Por Darío Coronel, especial para Infobae
"El azar es el seudónimo de Dios cuando no quiere firmar", afirmaba el escritor francés Anatole France. O también el destino puede reservar una buena o mala jugada para alguien cuando menos lo espera. Lo cierto es que Michael Schumacher estuvo expuesto a un alto riesgo arriba de un auto de carrera en cientos de oportunidades, pero ya retirado de manera definitiva y practicando de forma amateur otra de sus pasiones, el esquí, un accidente le cambió su vida para siempre. El domingo 29 de diciembre de 2013, el siete veces campeón de Fórmula 1 comenzó a atravesar su carrera más difícil.
A un lustro de la caída de Schumacher y posterior golpe con su cabeza contra una roca mientras esquiaba en la estación francesa de Meribel, entre las zonas de La Biche y Mauduit. Tras el incidente fue traslado de forma rápida al hospital de Grenoble, donde llegó en estado crítico. Luego de recibir dos operaciones cerebrales quedó en coma inducido durante varios meses por un traumatismo craneoencefálico con hematomas intracraneales y edema cerebral difuso. El 16 de junio de 2014, casi seis meses después del desafortunado hecho, se informó que había salido del estado de coma y que dejó el centro sanitario para empezar su rehabilitación en el hospital universitario de Lausana, en Suiza.
En el país helvético, tres meses más tarde, el 9 de septiembre y luego de 254 días de permanecer hospitalizado, se le permitió continuar con su tratamiento en su mansión de Gland, una pequeña localidad de 11.000 habitantes. Allí se construyó una habitación especial y la recuperación quedó en manos de un grupo de 15 especialistas que están junto a él las 24 horas del día. El pertinente costo ascendería a 150.000 dólares semanales (unos 7,2 millones al año). Sin embargo su mujer Corinna no tendría problemas para afrontar el gasto, cuyo total a la fecha llegaría a 30.600.000 dólares. Según la revista Forbes, en una publicación hecha el 23 de diciembre de 2017 con estimaciones hasta el 1 de junio de ese año, en ese momento Schumi era el quinto deportista mejor pago en la historia, con unos mil millones de la moneda estadounidense.
Desde hace cuatro años y medio el Kaiser pasa los días en su imponente mansión que tiene salida al lago Geneva. En un marco de completo hermetismo, poco se sabe de él de forma concreta, sólo cuando su portavoz Sabine Kehm sale a aclarar o a desmentir alguna información sobre el estado de salud del múltiple campeón de la Máxima.
Hubo tres últimas noticias sobre él. El 13 de noviembre se conoció una carta escrita por Corinna en respuesta a Sascha Herchenbach, el músico que escribió la canción "Born to fight" (Nacido para luchar), dedicado a Schumacher. "Me gustaría agradecerle sinceramente su mensaje y un bonito regalo que nos ayudará a superar este difícil momento. Es bueno recibir tantos deseos amables y otras palabras bien intencionadas, lo que es un gran apoyo para nuestra familia. Todos sabemos que Michael es un luchador y no se rendirá", decía el escrito de la esposa de Schumi.
Luego el 6 de diciembre gracias a Jean Todt, presidente de la Federación Internacional del Automóvil (FIA) y quien estuvo a cargo de Ferrari en sus años más gloriosos, cuando el Kaiser logró cinco títulos seguidos. "Siempre suelo ser cauteloso cuando digo algo, pero sí, es cierto que vi junto a Michael la carrera en su casa en Suiza", explicó el dirigente francés sobre el último Gran Premio de Brasil.
Más tarde, el 17 de este mes, el medio inglés Daily Mail publicó que "Michael tendría un peso normal, no dependería de la asistencia de máquinas, ni estaría postrado en una cama". De momento, esta versión no fue negada por el entorno del ex piloto alemán quien el próximo 3 de enero cumplirá 50 años. En este nuevo aniversario se renovarán los deseos de su familia y de los millones de fanáticos del automovilismo para la recuperación de Schumi. El próximo viernes con seguridad será tendencia el hashtag #KeepFightingMichael (#SigueLuchandoMichael).
En el nombre del padre
La historia tenía guardada otro motivo de lucha para Schumacher. Hay una motivación extra que se fue gestando en los últimos tres años: la ascendente carrera deportiva de su hijo Mick, flamante campeón de la Fórmula 3 Europea, con ocho victorias sobre 30 carreras. Fue con el equipo italiano Prema, que está vinculado a Ferrari.
En sus comienzos en el karting, Mick corría con el apellido de soltera de su madre, Betsch, para evitar la presión del ambiente. Nació el 22 de marzo de 1999 y es hermano de Gina María (20/2/1997), quien prefirió la equitación como deporte y logró una medalla de oro en el campeonato europeo juvenil en 2015. Aquél 29 de diciembre de 2013, el hijo varón de Schumacher estaba esquiando junto a su padre. Ahora representa su apellido de gran manera y sueña con llegar a la F-1.
Infobae pudo hablar con dos pilotos argentinos que corrieron con el hijo de Schumi. Marcos Siebert le ganó el título de la Fórmula 4 Italiana en 2016. "Mick no corre solo por el apellido. Lleva el talento en la sangre y está muy bien preparado. Ese año no pude tratarlo mucho y nuestro vínculo fue más deportivo. Nos miramos con recelo todo el año porque disputamos el campeonato. Pero hubo mucho respeto entre ambos", contó el marplatense de 22 años.
"Es de muy perfil bajo y ubicado. Tiene los pies sobre la tierra. Es muy buena persona y muy solidario. Nunca le pregunté por su padre por una cuestión de respeto. Después de las reuniones de pilotos en varias oportunidades nos quedamos hablando", dijo el cordobés Sacha Fenestraz, que este año compitió con él en la F-3 Europea. "Para la categoría fue una repercusión enorme haberlo tenido este año y encima salió campeón", agregó Fenestraz, quien tiene doble nacionalidad por haber nacido en Francia, en 1999, pero a los pocos meses se radicó con su familia en nuestro país.
Fuerte como un Panzer
A lo largo de su campaña deportiva Schumacher mostró una gran personalidad que sobresalió en la F-1. Desde una discusión con el astro brasileño Ayrton Senna en los boxes de Magny-Cours por un toque en el inicio del GP de Francia de 1992, hasta el recordado choque a Jacques Villeneuve en el GP de Europa de 1997, última fecha del campeonato que definieron ambos y que quedó a favor del canadiense.
Pero no solo con roces o maniobras polémicas el germano mostró de qué estaba hecho. También –y por sobre todo- por su talento. Era contundente cuando tenía el medio mecánico para ganar. Lo demostró en Ferrari donde obtuvo cinco coronas al hilo entre 2000 y 2004, épocas en las que aplastaba a sus rivales, emulando a los poderosos Panzer, los tanques teutones de la Segunda Guerra Mundial. En 19 temporadas en la F-1, el Kaiser consiguió siete títulos mundiales (5 con Ferrari y 2 con Benetton), corrió 307 carreras, logró 91 triunfos, 68 pole positions, 77 récords de vuelta y 155 podios. Por ahora es el más campeón y ganador de competencias en 68 años de historia de la Máxima.
Su éxito con Ferrari generó un amor inquebrantable del equipo de Maranello. Por ello en el museo del Cavallino Rampante se inaugurará el 3 de enero una muestra en su homenaje que se llamará "Michael 50". El evento se basará en rememorar la inolvidable gesta del alemán con los monopostos rojos que fueron referencia en la primera mitad de la década pasada.
Aunque, más allá de la gloria, la adoración de los ferraristas por Schumacher tiene un motivo especial: supo cortar su peor sequía de títulos en el Campeonato de Pilotos que fue de 21 años entre 1979 y 2000. Schumi llegó a La Rossa en 1996, en épocas de vacas flacas para el equipo italiano y le peleó a los Williams-Renault y McLaren-Mercedes, que por entonces estaban un escalón arriba de los autos rojos. Es decir, vino en un momento difícil para hacer resurgir a la Scuderia y es por eso que los tifosi lo tienen entre sus máximos ídolos. En esos años uno de sus tantos éxitos fue en Buenos Aires, en 1998, en el último GP de la Argentina. Esa victoria en el Autódromo Oscar y Juan Gálvez, fue días después de haberse dado el gusto de jugar un picado con la Selección Argentina de Fútbol (otro deporte que ama), que se preparaba para el Mundial de Francia.
"Michael cargó con el equipo sobre sus hombros y lo sacó de una crisis, fue un líder, Vettel no es así. Vettel estaba acostumbrado a Red Bull, hablaba con todos, todos le hablaban a él y se sentía cómodo en el equipo. Creo que en Ferrari eso no es así y a su vez, tiene que concentrarse en estar tranquilo", dijo Bernie Ecclestone, ex director ejecutivo de la Máxima, en declaraciones al medio italiano La Gazzetta delo Sport, comparándolo a Schumi con su compatriota Sebastian Vettel, que este año no pudo contra el inglés Lewis Hamilton (Mercedes), reciente quíntuple campeón mundial.
A propósito Mercedes y Schumacher también tuvieron su historia. Toto Wolff, director ejecutivo de la escudería alemana, reconoció con el semanario dominical alemán Bild am Sonntag que "Michael es uno de los fundadores del actual éxito de Mercedes en F-1. Él cooperó en la creación de estas estructuras en la época de 2010 a 2012". Antes de llegar a la Máxima, Schumi corrió para la marca de la estrella en el Mundial de Endurance. Fue a modo de correspondencia por aquél apoyo inicial, que acompañó a la escuadra de Stuttgart en su vuelta a la F-1 como equipo íntegro en 2010. Con esta escuadra el ex piloto germano se retiró de forma definitiva en 2012.
En 2019, Mick Schumacher correrá en la Fórmula 2, la antesala a la F-1. Continuará con el equipo Prema y durante doce fines de semana compartirá el calendario con la Máxima. ¿Llegará allí en 2020? ¿Será campeón como su padre? Los ojos del ambiente estarán puestos sobre él. Lo más importante es que desde su casa en Gland, Michael Schumacher tendrá un plus para seguir peleando. Esté o no postrado en una cama, ello no le impedirá al Kaiser emocionarse ante alguna victoria de su hijo, que de lograrla, su dedicatoria no será al azar y ya sabe a quién honrar.