Pablo Ruan llegó a Flamengo hace un puñado de meses. Con 16 años, abandonó el municipio de Londrina, recorrió casi mil kilómetros y se acopló a las inferiores del equipo de Río de Janeiro para intentar cumplir su sueño de ser futbolista profesional. Hoy volvió a nacer.
El jovencito es uno los sobrevivientes de la tragedia que enlutó al Flamengo tras el incendio de la pensión del club que dejó, hasta el momento, 10 muertos y 3 heridos. Tuvo un ángel aparte que le salvó la vida.
"Pablo fue despertado por un amigo, que sintió el olor a quemado y dio la alerta. Rompieron una de las ventanas y saltaron. Los dos están con algunas excoriaciones pero están bien. Ahora queda el trauma psicológico, pero los jóvenes están siendo acompañados por profesionales bien preparados del Flamengo", explicó Edson Moretti, presidente del Londrinense portuguesa, club del que surgió Ruan.
El directivo afirmó que la familia del joven se llevó "un susto grande" pero que ya fueron tranquilizados, según las declaraciones que realizó en el medio local Folha de Londrina. Todavía no se dio a conocer el nombre del otro joven que pudo escapar junto con él.
Ruan desembarcó en las juveniles del club en septiembre del año pasado y había pasado las vacaciones de verano junto con su familia en Londrina. El 3 de febrero pasado había retornado a la pensión del club para reiniciar los entrenamientos.
El hecho en el Centro de Entrenamiento del equipo de Río de Janeiro –conocido como Nido del Urubu– se inició en la madrugada del viernes, alrededor de las 5 de la mañana. Luego de dos horas de combatir el fuego, los bomberos lograron controlar el siniestro. Todavía no se conocen los nombres de todos los jóvenes deportistas que perdieron la vida, aunque ya se empezaron a identificar a las primeras víctimas.
"Estaba durmiendo cuando sentí un olor a quemado muy fuerte, pensé que era mi celular que se había quemado. Cuando fui a ver, observé una explosión y vino humo a mis ojos. Grité 'socorro, socorro' y salí corriendo. No tuve tiempo de ayudar", relató Samuel Barbosa (16 años), otro de los sobrevivientes, al periódico Lance.
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