Un funcionario de la Conmebol contactado por Infobae detalló cómo tras la caída del paraguayo Nicolás Leoz del sillón presidencial de la Conmebol, el ex hombre fuerte del fútbol argentino, Julio Grondona, pretendió llevar la sede de la Confederación a Buenos Aires. Las razones: una conspiración de alguien que hoy está siendo juzgado.
El empleado, a quien llamaremos el "informante" para resguardar su identidad, comenzó su relato haciendo un poco de historia.
Hacía el 2013, cuando comenzaron las turbulencias para el paraguayo Nicolás Leoz, presidente desde hacía 27 años de la Confederación Sudamericana de Fútbol, por denuncias de irregularidades en el manejo de fondos de la Confederación, también comenzaron las intrigas y conspiraciones sobre el sucesor del dirigente paraguayo.
Finalmente, acosado por hechos de corrupción y por pedido expreso del entonces presidente de FIFA, Joseph Blatter, Nicolás Leoz deja la presidencia el 30 de abril de 2013.
Quien estaba en ese momento como segundo en la línea de mando, era el uruguayo Eugenio Figueredo, ya que el mismo ocupaba el cargo de vicepresidente primero.
En consecuencia, Figueredo asumió la titularidad en la Confederación para completar el mandato de Leoz que era hasta abril del 2015, yendo a Asunción las veces que fuera necesario, pero evidentemente haciendo una administración a distancia de la institución ubicada en Luque, a escasa distancia del aeropuerto Silvio Pettirossi.
Pero algo no andaba bien. En la sede de la Conmebol habían fuertes rumores de que en cualquier momento se venían de vuelta los cambios.
El que estaba detrás de esos rumores era nada más y nada menos que otro paraguayo, Juan Angel Napout, que en ese momento estaba como presidente de la Asociación Paraguaya de Fútbol (APF) y miembro del Comité Ejecutivo de la Confederación.
Napout, quien ya había pedido a Grondona quedarse en el lugar de Leoz (contado por el mismo Alejandro Burzaco en el juicio que se sigue en Nueva York por el FIFA-Gate) operaba fuertemente para desplazar a Figueredo lo antes posible.
Grondona le había "bajado el pulgar" a Napout por ser muy amigo del uruguayo a quien demostró su respaldo hasta sus últimos días.
Fue en ese momento que, viendo los movimientos conspirativos que se gestaban en el seno de la Conmebol, Grondona piensa en trasladar la sede de la matriz futbolera a la capital argentina.
El rumor de la mudanza era cada vez más fuerte y todos los funcionarios, especialmente los que tenían muchos privilegios dentro de la institución, estaban muy atemorizados ante lo que pudiera ocurrir respecto a la sede de la institución.
Decían incluso que Grondona ya tenía un edificio para la Conmebol en la capital argentina, en propiedades que eran de la AFA.
El plan del argentino como protección a Figueredo era trasladar la sede a Buenos Aires, donde Grondona podría tener mayor control sobre la institución y también, estratégicamente, eso significaba que muchos colaboradores del primer anillo de Leoz no iban a poder ir a trabajar a la dicha ciudad, permitiendo la cesación de los mismos para dar los cupos a gente del entorno.
Sin embargo, todo este plan se desploma con el fallecimiento de Grondona, el 30 de julio de 2014, así como cayó también la protección a Figueredo.
El paraguayo ya había adelantado bastante su proyecto golpista. Una de las personas que habría colaborado en ese proyecto fue Washington Riveros, también uruguayo y ex presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) que en ese momento fungía de "delegado de partidos", un cargo inventado para los amigos.
Juan Angel Napout estaba juntando votos para echarlo al uruguayo y supuestamente Riveros, quien en su momento fue jefe de Wilmar Valdez, operó para contar con el voto de este último, que por entonces estaba como presidente de la AUF.
Hubo varios contactos entre Napout y Riveros pidiéndole que asegure el voto de Valdez para el derrocamiento de Figueredo, a lo que el "delegado de partidos" respondió "no te preocupes que ese voto ya está asegurado".
De esta forma fueron sumando los adeptos al plan golpista hasta que el 8 de agosto de 2014, apenas una semana después de que Grondona sea sepultado en el cementerio de Avellaneda, se consumó el derrocamiento de Eugenio Figueredo con una simple votación en reunión de Comité Ejecutivo y no a través de una votación de la asamblea.
Hasta ahora no se sabe bajo qué figura, ni qué reglamento o normativa fue utilizado. Lo cierto y lo concreto es que Figueredo quedó fuera y Napout llegaba a la cúspide de la Conmebol. El uruguayo nunca aceptó esa votación pero tuvo que asumir ante la decisión de la mayoría lograda estratégicamente por Napout.
Posteriormente y ya con el poder que le brindaba esa votación de agosto de 2014, Napout consiguió cómodamente ser electo de nuevo presidente de la Conmebol en marzo de 2015 ya con la legitimidad de una Asamblea General y con ello se mantuvo firme la sede del organismo en la ciudad de Luque, Paraguay.
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