Arantxa Sánchez Vicario se casó con Josep Santacana el 12 de septiembre de 2008. Desde ese momento, la vida de la ex tenista española dio un vuelco dramático. Hoy está pasando por un duro proceso de divorcio, con una posible pérdida de la custodia de sus hijos y una petición de cárcel preventiva por una deuda millonaria.
Su familia se lo advirtió, pero ella, cegada por el amor, fue contra ellos y se aferró a quien pensaba que era el amor de su vida. Santacana se llevó todo, se fue a vivir con su nueva novia y se hizo de toda la fortuna de quien supo ser la mejor deportista de España.
Todo comenzó antes del casamiento, en 2007. Sus padres, Emilio y Marisa, no veían con buenos ojos al empresario y le pidieron a un detective que lo investigue. El resultado fueron deudas y problemas judiciales para el español, sin embargo la ex deportista ya había tomado una decisión.
Como último intento para cuidarla, su familia le aconsejó firmar un acuerdo matrimonial en el que quedase establecido que sus ganancias estarían a salvo. Santacana no lo consideró apropiado y Arantxa apoyó la decisión de su amado.
Con el correr del tiempo la situación fue empeorando. Más se aferraba a su marido, más se alejaba de sus padres y hermanos, a tal punto que en 2012, bajo el consentimiento de Santacana, publicó un libro en el que denunció la mala gestión que habían hecho Emilio y Marisa con las ganancias obtenidas a lo largo de su carrera deportiva.
"Leer cosas como las que ha publicado Arantxa es una de las peores noticias que unos padres pueden recibir (…). En todo este tiempo no hemos recibido una sola visita de nuestra hija Arantxa. Ni un mínimo atisbo de preocupación (…). Nosotros vivimos veinte años por y para ella", son partes de un comunicado hecho por sus padres que recogió la revista Hola.
Dos años después de aquel episodio llegaba otro golpe al bolsillo para los Sánchez Vicario. La familia Santacana iba a anular todas las causas judiciales, por haberse apropiado indebidamente de su fortuna, a cambio de dos inmuebles. Con tal de ponerle fin a aquellas falsas demandas, Emilio y Marisa aceptaron.
Para ese entonces, Josep Santancana ya se había convertido en el gestor del patrimonio, lo que le daba el poder de manejar la fortuna de la ex número uno del tenis mundial.
La muerte de su padre fue uno de los puntos más dramáticos. Cuando Arantxa llegó a Barcelona junto a su marido para acudir al velatorio, su familia, encabezada ahora por su hermano Javier, le negó el paso.
"No puedo despedirme de mi padre porque no me dejan. Mis hermanos me han vetado, así que si no me veis en el funeral, es porque no quiero montar ningún espectáculo", recordó la revista semanal española.
Posteriormente, en 2016, pasó lo que sus padres le habían advertido durante años. El misterioso empresario le pidió el divorcio, y la custodia de sus hijos, Arantxa de 9 y Leo de 7, afirmando que Sánchez Vicario no está en condiciones psicológicas para cuidarlos.
Se había apropiado absolutamente de todo, hasta de los trofeos ganados por la ex deportista, quien ahora vive del salario que le deja la dirección deportiva del centro educativo Metropolitan School de Miami, así como también de algunas presencias televisivas para comentar partidos de tenis.
Como si fuera poco, días atrás, el periódico español La Vanguardia, dio a conocer la petición de prisión preventiva por los más de nueve millones de dólares que adeuda al Banco de Luxemburgo.
"La orden es para Arantxa y su marido (…) Tenemos un plazo para hacer alegaciones con respecto a esta petición y a continuación, la juez de instrucción decidirá (…) La parte querellante pide la prisión provisional", reconoció Emilio Zegri, el abogado de la deportista a la agencia Gtres.
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