El 2018 recién comienza pero Roger Federer ya se encargó de grabar uno de los momentos del año: sus lágrimas incontenibles durante su discurso como campeón del Abierto de Australia traspasaron todos lo posible. A sus 36 años, 5 meses y 20 días ganó su 20° título de Grand Slam pero para el suizo, que lloraba como un niño, parecía que hubiese sido el primero.
Es que en la vida del legendario tenista nacido en Basilea el 8 de agosto de 1981 muchas cosas parecen ser pero no son. Parecía en sus inicios que no podría domar su personalidad irascible (tiene colección de raquetas rotas de aquellos tiempos) y lo hizo. Cuando lo logró y comenzó a erigirse en el mejor parecía que Roland Garros se le negaría siempre, pero lo gano en 2009. Parecía que luego de su título en Wimbledon 2012 ya no podría ganar más torneos de Grand Slam y estuvo cinco años sin hacerlo. Muchos le auguraron el final, el camino del retiro pero volvió nadie sabe bien cómo ni por donde y desde entonces obtuvo tres Majors más.
El de hoy fue sin dudas más que especial. A sus más de 36 años Federer parece sorprender de Federer.
LEA MÁS
INFOBAE DEPORTES