Liverpool y Manchester City jugaron a neutralizarse. Agotaron sus recursos, ahogaron sus virtudes y liberaron poco espacio para la emoción. Solo en los últimos minutos, con las energías disminuidas, empezaron a primar las voluntades individuales. Un penal de Van Dijk a Sané que desperdició Mahrez a falta de cinco minutos despertó el entusiasmo de todo Anfield. En el último tramo del partido, creció la desesperación del local y los esbozos ofensivos del visitante.
Pero todo quedó en cero. En la previa, ambos equipos tenían 19 unidades antes del comienzo del partido y una victoria los depositaría en la cima de la tabla. Chelsea había ganado 3 a 0 al Southampton y se había ubicado como único líder con veinte puntos. El empate dejó tres equipos en lo más alto de la clasificación al cabo de las primeras ocho jornadas de la liga inglesa. El partido, uno de los más atractivos de la temporada, terminó sabiendo a poco.
En los primeros minutos, Liverpool ahogó al Manchester City: presión alta, receptores tapados, equipo corto y mucha dinámica en la persecución de rivales. La estrategia de Jürgen Klopp prevaleció ante un juego de posesión que los de Pepe Guardiola no resignan nunca. Pasado el primer cuarto de hora del partido, el visitante consiguió despegarse de su propio arco con ataques directos y acercamientos que generaron una alerta en el arco de Alisson. Evidente duelo táctico en uno de los enfrentamientos más interesantes para los estrategas del fútbol.
El ritmo bajó con el transcurrir de los minutos. Los tiempos de transición cambiaron. La presión del Liverpool ya no fue tan efectiva y el juego de circulación del City produjo que las primeras líneas de marca del rival retrocedieran algunos metros. El equipo de Pep Guardiola se acomodó al devenir del encuentro con síntomas más cercanos a su filosofía. Encima, al cabo de la media hora de juego, James Milner se lesionó y Keita ingresó en su lugar.
El primer tiempo tuvo solo situaciones de susto, aproximaciones al área rival o tibias jugadas de riesgo. Las principales participaciones de los arqueros fueron con los pies en pos de garantizar la fluidez en la circulación y el salteo de líneas. Casi ninguna acción de peligro real ameritó la intervención de Alisson o Ederson. Juegan a neutralizarse, a priorizar los esfuerzos colectivos por impedir el despliegue rival antes que destinar la estrategia en imponer su idea. Fue un primer tiempo sin grandes luces pero con una fascinante lectura táctica.
Se había jugado una hora de partido cuando Mahrez desperdició la chance más clara del partido. Tras pase filtrado de David Silva, enganchó ante la cobertura de Robertson y definió cruzado de zurda. El disparo se fue apenas desviado y encendió la preocupación. A partir de esa jugada, pareció haber cambiado la tónica: Mahrez lo tuvo de nuevo y atrapó Alisson; Salah lo perdió en el área rival con un remate de zurda que controló bien Ederson.
El partido iba camino a culminar en un empate sin goles cuando Virgil Van Dijk llegó a destiempo a un cruce con Leroy Sané. Riyad Mahrez le ganó la pulseada a Gabriel Jesús para ejecutar el penal. El gol parecía sentenciar un encuentro sin jugadas de riesgo. Pero el lanzamiento salió un metro por encima del travesaño y en los minutos siguientes el Liverpool intentó llevarse el partido en el último esfuerzo.
El Liverpool llegaba en su peor momento de la temporada a uno de los duelos más importantes del calendario. Acumulaba tres partidos sin ganar, con dos derrotas, una en Copa de la Liga y otra en Champions League, y el empate restante llegó de milagro y en los últimos instantes ante Chelsea, gracias a un golazo de Sturridge.
Tras comenzar con siete victorias consecutivas, los Reds atraviesan un bache y confían en la recuperación de sus estrellas para poderse ir al parón internacional con el liderazgo y un buen golpe dado en la mesa de los actuales campeones de Inglaterra.
Para Jürgen Klopp, es un error subestimar al Manchester City, pese a vencerlos en tres ocasiones durante la campaña previa. "Vencimos tres veces al City la temporada pasada y en ninguna de ellas después del partido, al meternos al vestuario, pensamos 'ahora sabemos cómo ganarles'. Son un equipo impresionante", afirmó el estratega alemán, quien por ahora prefiere no pensar en el título.
Guardiola, en tanto, es consciente que "para ganar la Premier League, el objetivo es ganar puntos en todas partes". "Son un equipo grande en la manera que juegan. El Liverpool venció a muchos equipos la temporada pasada, no solo al City. Es uno de los mejores equipos en Inglaterra y nosotros intentamos acercarnos a ellos cada vez", advirtió el catalán sobre el duelo en Anfield.
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