El 1 de marzo de 1995 Jaime Enrique Quintero Cano se despidió de su esposa, Lina María Paniagua, de su hijo, Juan Fernando Quintero, y emprendió un viaje para obtener la libreta militar y unirse así al Ejército Nacional. Aquel día fue el último que el actual futbolista de River vio a su padre.
"Donde quiera que esté, él sabe que mi corazón también está con él. No lo conocí, pero siento que lo que soy hoy también es por él", dijo en junio al programa Los Informantes de Canal Caracol. Es que días después de que saludó a su familia y abandonó el barrio El Socorro de la comuna 13 de Medellín, desapareció.
Según informa el Instituto Popular de Capacitación (IPC), un día después de llegar a la Cuarta Brigada viajó en avión hacia la Brigada VII en el municipio de Carepa, Urabá Antioqueño, en donde fue asignado al Batallón Voltígeros. El Ejército asegura que Jaime Enrique Quintero Cano fue expulsado al poco tiempo por mal comportamiento y consumo de drogas y fue devuelto a Medellín, en un bus municipal en donde desapareció.
La familia del jugador colombiano, que se enteró gracias a un vecino que fue a llevarle una carta algunas semanas después, inició entonces una búsqueda que aún continúa. Durante ella, inició también una demanda contra el Estado, pero en el año 2001 el Tribunal Administrativo de Antioquia no dio lugar al reclamo.
Silvia Quintero, hermana del desaparecido y tía de Juanfer, es quien ha llevado adelante la lucha por conocer la verdad: "El Ejército no da razón y no responde por la vida de mi hermano estando en sus instalaciones. En cambio ha argumentando que mi hermano estaba bajo efectos alucinógenos", explicó en declaraciones tomadas por El Espectador en 2011.
La familia asegura que cuando viajaba en el bus de vuelta a Medellín, el joven que entonces tenía 23 años fue bajado del vehículo de la empresa Sotaurabá a la altura del puente de Mutata, en el Urabá Antiqueño, por los hombres del comandante paramilitar Carlos Castaño.
"Lo desaparecieron", aseguró la figura del campeón de América en aquel diálogo con Los Informantes, y agregó: "Quería averiguar porque fue algo muy difícil; sufrió mucho mi madre, sufrieron mucho mis tíos y hoy en día lo siguen sufriendo".
Jaime Enrique tenía entonces 23 años. Hasta los 19 había jugado en las inferiores del Nacional, pero cuando su novia quedó embarazada tuvo que abandonar sus aspiraciones y buscar un trabajo que le diera dinero para mantener a su familia. El destino quiso que su hijo, con quien apenas compartió 24 meses, cumpliera el sueño que alguna vez fue suyo y que este domingo se consagre campeón de la Libertadores con River.
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