A unos 40 kilómetros de la Isla de Guernsey, limitando con el comienzo de las aguas internacionales, los investigadores hallaron buena parte de los restos de la aeronave Piper PA-46 Malibu que trasladaba al futbolista Emiliano Sala y tuvo su último contacto con los radares el 21 de enero pasado. El proceso de localización continúa, pero ahora comienza una nueva tarea que es la de extraer la evidencia ubicada en el lecho marino.
La Air Accidents Investigation Branch (AAIB), que está a cargo de la exploración oficial, señaló que en las imágenes del submarino operado a distancia también pudieron visualizar al menos "a un ocupante" entre los restos de la aeronave matrícula N264DB. ¿Cómo se debe proceder en estos casos?
El primer dato clave es que el hallazgo está ubicado a unos 67 metros de profundidad, lo que permitiría el trabajo de los buzos si fuese necesario. "Se puede bajar sin ningún problema. Dependés de las condiciones del mar, porque debés hacerlo en un mar tranquilo y el Canal de la Mancha es bastante movido, pero se puede bucear a 100 metros o más", le explicó a Infobae Guillermo Ghiotto, uno de los directores de la escuela nacional de buceo y actividades subacuáticas.
"Un buzo puede trabajar tranquilamente allí. Son tiempos cortos, de 15 minutos, pero podés bajar para hacer una inspección del cuerpo que dicen que está en la avioneta. No es algo demasiado riesgoso, pero debés tomar recaudos a la hora de subir; tenés que ir haciendo paradas", señaló el experto, que fue parte de la Prefectura Naval e instructor del Grupo especializado GEOF de la Policía.
Pasaron 15 días entre la última aparición en el radar de la avioneta y el hallazgo de estos restos. Si bien no hubo mayores precisiones, fuentes de la investigación le confirmaron a Infobae que "no están identificadas todas las partes, pero tampoco hubo dispersión de restos". Por el momento, el jefe de la búsqueda privada David Mearns, expresó que la familia "quiere que se recupere el avión".
Para lograr la extracción habrá que evaluar "factibilidad, tiempo y costo", según explicó a este medio el perito naval Fernando Morales. "De acuerdo al estado, la profundidad y las corrientes, van a evaluar la conveniencia o no de sacarlo. Sesenta y tres metros es técnicamente muy posible, pero la junta de accidentes verá con las fotos lo que tiene y evaluará. Entre las imágenes del ROV (el robot submarino) se determinará cómo está el avión y el tipo de accidente", agregó sobre un proceso que, aclara, costaría millones.
La lógica indica que el próximo paso del proceso podría darse con el descenso de los buzos peritos en la zona para comenzar con la inspección detallada de los restos en pos de evaluar la factibilidad de extraerlos a la superficie.
Si esa opción es viable, barajarán los métodos a utilizar en la operación. "Se pueden usar los globos elevadores. Le podés dar flotabilidad al avión y remolcarlo despacio hasta una zona menos profunda", explicó el capitán de ultramar Marcelo Covelli. Estos globos son una especie de bolsa que se infla debajo del mar y luego ayuda a sacar las piezas con flotación.
Una vez que se trasladan los restos a un lugar más seguro, se puede operar ya con la maquinaria de los buques: "Después podés izarlo con una grúa. Eso luego de llevarlo a una zona más conveniente para seguir reflotándolo".
"En cuanto al cuerpo, a 60 metros pueden llegar los buzos para extraerlo, porque no necesariamente tienen que estar adentro de la aeronave cuando la izan", advirtió.
Las próximas horas serán cargadas de novedades. Los investigadores se mostraron "sorprendidos" por el estado en el que encontraron la aeronave monomotor y todavía siguen en el lugar rastrillando el lecho submarino para no dejar escapar ningún detalle.
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