La vuelta del repechaje entre Italia y Suecia se jugó en un marco de tensión en Milán, ya que el seleccionado local no pudo clasificar a la próxima Copa del Mundo, hecho que no sucedía desde el Mundial de 1958.
La primera polémica ocurrió antes de los 15 minutos del primer tiempo. La pelota pegó claramente en el brazo derecho de Matteo Darmian, que al estar extendido evitó que el balón se filtrase entre la defensa. El reclamo del equipo visitante se hizo sentir pero el árbitro español Antonio Miguel Mateu Lahoz no consideró el contacto como mano.
Minutos después, Emil Forsberg encabezó la contra sueca se metió en el área y cuando enganchó, el defensor Andrea Barzagli puso su brazo derecho para interrumpir el trayecto del esférico y cortar el ataque. En este caso el juez no sólo ignoró el penal, sino que además amonestó al futbolista escandinavo por su protesta desmedida.
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