El movimiento contundente de un dedo pone en marcha la maquinaria de la globalización en todo su esplendor y permite estar en apenas unos segundos en cualquier punto del mundo. Click. Se puede vivir la experiencia de conocer Australia, Grecia, Canadá o cualquier otro sitio del planeta con tan solo unos pocos pestañeos. Todos menos uno: Corea del Norte.
El régimen que lidera Kim Jong-un desde el 2011 tras la muerte de su padre es uno de los sitios más recónditos de toda la tierra. La dificultad para ingresar allí, sumada al escaso –y controlado– acceso a la información lo transforman en un misterio difícil de descifrar.
El futbolista español Antonio Rodríguez Dovale vivió la exótica experiencia de viajar a Pyongyang, la capital del país de Asia oriental, para disputar un partido de la AFC Cup –torneo equivalente a la Sudamericana o la Europa League– y le contó los pormenores del suceso a Infobae.
Toni surgió de las divisiones menores del Celta de Vigo, pero desde hace más de seis meses emprendió una aventura en el Bengaluru de India, que debió enfrentar por la semifinal del torneo continental asiático al April 25 Sports, uno de los equipos más poderosos de norcorea.
"Como un mes antes del partido ya nos pidieron los pasaportes en el club y los mandaron al consulado para tramitar el visado, porque es un visado especial. Tuvimos que ir a través de Pekín porque sólo hay conexión directa de vuelos con China y Rusia (NdR: desde la ciudad de Vladivostok). No puedes viajar desde otros países directamente a Corea del Norte", explica este talentoso mediocampista que en su país jugó para el mencionado Celta, pero también en Leganés, Rayo Vallecano, Deportivo Huesca y Deportivo Lugo.
En total, la estadía del equipo que lidera la Superliga India duró cinco días, ya que apenas arriban por día dos vuelos como máximo y, en algunas ocasiones, no existe funcionamiento en el aeropuerto al no haber programación de salidas ni llegadas.
"Parece un aeropuerto vacío porque sólo tiene actividad un par de horas al día, se ve muy desangelado. Lo primero que te impacta al llegar es que ellos en el control de maletas y pasaportes te abren el equipaje, revisan tus teléfonos, móviles, iPads. Los abren, miran las fotos, las imágenes que hay. Hacen una inspección a fondo de lo que deban. No en lo material, no en la ropa, sino más bien en cuanto a dispositivos electrónicos: si llevas USB, portátiles, iPads, los abren, los cierran", detalla.
El paseo por la ciudad es un contraste permanente entre las imponentes construcciones y la desolación. "Fuimos a un hotel que era de 5 estrellas que tenía 40 ó 50 plantas, enormes. Sólo había un hotel. Tenía un restaurante, un casino, una tienda de souvenires, pero lo que llamaba la atención es que estaba prácticamente vacío. Apenas veías gente. Sólo había cuatro o cinco grupos cerrados y pequeños de personas que estaban ahí por turismo. Era un edificio en el que podría haber, no sé, mil habitaciones, pero estaba ocupado por esas pocas personas", afirma.
Precisamente, en uno de los espacios del hospedaje coreano visualizó uno de los hechos más particulares: "En la tienda de souvenires del hotel había postales y carteles contra Estados Unidos, misiles americanos machacados o doblados, incluso con humor. Osea, ridiculizando a Estados Unidos".
Entre todas las normativas existentes para visitar Corea del Norte como turista la principal radica en la contratación de un grupo de guías que deben asistir al grupo las 24 horas. "Tuvimos un guía que era responsable de tener el control de la expedición y esa persona era la que nos llevaba cuando íbamos a entrenar a un campo. Íbamos en el autobús, y volvíamos al hotel. El hotel tenía unos pequeños jardines al lado de un río y paseábamos por ahí. Pero realmente no salíamos del hotel porque no teníamos permiso para salir, ni tampoco teníamos ningún sitio dónde ir", subraya.
"Vos vas a la zona que te llevan ellos. Tampoco tienes mucha más elección. Si quieres hacer turismo, te llevan a los puntos o zonas que ellos quieren. Al restaurante a comer que ellos quieren. No tienes otra opción que ir a donde ellos te digan. No vas caminando libremente por la calle con un mapa y simplemente paseando. Es imposible ver turistas extranjeros, toda es gente local", advierte.
Los 20 minutos diarios en los que recorrieron las calles para ir a entrenar –10 de ida y otros tantos de vuelta– le alcanzaron a Dovale para realizar una fotografía de la ciudadanía coreana. "Veías una ciudad grande, con avenidas anchas, pero medio vacías –describe. Mucha gente en bicicleta, pero la realidad es que la ciudad está diseñada de una forma para albergar mucha más gente de la que se veía. Había avenidas anchas y muy pocos coches".
Y agrega: "Es una ciudad muy verde y muy silenciosa. No hay grandes alborotos porque las avenidas son muy grandes y no hay tanta gente para llenarlas. Esas avenidas, que desde luego podrían estar abarrotadas en Madrid o en Buenos Aires, pues no estaban colapsadas de coches como podría ser en esas ciudades".
Uno de los puntos que más le despertó curiosidad a este mediocampista de 27 años fue esa antítesis que se conforma entre construcciones grandilocuentes y calles vacías: "Se veían rascacielos, edificios altos y modernos. Nos llamaba la atención porque no sabíamos si estaban llenos de gente o vacíos. No sabes muy bien si es una ciudad fantasma o no. Para nosotros tiene ese halo de misterio que no sabés si todo es como fake, como si todo fuese una impresión. Ves esos edificios enormes y ves que no es posible que estén llenos de gente".
La imagen de Kim Jong-un y su difunto padre, el líder Kim Il-sung, monopolizan la ciudad. Están en cada recoveco de la capital. No hay lugar para las publicidades que una sociedad capitalista bien podría acostumbrar a visualizar o la pluralidad de estatuas de referentes políticos. Sólo ellos tiene espacio preponderante. "En Europa o Sudamérica en la calle hay carteles, publicidad, marcas o campañas políticas. Allí todo eso está traducido en la cara del líder o su padre. Se veían muchas referencias, imágenes y pancartas del líder. También podías ver en alguna plaza grupos de niños ensayando coreografías de danza para un desfile y una fiesta nacional que había algunos días después que nos íbamos", explica.
ENTRE LA TENSIÓN Y LA INCOMUNICACIÓN
La rigidez política entre Corea del Norte y buena parte del mundo occidental crece día a día a raíz de la estrategia nuclear ofensiva que lleva a cabo el régimen de Kim Jong-un. Aquel 14 de septiembre del 2017, un día después del partido, Dovale y sus compañeros del Bengaluru vivieron desde adentro el lanzamiento de un misil que sobrevoló Japón.
"Justo el último día, en el que nos íbamos, cuando nos levantamos por la mañana pusimos las noticias y vimos que esa madrugada Corea del Norte había lanzado un misil que sobrevoló Japón. Ahí la verdad que no nos preocupamos pero sí dijimos: 'Vaya, después de estos cinco días que estuvimos aquí, con todo lo que se estaba hablando y tal, no pasaba nada. A ver si ahora justo el día que nos vamos va a haber cualquier problema y van a empezar con la tensión todavía más agresiva. A ver si no hay ningún problema para irnos'. Pero no, evidentemente no hubo ningun problema porque nos fuimos", rememora.
"Al ver las noticias –asegura– te ponías un poco nervioso por lo que estaban diciendo. También nuestras familias en casa estaban un poco expectantes ante la situación, pero en la calle la gente parecía super tranquila. Que aquello no era realmente una situación tan tensa o que no les preocupaba o que no sabían. Como el idioma es una barrera grande y el abecedario es diferente, no sabíamos nada de lo que pasaba ahí".
La conectividad a Internet era nula, el acceso a la información restringido y las llamadas telefónicas un lujo digno de millonarios. En ese contexto contrario a la globalización que impera en el planeta, vivió este deportista que militó en el pasado en el Kansas City de Estados Unidos: "En el hotel no teníamos Wi Fi, no hay televisión, no hay señal. Estábamos incomunicados. Había un teléfono para llamar al extranjero pero te costaba 4 dólares el minuto llamar, por lo cual la llamada era 'hola qué tal, estamos todos bien y nos vemos pronto'".
"En la televisión sólo teníamos tres canales de la televisión de Corea del Norte. Aparte también teníamos la CNN y Al Jazira, que eran las únicas cadenas internacionales. En esos días estaban replicando constantemente el tema de la sanciones a Corea del Norte –detalla–, el tema de la tensión entre Trump y el líder de Corea del Norte. Se veía como una situación muy agresiva y violenta, pero nosotros lo que percibíamos en la calle era todo lo contrario. Muchísima tranquilidad, sosiego. Tampoco sabemos si ellos, la población, realmente percibía esa tensión y sabía cuál era la situación política en ese momento".
"En la TV, en los tres canales coreanos que había, pasaban constantemente imágenes, videos y noticias sobre militares y generales. Sobre el líder saludando a poderes militares. Aviones de combate o saludando a generales en barco, pero eso era en la televisión. En la calle no había nada de eso", describe. "Sí hacían referencia a situaciones respecto a Estados Unidos por lo que veías en las imágenes, pero no sabías lo que decían o si decían algo como que la situación fuera preocupante", añade.
LA NORMALIDAD DE UN PARTIDO DE FÚTBOL
El encuentro de ida se había jugado en India casi un mes antes del choque de vuelta y fue triunfo 3-0 del elenco de Dovale. El choque de vuelta se llevó a cabo en el Estadio Rungrado Primero de Mayo de Pyongyang, que tiene una capacidad para 114 mil personas.
"En lo referente al fútbol la verdad que fue todo normal. El estadio era enorme pero no estaba ni mucho menos lleno. Habría 15 mil o 20 mil personas, el estadio se veía medio vacío", refleja sobre un cotejo del que no existe material fílmico.
"La gente animaba haciendo mucho ruido, con tambores, megáfonos y canciones. La gente los animó constantemente de forma bastante ruidosa y parecido a lo que podría ser a cualquier otro estadio en el mundo", compara.
El deportista reconoce que la experiencia fue "muy extraña" por todo lo que rodeaba al compromiso pero durante los 90 minutos que duró el evento que finalizó 0-0 las diferencias del entorno no se reflejaron de ningún modo.
Dovale es un verdaderos trotamundos. Eligió al fútbol como un motor para conocer nuevas culturas. Pasó por Europa, Asia y América del Norte. El balón lo hizo conocer el régimen de Kim Jong-un y su meta, ahora, es la de vivir la pasión que despierta el balón en Sudamérica: "El fútbol no sólo es dinero, a mí me encantaría que el fútbol me sirviera para poder conocer otros país. Es muy enriquecedor".
El mercado de pases volverá a abrirse a mitad de año y el mediocampista que supo ser una pieza clave en el Celta ofrece su deseo de encontrar una nueva aventura en Argentina, Uruguay o Brasil para sentir en primera persona la experiencia de jugar la Copa Libertadores: "Ojalá se pueda dar". En su listado, un destino ya aparece tachado. Quizás en unos pocos meses pueda marcar con una cruz otro más.
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