La platea del estadio Banorte está colmada de aficionados, muchos de ellos ya tienen su camiseta con la 10 en la espalda y el nombre de la estrella que desembarcó en México: "Maradona". Pagaron poco más de siete dólares por la casaca del nuevo entrenador, que, minutos antes, dio su conferencia de prensa-presentación en el hotel, donde momentáneamente reside, ante más de 250 periodistas, cámaras y reporteros gráficos.
"Bienvenido Diego, #HazlaDe10 Confiamos en ti, aquí no te criticamos, sólo te admiramos #HazLaDePezComoEnEl86. Porque el equipo y la afición somos de Primera", es uno de los carteles que lo apoyan desde las gradas. Es el primer entrenamiento de Diego Maradona como entrenador de Dorados de Sinaloa y la afición lo recibe como un héroe.
Apenas pisa el campo de juego con sus futbolistas, baja la ovación desde las tribunas, que el astro busca retribuir: reúne al plantel y a su cuerpo técnico frente a los fanáticos, posa para las fotos y devuelve el aplauso.
Pero mientras los futbolistas comienzan con los ejercicios físicos y un trote alrededor del campo de juego, la orquesta continúa sonando, con melodías similares a las utilizadas por los aficionados en la Argentina. Maradona se siente como en casa. Mientras dialoga con Luis Islas, su "segundo", tal como lo definió en la conferencia de prensa, el Diez baila, hace palmas, gestos. Primero, en la mitad de campo, luego, en una de las áreas.
Los medios se quedan con la danza, la imagen se reproduce en las redes sociales, es el show de Maradona. Que conversa con el resto de los integrantes del cuerpo técnico, que en un momento junta sus manos como rezando, que escucha el "Maradona es más grande, es más grande que Pelé", y sonríe con ganas.
"Vuelvo a sentir el perfume del pasto", le dijo a sus íntimos cuando acordó su llegada a Culiacán. Y se baña en la fragancia en el estadio. Porque comanda los ejercicios tácticos (en el que para al equipo titular con un esquema 4-2-3-1, de cara al debut del próximo lunes frente a Cafetaleros de Tapachula, por la segunda división) y participa activamente del ensayo, metiéndose en las acciones como jugador, por momentos marcando y en otros tomando contacto con el balón.
Se acerca el momento del punto final y algunos fanáticos no soportaron la ansiedad. Un pequeño salta al campo para tomarse una foto y lograr un autógrafo, y los futbolistas tampoco desean perder la oportunidad. Entonces hacen fila para retratar un momento único: el de la primera práctica de Diego Maradona como entrenador de Dorados de Sinaloa, en el país que lo vio consagrarse como estrella incandescente en el Mundial de 1986.
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