Su última competición oficial, la final del US Open en la que perdió después de protagonizar un escándalo insultando al umpire, está todavía en la memoria. Sin embargo, Serena Williams intentará no mirar hacia el pasado y buscará en el Abierto de Australia su histórico vigésimo cuarto triunfo en un Grand Slam.
En Nueva York, a comienzos de septiembre, la estrella estadounidense explotó contra el árbitro del partido, el portugués Carlos Ramos, y recibió tres amonestaciones, la última por descalificar a la autoridad del encuentro.
Ante una fantástica Naomi Osaka, que aterriza en Melbourne con su nuevo estatus de sensación de la WTA, se evaporó su sueño de igualar el récord absoluto de trofeos grandes, que tiene Margaret Court con 24 desde la década del 70.
En su regreso a las pistas, en una exhibición junto a su hermana Venus a finales de diciembre en Abu Dabi, la organización pidió a los periodistas que no preguntaran por el sorpresivo episodio que se dio en el US Open.
"No evito nada, simplemente no tengo tiempo que perder para hablar de eso. Ya he hablado, todo el mundo lo ha hecho durante meses y meses. Lo mejor es pasar a cosas mejores", señaló la tenista.
En Flushing Meadows Serena dejó pasar la ocasión de alcanzar los 24 grandes por segunda vez, ya que en Wimbledon había caído en la final ante la alemana Angelique Kerber, otra de las jugadoras a tener en cuenta en el Abierto de Australia.
En Melbourne, la pequeña de las hermanas Williams tiene muy buenos recuerdos. En su anterior participación, en 2017, levantó el trofeo embarazada de ocho semanas, superando a la alemana Steffi Graf como la tenista con más trofeos grandes en la era Open (23 contra 22).
Dos años más tarde, la campeona de 37 años dispone de una nueva oportunidad para lograr los ansiados 24: "Esto ha tomado importancia desde que gané el 22, el 23… Claramente es algo que quiero".
Si es capaz de ganar por octava vez en Australia, logrará un grande 21 años después de haber conseguido el primero. Se convertiría en la vencedora de un Grand Slam de más edad desde la era Open, superando su propio récord.
Además entrará en el círculo más cerrado de las ganadoras de Grand Slam, las que lo han conseguido tras ser madre. La última en conseguir la proeza fue la belga Kim Clijsters, ganadora del US Open en 2009 con 26 años, 19 meses después del nacimiento de su hija Jada.
Serena, actual 16ª mundial, se encontraría en su hipotético camino al triunfo con un octavos de final frente a la número 1, la rumana Simona Halep, si es capaz de recuperarse de la hernia discal que le ha dado problemas.
A continuación aparece en su hoja de ruta la checa Karolina Pliskova (N.7) en cuartos y la japonesa Osaka (N.4) en semifinales, en lo que sería la revancha de la final del US Open. Entre las otras jugadoras a tener en cuenta, la danesa Carolina Wozniacki, defensora del título y tercera favorita, o la checa Petra Kvitova, octava en el escalafón mundial, que este sábado exhibió su gran estado de forma al coronarse en el Torneo de Sídney. El camino será duro, pero Serena confía en poder hacer historia y olvidar la pesadilla que vivió en su país.
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