¿Qué torbellino de ébano es ese que avanza arrollador con un turbante de goles en la cabeza?
No hay muro que le salga al frente
demoliendo barreras,
cañoneando con la cabeza,
hombre gol de rutilante casco,
el 'Tanque de Casma' Valeriano López,
y su compadre Barbadillo
carnales de césped y de la cebada
bebiéndose todo el rocío de los prados
¿dónde iremos a buscallos?
Este poema de Arturo Corcuera describe a la perfección la vida de Valeriano López, protagonista de una singular historia. Un hombre que pudo tocar el cielo con sus manos y convertirse en leyenda mundial, pero que sus singulares gustos y el arraigo a su familia se lo impidieron.
El 4 de mayo de 1926, en Casma, Perú, nació este futbolista que marcó una época al ostentar la escalofriante estadística de más de un gol por partido. Gracias a sus virtudes -para algunos es uno de los mejores cabeceadores de la historia-, se convirtió en ídolo en casi todos los clubes en los que jugó y hasta se dio el lujo de decirle que no al poderoso Real Madrid.
Una de sus mejores versiones se dio en Sport Boys, donde es considerado un verdadero prócer y periódicamente es homenajeado. En sus primeras tres temporadas (de 1946 a 1948), fue el máximo goleador de la Liga de Perú, al marcar 62 goles en sólo 54 encuentros.
Y seguramente lo habría logrado en 1949, si no hubiese sido por una inconducta. El atacante fue sancionado tras escaparse de una concentración de la selección incaica a pocos días para el inicio del Sudamericano de ese año. Enojado por el castigo que recibió, decidió marcharse rumbo a Colombia, un país que por ese entonces aglomeraba a varios de los mejores jugadores del continente.
Tim y Heleno de Freitas, Adolfo Pedernera, Nestor Raul Rossi, Alfredo Di Stéfano, Roberto Tito Drago, Segundo Titina Castillo, Wladyslaw Szoke, Imre Danko, Bela Sarosi, Schubert Gambetta, Eusebio Tejera, Antonio Sacco y Bibiano Zapirain eran algunos de los grandes valores del torneo colombiano.
López, junto a otros coterraneos, conformó un letal ataque que fue bautizado como El Rodillo Negro. En sus dos años en Deportivo Cali, el Tanque de Casma, apodo que recibió mediante una conjunción entre su contextura y su lugar de origen, vivió dos llamativos episodios.
Sus goles y potencia trascendieron fronteras y llegaron a oídos de Santiago Bernabéu, el presidente del Real Madrid, quien viajó personalmente para verlo jugar y llevarlo a España. Sin embargo, Valeriano tuvo una respuesta que nadie esperaba y hasta el día de hoy sigue llamando la atención, al negarse afirmando que no deseaba estar tan lejos de su familia.
Esta decisión, casi de rebote, cambió por completo la historia del fútbol, ya que ante esta negativa el presidente del club blanco se inclinó por su opción b, el argentino Alfredo Di Stéfano, quien brillaba como pieza clave del Ballet Azul de Millonarios.
Algunos medios, al recordar esta historia, afirman que el propio Bernabéu -el estadio del Real Madrid hoy lleva su nombre- reconoció lo sucedido en su expedición por Sudamérica: "Fui a buscar a Valeriano, porque jamás había visto un cabeceador tan extraordinario, pero luego volví por Alfredo. Y no me quejo… porque me dio cinco Copas de Europa".
El en club Merengue el argentino compartió plantel con jugadores de la talla de Ferenc Puskás, Héctor Rial, Paco Gento y Raymond Kopa. Juntos reinaron el Viejo Continente, al ser la única institución capaz de ganar 5 veces de manera consecutiva la ahora llamada Champions League.
Canción en honor a Valeriano López:
El otro hecho marca aún más la personalidad y forma de ser de este personaje. En su estadía en Cali adquirió el ostentoso hábito de armar cigarrillos con los dólares que recibía (muchos de ellos se los daban los hinchas, en forma de agradecimiento por sus goles).
Su osadía la pagaría muy cara, debido a que en sus últimos años los vivió rodeado de carencias.
En 1951, en su regreso a Sport Boys, se produjo la mejor temporada de su carrera, al marcar casi dos goles por encuentro (31 goles en 16 presentaciones). Por supuesto fue el máximo artillero de la competencia y fue clave para quedarse con el título.
Ese campeonato lo disputó palmo a palmo con Deportivo Municipal, adversario al que Valeriano López le marcó los tres tantos en la victoria por 3 a 2. Y el punta volvió a dejar una singular anécdota…
"Ahora te voy a meter tres goles", fue la amenaza que le esbozó al arquero Luis Suárez antes de que comenzara el juego. A medida que inflaba la red, él le recordaba con las manos cuánto le faltaba para cumplir con su cometido. Al finalizar de manera exitosa su misión, se le acercó y gritó: "Ya cumplí con mi palabra".
Valeriano, que también defendió los colores de Huracán y Alianza Lima, según la IFFHS (Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol), es uno de los únicos tres sudamericanos en convertir más de un gol por partido jugado (los otros son el brasileño Arthur Friedenreich y el argentino Bernabé Ferreyra). Hizo un total de 207 tantos en 199 cotejos.
Tuvo todo como para convertirse en el mejor del planeta, pero sus caprichos e indisciplina no le permitieron mostrar todo su potencia. Sin embargo, Valeriano López marcó una época y su recuerdo sigue vigente en el fútbol sudamericano.
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