Enemigos íntimos: el detalle de los intentos del Real Madrid por contratar a Lionel Messi a lo largo de los años

El astro rosarino es ídolo del Barcelona y verdugo de la "Casa Blanca", al punto de haberse transformado en el máximo goleador del clásico. Pero la historia pudo ser diferente...

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Messi, máximo goleador del clásico entre Barcelona y Real Madrid (AFP PHOTO / JAVIER SORIANO)
Messi, máximo goleador del clásico entre Barcelona y Real Madrid (AFP PHOTO / JAVIER SORIANO)

Dueño de una zurda prodigiosa, artista de las más grandes obras jamás vistas en el planeta fútbol, partícipe necesario de las gestas que caracterizaron a uno de los mejores equipos de toda la historia, Lionel Messi hace de cada partido una oportunidad única para disfrutar de su magia, con la 10 en la espalda y la camiseta blaugrana tatuada en la piel. Esta tarde, el argentino tiene la posibilidad de continuar agigantando su figura, cuando enfrente al Real Madrid en la ida de las semifinales de la Copa del Rey, competición que logró ganar en seis ocasiones con su equipo, el Fútbol Club Barcelona. Sin embargo, el destino pudo haber sido distinto: más de una vez, el Merengue coqueteó con su principal verdugo y, por detalles, no logró verlo festejar con la casaca blanca.

Guillem Balagué, en su libro "Messi", cuenta que el Real Madrid estuvo a punto de hacerse con los servicios de Leo en el año 2001, a través de una operación en la cual participó otro argentino, en aquel tiempo director deportivo del club blanco: Jorge Valdano. Allí comenta que un joven Messi aún no podía jugar con el conjunto blaugrana de forma definitiva, ya que el transfer necesario para aquello todavía no aparecía. En esa coyuntura, el director general del Barcelona, Javier Pérez Farguell, revisó todos los contratos de los futbolistas que competían en las divisiones juveniles. Al toparse con el del argentino, consideró que era demasiado alto para su edad y las exigencias de los directivos. Sin embargo, posteriores renegociaciones no dejaban conformes a ninguna de las partes, y los Messi, que continuaban en la incertidumbre, esperaron mientras buscaban alternativas. Un llamado de Valdano hizo sonar las alarmas en Cataluña, cuando se dispuso a ofrecerle a Lionel lo que el Barcelona le pagaba y más aún (20 millones de pesetas, unos 120 mil euros), pero con la condición de que llegara con el pase en su poder. Finalmente, la historia tuvo final feliz, y Pérez Farguell decidió firmar un contrato que contenía un préstamo para que Jorge Messi, padre del jugador, pudiese reformar su casa como compensación.

No obstante, esa no sería la primera vez que el equipo de la capital española intentó arrebatar de las manos del Barcelona a Messi. Apenas unos meses antes, Horacio Gaggioli, uno de los representantes de Leo en España, escuchó de boca de Josep María Minguella, asesor de fichajes, que alguien no estaba convencido de hacer el esfuerzo por él; Joan Gaspart, presidente de la institución, sabía de las dificultades que conllevaba contratar a un jugador joven del exterior, que además no brindaba certezas debido a su problema con las hormonas del crecimiento. Tiempo después, en declaraciones a Globoesporte, Gaggioli contaría una curiosidad pocas veces escuchada: "Por circunstancias de la vida fui a vivir a Barcelona y lo llevé para las pruebas. Pero estuve a punto de vivir en Madrid. Si eso hubiese sucedido, lo hubiera llevado a las pruebas del Madrid. Así es la vida, son circunstancias". El epílogo es vox populi. Una servilleta firmada por Carles Rexach, el propio Gaggioli y Minguella, hoy reservada en una caja fuerte en un banco, depositó el fútbol de Messi en el Camp Nou.

Pocas veces se han visto rivalidades tan marcadas en la misma época de un deporte en particular. La comparación Lionel Messi-Cristiano Ronaldo es constante y no se reduce a un solo tópico: se tienen en cuenta laureles, conquistas, asistencias y estilos de juego. Hoy buque insignia de la Juventus de Turín, el portugués jugó durante nueve temporadas en la Casa Blanca. Pese a ser uno de los ídolos más trascendentes del club, amagó con irse más de una vez. En el verano europeo de 2011, los petrodólares tocaron las puertas de Florentino Pérez, presidente de la entidad de Madrid, ofreciéndole 170 millones para llevarse a Cristiano al Manchester City. Ante la posibilidad de la partida de su estrella, Florentino hizo un intento por Messi, pero se encontró con un no rotundo del otro lado del teléfono. Para su alivio, luego Ronaldo, en una entrevista con la cadena COPE, afirmó que no se movería del Santiago Bernabéu.

Sin embargo, en el año 2013, Football Leaks relató lo que sería a posteriori la oferta más importante realizada por el Real Madrid para contar con Lionel Messi, quien pasaba por una de sus peores temporadas a nivel individual, y con el Barcelona fuera de la pelea por las tres competiciones más destacadas: Champions League, Liga y Copa del Rey. En aquel momento, los catalanes habían apostado fuerte contratando a Neymar, considerado como la promesa del fútbol mundial, al Santos de Brasil, pero inmediatamente no se cumplieron las expectativas que se habían generado. En este contexto, Florentino Pérez intentó pagar la cláusula de rescisión de Leo, valuada entonces en 250 millones de euros, ofreciéndole un salario neto de 23 millones al año durante 8 temporadas. Además, le fue propuesta una mediación ante el Gobierno Español, debido a la investigación que se le estaba realizando por fraude fiscal. Nuevamente, la respuesta resultó negativa.

La historia dirá que, desde el debut de Messi con la camiseta blaugrana, enfrentó al Real Madrid en 39 partidos, convirtiéndole 26 goles, siendo el máximo anotador en la historia del clásico español. A pesar de ello, aún tiene una cuenta pendiente: no le ha logrado marcar en duelos directos por Copa del Rey, competición que los tiene frente a frente. De local, el desafío es aún más complejo, ya que no le ganó en ambos juegos disputados en el torneo (empate 1-1 en la temporada 2011/12, derrota 1-3 en la 2012/13). De todos modos, los Merengues tiemblan. Lo que pudo ser un sueño acabó en pesadilla. Porque el destino quiso que Messi juegue en el Barcelona.

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