Un pelotazo largo de un compañerito cruza el área. Futbolistas de Peñarol y Nacional se desesperan por controlarlo sin suerte. Mahia es más pícara que todos. Tiene un radar que no venden en ninguna casa de deportes, es innato. Deja pasar la pelota, espera unos segundos para que quede acomodada y lanza un derechazo que inmediatamente dejará desparramado al pequeño arquero del "Manya".
El alarido que aturde en el video es la cortina musical para su corrida con los brazos abiertos con todo el equipo detrás de ella. Mahia aparece en primer plano: cinta de capitán en su brazo, prolija colita para su extensa cabellera, vincha a tono y los dedos formando un corazón para la celebración.
Ella es Mahia Macias, la niña que demuestra que no importa la edad a la hora de dar cátedra o para generar una enseñanza. Tiene 7 años y juega en las categorías formativas de Nacional de Uruguay. Impuso el fútbol mixto: es la única mujer entre todos sus compañeros y rivales varones. Un detalle que sólo nos interesa a nosotros, porque ella, sus compañeros y sus rivales sólo piensan en divertirse con la pelota. A ninguno le importa condición, género o raza del que está al lado. Sólo conectarse por intermedio de ese mágico elemento de cuero.
La historia de Mahia salió a la luz en los últimos días porque se transformó en la primera niña en ser capitana en un clásico y en marcar un gol. Y con la 20 en su espalda, como el mítico Álvaro Recoba, el ídolo de todos en el "Bolso".
Su entrenador, Federico García, contó que le dio el brazalete minutos antes de ingresar a la cancha y ella no lo podía creer. Mahia juega desde los 4 años, y quiere ser profesional. Entrena todos los días de la semana. Ama este deporte, al que tampoco le importa el género. "Siento orgullo. Es impresionante. Todo cuesta el doble en este ambiente, pero se disfruta el doble. Todos nos costó el doble porque incluir a una nena, que la acepten los compañeros, los padres… Todo a la larga cuando pasan estas cosas se disfrutan el doble", contó Favio, su padre, en Montecarlo TV.
Aquel día marcó el gol del triunfo 2-1 de la categoría 2011 en el clásico cuando faltaban dos minutos. Aquella jornada sirvió para que su historia empieza a rebotar en todo el continente. Ese momento es un quiebre cultural. El balón que derribó una barrera. Sin embargo, para ella fue un momento más de alegría, como para sus compañeros. Porque la finalidad de este deporte, más allá de todo, es esa: generar felicidad.
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