Silenciosas, las lágrimas brotan de sus ojos, recorren sus mejillas, caen, se secan. Una y otra vez. Son las gotas de emoción que Michael Schumacher no puede contener… y quizá no quiera contener. Llora, sin sonidos estridentes, el ex campeón del mundo de la Fórmula 1… llora.
Schumacher se encuentra postrado desde 2013 cuando sufrió un terrible accidente de esquí en Meribel, Francia. Desde entonces se tuteó con la muerte, sobrevivió en coma en una cama de hospital, fue trasladado a su casa convertida en una clínica de última generación y luego pudo ser puesto en una silla de ruedas.
Su recuperación es lenta, lentísima, una ironía en alguien que sabía tomar curvas a más de 200 kilómetros por hora. Pero sabe que esa es la única posibilidad que tiene de seguir luchando. Y cuando lo sientan en su silla de ruedas y es llevado hasta una ventana, llora. Lo reveló su familia, quienes aseguran que el máximo campeón de Fórmula 1 se emociona al ver la belleza natural que lo rodea.
Schumacher pasa sus días recuperándose en una mansión a orillas del Lago Geneva, en la ciudad suiza de Gland. El marco es increíble y el piloto se moviliza cada vez que asoma su vista por la ventana y siente que la naturaleza lo contiene.
"Cuando lo ponés en su silla de ruedas frente al hermoso panorama de las montañas que miran al lago, Michael a veces llora", dijo un familiar a la revista Paris Match.
De acuerdo con esa publicación, en la actualidad Schumacher ha experimentado algunos breves avances en su recuperación. En la piscina en la que realiza su rehabilitación ha podido hacer algunos movimientos. Sin embargo, aún no puede caminar ni hablar.
Pero hay otros momentos en que también se emociona. Es cuando los médicos realizan con él una estimulación cerebral específica. Le colocan auriculares con sus mejores recuerdos. Es así que esa lágrima que recorre una y otra vez su mejilla vuelve a hacerlo cuando el sonido que emiten esos headphones son de motores de autos de competición.
En las últimas semanas, la familia Schumacher debió salir a aclarar que no se mudarían a España, donde diferentes medios decían que se trasladarían a la mansión que tienen en Mallorca, lo cual despertó una gran polémica alrededor del campeón.
Lo cierto es que Schumacher, sin el apoyo y contención de su esposa Corina Betsch -a quien antes del accidente la calificó como su "ángel guardián"– la lenta recuperación del piloto no sería posible. Gracias a ella, aún vive… gracias a ella, aún se emociona. "Por estas pocas lágrimas, y por el amor que ha sido fiel a Michael durante casi tres décadas, Corina quiere creer que la tragedia no es irreversible", asegura la revista francesa.
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