad texana.
En sus comienzos profesionales atendió al plantel de básquet de Boca Juniors, cuando el director técnico era Rubén Magnano y, poco después, viajó a Italia, donde trabajó con el médico del Kinder Bologna, precisamente el club en el que entonces jugaba Manu. Corría el año 2002, y el lazo familiar que los unía se profundizó aún más, porque Paulo vivió tres meses en el departamento de Manu. Incluso fue testigo de uno de los encuentros definitorios entre Ginóbili y R.C. Buford, el mánager de los Spurs, que había viajado especialmente a Italia para reunirse con Manu y hablarle de las características y bondades de la franquicia y terminar de convencer a quien ya era el mejor jugador de Europa. Le explicó que San Antonio era una gran familia, que eso los distinguía de otros equipos y que para ellos eran muy importante otros aspectos, no solo los deportivos. Pocos meses después, Manu daría el sí y podría comprobar la certeza de las palabras de un Buford que tuvo la visión de llevar a la NBA a un jugador desconocido para el público y la prensa norteamericana y que dejaría luego una huella imborrable que será coronada en el homenaje de este jueves en el AT&T Center.
El lazo familiar, el tiempo compartido en Italia y los contactos permanentes hicieron que Paulo sea uno de los que más conoce a Manu, vínculo que se estrechó cuando comenzó a atender profesionalmente a su primo.
Es que Paulo, que reside en Madrid donde tiene su clínica, viaja especialmente desde el año 2012 cada 40 días a esta ciudad para, en diez jornadas consecutivas, tratar a un Manu que entonces tenía 35 años y se disponía a jugar el último tramo de su carrera profesional. Fueron seis años de trabajo intenso. "Primero hicimos una evaluación general y, sobre ello, una planificación que incluyó un cambio radical en su alimentación. Nada de cereales, harinas, gluten, azúcares, lácteos y, especialmente, nada de pastas. Si bien le costó, en especial con las pastas, aceptó la propuesta y cumplió al pie de la letra. Trabajábamos todos los días, a veces en doble turno, en un tratamiento integral que ayudaba a prevenir lesiones", afirma Paulo a orillas del River Walk, el famoso Paseo del Río de San Antonio, una de sus principales atracciones turísticas.
El trabajo de Paulo se basa en el Método Busquet, que tiene un abordaje global muy distinto a la fisioterapia tradicional. Una de las particularidades del tratamiento es que utiliza técnicas de relajación muscular. "Es un método manual de relajación de todas las cadenas musculares -explica-. Lo que se busca es que se puedan prevenir lesiones con técnicas específicas para cada persona más allá de su condición de deportista".
Paulo prefiere no hacer juicios de valor respecto de la influencia que tuvo el tratamiento en la longevidad de Manu en su carrera profesional. Acepta, eso sí, que lo hizo sentir mejor y lo ayudó a evitar lesiones que a esa altura podían ser complicadas. Sin embargo, muchos sostienen que fue uno de los factores claves que le permitieron a Ginóbili seguir siendo competitivo y a un alto nivel pasados los 40 años en el básquet más importante del mundo. Tal vez, y en parte, fuera la respuesta para el gran Stephen Curry cuando lo consulté para Manu. El cielo con las manos acerca de Ginóbili. "Quisiera saber dónde está esa fuente de la juventud, así puedo intentar conseguir un poco para el resto de mi carrera", me dijo en señal de admiración y respeto por Manu y su gran legado.
Los Maccari también están representados en San Antonio por el tío Raúl, hermano de mamá Raquel, y su esposa Betty. Esta rama de la familia es muy cara a los sentimientos de Manu. Con su abuelo Constantino –Bobotino, como le decía en su media lengua cuando era pequeño–, tenía una relación muy estrecha, y según afirma Raúl, heredó de él su carácter reservado pero divertido. En el fondo de su casa, en la calle Estomba de Bahía, Constantino tenía una huerta en la que plantaba todo tipo de verduras y en la que convivían animales de cualquier clase.
Conejos, un tero, un peludo, chimangos, perros, gatos y tortugas. Cada visita de los nietos a la casa del abuelo era toda una aventura. Fue un lugar luminoso donde Manu aprendió a disfrutar el valor de las cosas simples de la vida. Con el correr de los años, Constantino se convirtió en un asiduo seguidor de Manu e intentaba presenciar todos los partidos que jugaba en Bahía Blanca, hasta que se fue a Italia. "Todos los días revisaba los diarios para ver si salía algo de su nieto -recuerda el tío Raúl- y el día que no había nada, decía: 'Hoy no hay nada interesante, porque no hay nada de Manu'. Y cuando sí publicaban, se preguntaba: '¿Por qué no dicen que se llama Maccari también…? Ginóbili…, ¿quién conoce a los Ginóbili?'", recuerda con una sonrisa Raúl. Constantino no pudo disfrutar los éxitos posteriores de su nieto, ya que falleció en 2004. Pero estaría más que orgulloso de su nieto, que tendrá una noche histórica, en la que todos los medios del mundo harán foco sobre él y en el que se gritará muy fuerte el #GraciasManu, que es Ginóbili, pero Maccari también.
Leandro Ginóbili palpita la gran noche de su hermano
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