"Campeona, feminista, activista". Esas son las tres palabras que titulan la biografía de Hope Solo en su sitio web oficial y que no solo la definen como una deportista exitosa, sino también como una mujer que aprovecha la visibilidad de sus logros para apostar por una verdadera transformación social.
A los 36 años, la futbolista tiene un nuevo objetivo entre ceja y ceja: ser la primera presidenta de la Federación de Fútbol de los Estados Unidos (USSF, según su sigla en inglés). La legendaria arquera de la selección de ese país busca acceder a un puesto directivo para, de una vez por todas, poner en práctica aquello por lo que tanto peleó como jugadora: la igualdad de derechos entre mujeres y varones.
El próximo 10 de febrero, Solo será una de las candidatas que se presentará en las elecciones de la entidad que rige el fútbol de los Estados Unidos. No será la única mujer ya que entre los ocho postulantes también está la ejecutiva de marketing Kathy Carter, quien ha sido señalada como aliada a la actual conducción. Será la primera renovación de autoridades de la Federación en 12 años, luego de que Sunil Gulati – el actual presidente- anunciara que no irá por un nuevo mandato, decisión que se desencadenó debido a que la selección masculina no logró la clasificación al Mundial de Rusia 2018.
Aunque aún no ha anunciado de manera oficial su retiro como jugadora, Solo hoy parece estar más ligada a los asuntos directivos que a la actividad dentro del campo de juego. Los enormes logros colectivos e individuales que consiguió en sus 17 años en la selección de Estados Unidos (202 partidos jugados, dos medallas olímpicas de oro -Beijing 2008 y Londres 2012- y el Mundial del 2015) la llevaron a convertirse en una referente. Pero su influencia no solo se limitó al juego, sino que fue más allá: desde sus inicios buscó visibilizar las desigualdades -sobre todo, las económicas- que existen entre varones y mujeres en el fútbol estadounidense y no temió enfrentarse a los poderosos al hacer públicas sus denuncias.
"Somos las mejores del mundo, tenemos tres copas mundiales y cuatro campeonatos olímpicos, pero a los varones les pagan más solo por asistir de lo que nos pagan a nosotras por ganar", reclamó Solo en 2016, cuando junto a cuatro compañeras de la selección presentó una demanda federal debido a la brecha salarial que existía -y que aún existe- entre los integrantes de la selección masculina y las de la femenina.
Los datos ya por aquel entonces eran alarmantes: ellas cobraban un 40% del valor que percibían sus colegas masculinos, cuando sus aportes a la Federación en base a sus triunfos y campeonatos eran mucho mayores.
"Entre 2000 y 2016 la selección femenina aportó 20 millones de dólares en ingresos, mientras que los hombres tuvieron cinco millones de pérdidas. Desde el 2015 hasta hoy, el partido con mayor audiencia ha sido uno femenino", señaló recientemente la arquera para dejar en claro la injusticia y, sobre todo, la falta de argumentos válidos en los que se basa la diferencia en los pagos (un varón puede llegar a cobrar 18 mil dólares por ganar un amistoso, mientras que las mujeres solo llegan a 1350).
Las denuncias le valieron serias represalias a Solo, que en 2016 fue suspendida de la selección por seis meses. Las autoridades sostuvieron que la sanción se debió a su conducta antideportiva al llamar "cobardes" a las jugadoras de Suecia por haber utilizado un sistema de juego muy defensivo durante un partido de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Sin embargo, la arquera aseguró que fue un castigo por sus constantes reclamos públicos de paridad y por dejar expuestas las falencias de los dirigentes.
El temor nunca fue una característica de su personalidad, forjada a base de duras experiencias en su niñez. Solo fue concebida en la cárcel, durante una visita de su madre a su padre, que estaba tras la rejas. Se crió junto a su hermano en un ambiente hostil y violento, algo que se profundizaba por la adicción al alcohol de su madre. Cuando tenía seis años, su padre -que era un ex combatiente de Vietnam y que ya estaba en libertad tras su paso por prisión- la llevó de vacaciones y la abandonó. Fue encontrada días más tarde, durmiendo en las calles junto a su hermano.
Su estilo frontal también le permitió hablar de temas que muchas veces suelen ser tabú para otras futbolistas de más bajo perfil. En una entrevista reciente concedida al portal de la selección femenina de Estados Unidos, habló de cómo las jugadoras son medidas con la vara de los parámetros estéticos, muchas veces por sobre sus capacidades deportivas.
"En el mundo del deporte femenino, buena parte del éxito viene del campo de juego pero muchísimo más fuera de él. Se proyecta una mirada sexual sobre el deporte femenino que no se da en el masculino. Tuve que negociar con una serie de decisiones desde un punto de vista ético. La mayor parte de mis ganancias han venido desde fuera del campo de juego, no en él. En un hombre es lo contrario. Si quería ganar mucho más, tenía que hacer sesiones de fotos, apariciones en televisión y otras cosas con las que no me sentía a gusto. Me convencieron para hacer sesiones de fotos en Playboy y Maxim, pero nunca salí desnuda. Sólo quería ser reconocida como deportista", señaló Solo.
Como feminista, la arquera también ha manifestado su apoyo al "Me too", el movimiento que ha sacado a la luz los acosos que han sufrido las mujeres en la industria del espectáculo en Estados Unidos, sobre todo en Hollywood. En ese marco, acusó al ex presidente de la FIFA, Joseph Blatter, de haberle tocado el trasero durante la ceremonia de entrega del Balón de Oro en 2013. "Desearía que más mujeres, especialmente en el fútbol, hablaran de lo que está pasando, de sus experiencias", recalcó, dejando al desnudo que la violencia sexual no es ajena al mundo del deporte.
En el tramo final de su campaña en busca de la presidencia de la Federación, la futbolista jugó una última carta. Días atrás, presentó un reclamo formal ante el Comité Olímpico de los Estados Unidos, alegando que la USSF no cumple con su obligación fundamental de desarrollar el fútbol en el país. Sostiene que la alianza con la Major League Soccer (MLS) y la entidad que se encarga del marketing ha convertido a la Liga masculina en la gran prioridad, en detrimento de la promoción del juego entre los jóvenes, de los equipos femeninos y del status de las selecciones en el plano internacional. Asimismo, acusa a los directivos de hacer a la disciplina "inaccesible" para gran parte de la población, acentuando las desigualdades. "En el sistema actual, yo no hubiese tenido la chance de ir por mis sueños", planteó.
Sin miedo a mostrarse a combativa, Solo va por una nueva ilusión. Quiere encabezar una revolución en el fútbol de los Estados Unidos y así lograr que las discriminaciones que sufrió en base al género sean solo un mal recuerdo del pasado.
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