En los últimos tiempos el mercado capitalista ha intentado imponerse sobre la esencia del fútbol. El caso del PSG tal vez sea el ejemplo más claro de ello, al invertir estrepitosas sumas millonarias en figuras internacionales que no lograron cumplir el objetivo de ganar la Champions League.
Sin embargo, hay casos individuales que merecen ser resaltados por su pésimo desempeño en sus equipos y no cumplir con las expectativas que generaban antes de llegar al club que los contrató. Guillermo Cuadrado es un ejemplo claro de la decepción: el colombiano se sumó al Chelsea por más de 30 millones de euros después de brillar en la Fiorentina, pero su producción fue tan pobre que duró menos de una temporada y emigró a la Juventus.
Un caso similar es el del recordado Emmanuel Amunike. Ganador de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996, el Barcelona lo contrató a cambio de 3 millones de dólares. El nigeriano sólo disputó 19 partidos en los cuatro años que permaneció en el Culé.
Otra operación negativa que realizó la entidad catalana fue la incorporación de Zlatan Ibrahimovic. El pedido de Pep Guardiola fue fundamental para la llegada del sueco a cambio de 66 millones de euros, pero la mala relación entre el delantero y el técnico fue la causa para que el escandinavo emigrara hacia el Milan.
El Real Madrid, en tanto, rompió el mercado con las esperanzas que encendía Robinho. Como su decepción fue tan notoria, el ex Santos duró poco en la Casa Blanca y partió rumbo al Manchester City. Finalmente, Mario Balotelli, quien supo brillar en la selección italiana, realizó una incursión por el Liverpool a cambio de 20 millones de euros y su temporada fue tan mala que se exilió en el Niza de Francia.
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