Ninguna función humanística podrá ser reemplazada por la tecnología; pero la tecnología quedará siempre subordinada a la realización humana. Seremos nosotros quienes tenemos la oportunidad de aprovecharla para ser mas eficientes.
Y el fútbol lo demuestra como ningún otro hecho social.
La palabra mas repetida por Gianni Infantino desde que asumió la presidencia de la FIFA fue transparencia. Se trataba de una recurrencia al "fair play" ("Juego limpio") para que el universo del fútbol despejara toda suspicacia sobre la legitimidad de los resultados deportivos logrados en los campos de juego.
Para ello se comenzó a instrumentar en el año 2016 el ya famoso VAR ("Video Assistant Referee") o el "Videoarbitraje". Se trata de una asistencia tecnológica cuyo objetivo es respaldar la decisión de los cuatro referís de campo hecha por otros cuatro árbitros y un editor de televisión ubicados remotamente en una cabina frente a no menos de cuatro pantallas. En el Mundial de Rusia funcionó sin objeciones.
Hoy el VAR comienza a mostrar debilidades. Claramente no es ni el sistema, ni la tecnología; sigue siendo el hombre quien decide.
Nos ayudará fuertemente a interpretar tal concepto al repasar algunas situaciones vividas en diferentes escenarios y ciudades la semana pasada en el marco de la disputa de la Champions League de Europa. Veamos unos pocos ejemplos:
• Porto vs. Roma
Se originó una jugada que terminó en gol convertido por Alex Telles de penal para el Porto. Maxi Pereira remató cruzado y por poco no llegó a conectar Fernando, quien cayó de forma exagerada, casi cual acting. Sin embargo el árbitro Cüneyt Çakir de Turquía, primero advertido por el VAR y luego frente al monitor, sancionó el penal a favor del Porto por una discutible sujeción de camiseta de Alessandro Florenzi (Roma).
El lateral brasileño convirtió el gol a los 86′. Cuando el partido ya llegaba a su final Patrik Schick (Roma) fue a dividir la disputa del balón pero Moussa Marega (Porto) lo trabó desde atrás y dentro del área. Tras varias repeticiones el juez decidió no cobrar el foul dentro del área. La jugada no dejó dudas pues había sido penal.
En uno y en otro caso la tecnología fue superada por la decisión del árbitro (como en el siglo pasado), y aunque todos los jugadores de Roma protestaron, el VAR fue la excusa para justificar un error fraudulento.
Nombre del árbitro: Cüneyt Çakir ( Turquia)
Fecha del partido: Miércoles 6 de marzo
Resultado del partido (Global): 3-1 (4-3)
Minuto de la acción de juego: 113 minutos
Decisión final del árbitro: Sancionó penal y amarilla a Florenzi
Tiempo de demora en el juego: 2 minutos
Minuto de la acción de juego: 120 minutos
Decisión final del árbitro: No sancionó nada
Tiempo de demora en el juego: 2 minutos
• Real Madrid vs. Ajax
A los 62 minutos de juego, Dusan Tadic (Ajax) clavó un disparo de zurda al ángulo luego de una muy buena jugada colectiva. La misma fue revisada por el VAR debido que en el inicio de ella -cuando el lateral Noussair Mazraoui (Ajax) fue al piso y recuperó la pelota en disputa sobre Sergio Reguillón (Real Madrid)- el balón pareció salir por la línea lateral. El árbitro se guió por lo que le dijeron desde el intercomunicador y validó el gol sin revisar la jugada en la pantalla. O sea que la herramienta tecnológica que hubiese consolidado su equivocada decisión fue omitida.
Tal como se advierte el árbitro recurre al VAR cuando lo decide unilateralmente (como veremos más adelante) pues la interacción bilateral entre los referís que están frente a los monitores y el juez principal no es pública, no está reglamentada, se presta a manipulación. Y eso puede interpretarse también como una actitud fraudulenta.
Nombre del árbitro: Felix Brych (Alemania)
Fecha del partido: Martes 5 de marzo de 2019
Resultado del partido (Global): 1-4 (3-5)
Minuto de la acción de juego: 62 minutos
Decisión final del árbitro: No cobró que se fue la pelota al lateral y validó el gol
Tiempo de demora en el juego: 3 minutos y 45 segundos.
• PSG vs Manchester United
Cuando ya corría el minuto 90 y parecía que el resultado sería inmodificable, Diogo Dalot (Manchester United) remató de media distancia con un disparo que no pareció generar peligro, pero sin que el público ni los protagonistas lo advirtieran el balón dio en el brazo derecho de Presnel Kimpembe (PSG). El árbitro en primera instancia cobró tiro de esquina, pero el VAR lo llamó y tras revisar la jugada cobró un penal no reclamado por nadie.
En éste caso el árbitro principal cobró algo que no vio, que no le constó pero el "oficio" respaldatorio que es el VAR enmendó su presunta omisión. O sea que aquí el VAR se convirtió en un "escritorio" dinámico, fáctico e inapelable que no nos asegura la transparencia invocada.
Nombre del árbitro: Damir Skomina (Eslovenia)
Fecha del partido: Miércoles 6 de marzo de 2019
Resultado del partido (Global): 1-3 (3-3)
Minuto de la acción de juego: 90 + 4 minutos
Decisión final del árbitro: Sancionó mano dentro del área y por ende penal
Tiempo de demora en el juego: 2 minutos y cuarenta y tres segundos.
A estas referencias podría agregársele el penal que no fue a Luis Suárez en el encuentro que Barcelona le ganó 5-1 al Lyon y que el árbitro polaco Szymon Marciniak sancionó equivocadamente sin recurrir al VAR. Lo que significa que la existencia disponible de la herramienta tecnológica sólo será utilizada cuando el árbitro la pida. O sea: puede recurrir a ella y no acatar su evidencia, puede apelar a ella y enmendar su propio error o puede no requerirla directamente. Queda claro que es el hombre, siempre el hombre el dueño de la decisión final.
Por lo tanto no es el uso de la tecnología lo que se discute, si no a cargo de quién queda su aplicación. La FIFA siempre ha recurrido a herramientas de apoyo para reducir los márgenes de error que hicieran más confiables los resultados deportivos de sus competencias. Lo probó con el DAG (Detector Automático de Goles), un reloj que llevaban los árbitros en su muñeca y que a través de un sonido les permitía saber si el balón había transpuesto íntegramente la línea de gol para convalidar el tanto sin lugar a dudas. También se probó con árbitros agregados cuya ubicación sería en las líneas del fondo de la cancha para asegurar que el balón en juego sancionable estuviese dentro del campo.
No obstante en algunas federaciones se termina recurriendo a la actuación "de oficio" de sus tribunales disciplinarios. Un recurso que quita autoridad a los árbitros –en un sentido contrario al de la FIFA- y en el cual se recuestan políticamente algunos dirigentes. El oficio revisa lo que la televisión ya editó y mostró, reconfirma el error o la omisión de una decisión tomada y su participación en tal sentido es ociosa toda vez que los árbitros pueden ampliar su informe hasta 48 después del partido. No hay sanción sin informe del juez. Y para la FIFA todo jugador expulsado con tarjeta roja deberá cumplir cuanto menos una fecha de suspensión.
El "caso Messi" resulta el mejor ejemplo. Ocurrió el 24 de marzo de 2017 tras el triunfo por 1-0 sobre Chile por las Eliminatorias para Rusia 2018. La televisión mostró la agresión verbal de Messi contra el asistente Emerson Augusto de Carvalho al término del encuentro. A instancias de la Conmebol el Comité de Disciplina de la FIFA y de oficio lo sancionó con cuatro fechas de suspensión sin tener en cuenta que en su informe el árbitro Sandro Ricci –también brasileño- no mencionaba el incidente. La Conmebol presionó fuertemente al referí para que incluyera el episodio en su informe sin éxito; no obstante Lio se perdió el partido siguiente ante Bolivia (0-2) que se jugó el 28 de marzo. Por cierto el caso llegó al Comité de Apelaciones de la FIFA y ésta lo absolvió. Pero la actuación de oficio, siempre objetable, pudo haberle ocasionado un daño mayor a la Selección Argentina de Futbol.
El VAR y la actuación "de oficio" tienen un punto en común: en ambas circunstancias –árbitros o miembros del Tribunal- "podrán" y no "deberán" hacer tal cosa. En el primer caso sobre actuaciones sancionatorias para que el Tribunal enmiende en el escritorio las infracciones al Reglamento FIFA (caso Luis Suárez contra Giorgio Chiellini en Brasil 2014) y en el segundo respecto de acatar fielmente lo que le dicen desde el VAR sólo si el arbitro principal estuviese de acuerdo. Una actuación de oficio de un Tribunal -lo sabemos bien quienes disfrutamos del conocimiento y el afecto del escribano Fernando Mitjans, presidente del Tribunal de Disciplina de la AFA y ex miembro del de Apelaciones de la FIFA- jamás podría evitar que un jugador mal expulsado no cumpla una fecha de suspensión. En ese caso la FIFA respalda siempre al referí aún en el error. Y el VAR lo hace en el campo de juego, en tiempo real y en pleno encuentro.
Un ejemplo de ello es River en uno y en otro sentido; favorecido y perjudicado por un VAR que no transparenta nada. Recordemos:
• River favorecido: frente a Independiente el 2 de octubre de 2018 cuando Javier Pinola le cometió un violento foul a Martín Benítez bajo todos los "cargos": juego brusco grave con riesgo para el físico del rival en acción manifiesta de gol, etc, etc. Fue entonces cuando el arbitro brasileño Anderson Daronco advertido sobre la infracción por su compatriota Wilton Sampaio a cargo del VAR protagonizó el siguiente dialogo:
— Ok –dijo el referí Daronco– entonces ¿viste penal? ¿fue no?
— Penal (para Independiente) y expulsión (de Pinola), le respondió Sampaio categóricamente.
— Ahá, ahá, ¿sabes Wilton?, para mí fue un choque entre los dos cuando fueron a la bola ,dijo el árbitro y no cobró nada.
Contradijo al VAR, benefició a River, perjudicó a Independiente y River ganó la Copa Libertadores.
• River perjudicado: ante Lanús el 30 de octubre de 2017 cuando claramente Iván Marcone interrumpió la trayectoria del balón dentro del área con su antebrazo dejándolo deslizar descendentemente. Un indiscutible penal cuando River ganaba por 2-0. Si el arbitro colombiano Wilmar Roldan hubiese acatado la información del referí uruguayo Andres Cunha –a cargo del VAR que le gritó penal- River tenía una tercera oportunidad de gol por tiro libre directo desde los once metros. Podría haber sido un 3-0. El final de la historia quedó registrada: Lanús 4-River 2.
La transparencia no existe. Se trató de dos situaciones involuntariamente fraudulentas respaldadas por el VAR pero decididas por el "hombre". En el primer caso el arbitro se negó a sancionar penal y dejar a River con 10 jugadores; en el segundo –semifinal de Libertadores- no cobró el penal por que River, el visitante, ganaba 2-0 y faltaba aún jugarse el segundo tiempo. El juez Wilmar Roldan perjudicó a River incumpliendo con el reglamento al dar por seguro un falso resultado.
El VAR se convierte al cabo en un "escritorio" fáctico, dinámico, emocional, manipulado donde unos hombres hablan entre sí sin que nadie los escuche –como sí ocurre en el rugby- ni se fundamenten las dudas –como si ocurre en el tenis-, ni exista un reglamento, unos límites y una cabal información. Puede ser de la manera que elijan los árbitros: el del VAR puede llamar al referí principal, éste puede consultar al VAR, puede intervenir por el intercomunicador el cuarto juez, converger o disentir, nadie lo sabe, se desarrolla en un vacío reglamentario.
La Conmebol ha puesto en marcha la Copa Libertadores. Y en ésta ronda de clasificación no hay VAR. O sea que un equipo perjudicado arbitralmente sin apoyo del VAR como River a quien no le cobraron dos penales a favor ante Palestino (0-0), podría modificar su clasificación por puntos o por goles o no clasificar directamente. Pero si continuara, ¿lo hará con los rivales que le hubieran correspondido en caso de haberle ganado a Palestino en Nuñez ? Es grave que un torneo se juegue al amparo de dos reglamentos. Se inicia sin VAR y se continúa con VAR. Un verdadero dislate. Igual al que cometió la AFA al cambiar los ascensos de la Primera B en pleno desarrollo de un torneo que comenzó bajo unas normas y finalizará con otras: cuatro ascensos directos y uno a quien gane un Octogonal. Ambos casos tienen destino de "escritorio". Y en el caso de la Libertadores se impone que la Conmebol informe sobre si existen o no existen los controles antidoping y se lo demuestre fehacientemente a los clubes que la disputan.
Lo más grave del VAR es que la FIFA se lo impondrá a sus confederaciones y éstas a sus federaciones entre las quienes se encuentra la AFA, afiliada a la Conmebol. Y ello podría implicar muchos inconvenientes. Veamos:
1- Aparecerá –tal vez- alguna empresa multinacional direccionada desde la Conmebol que querrá cobrar una base de 30.000 dólares por partido para ofrecer el sistema que exigirá su funcionamiento en todos los encuentros de la Primera División, lo que implicará desde el próximo torneo –si se aprobara- un gasto de 360.000 dólares por jornada. O sea más de 7.5 millones de dólares al año, mucho dinero, muchos intereses, demasiado.
2– La Supeliga está en condiciones –según nuestro relevamiento- de instrumentar y realizar el VAR por un costo aproximado a los 8.000 dólares por partido aprovechando la señal de sus móviles de transmisión hacia una cabina con las cuatro pantallas exigidas por el sistema:
A) una para el árbitro principal
B) una para el AVAR, el asistente que audita los fuera de juego
C) una para el asistente de ambos, sólo por si hiciera falta una segunda consulta
D) una para el editor de TV que realizará las capturas de pantalla requeridas con las jugadas puntuales.
3– Este sistema exige cuatro árbitros en la cabina, además de los cuatro que ya funcionan en el campo y la AFA no los tiene en el marco de una crisis de conducción y credibilidad arbitral sin precedentes.
4– Desde que el VAR funciona en las principales ligas de Europa el dinero de las apuestas permitidas se ha multiplicado de manera exponencial. Solo en España se pasó de 5.000 millones de dólares en el 2016 (sin VAR) a 14.000 millones de dólares. La cifra es incalculable cuando se suman a China, Rusia, los países del este europeo, los países árabes y los Estados Unidos. Las casas de apuestas legales –que manejan volúmenes inferiores a las clandestinas- advierten que el VAR estimuló las formas de apostar pues la gente espera a las incidencias de los últimos minutos –a mayor tiempo interrumpido, mayor cantidad de apuestas– e incluye los minutos que adicionaran los árbitros, si habrá gol, expulsados, lesionados, cambios, etc.
Tal vez esto explique por qué en los primeros tiempos se adicionan uno o dos minutos a lo sumo y al llegar a los 90′ los tiempos agregados no bajan de tres con tendencia a cuatro o cinco. Adviértase que son incalculables los millones de apostadores "on line" por minuto y que a mayor cantidad de minutos adicionados a los 90′ más cientos de millones de personas de todo el mundo podrían realizan sus apuestas.
El VAR es tecnología, asepsia, objetividad… pero lo maneja el hombre con sus emociones, conveniencias o desequilibrios y esto puede transformarlo en un soporte que legitima el fraude y estimula las apuestas.
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