El gol de Mané le dio tranquilidad al Liverpool, que después del 5 a 2 adquirido en Anfield, una nueva conquista en el estadio Olímpico de la capital italiana a los 9 minutos pareció sellar la clasificación hacia la final de la Champions League.
Sin embargo, cuando el cronómetro marcaba el cuarto de hora un pésimo despeje de Lovren encontró la cabeza de Milner y le dio esperanzas a la Roma. La mirada de desesperación y sorpresa que mantuvo Karius reflejó la desgracia que vivió el combinado británico.
Más allá del gol en contra, la diferencia de tres goles representaba un margen amplio para los conducidos por Klopp, que sueñan con quitarle la corona al Real Madrid, el equipo que ayer eliminó al Bayern Múnich y que irá por su decimotercera Orejona de su historia, tercera en forma consecutiva.
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