La familia de Aaron Hernandez demandó a la NFL y reabrió la polémica por las secuelas irreversibles que deja el deporte

La ex estrella de fútbol americano, quien se suicidó en prisión, sufría de una etapa avanzada de enfermedad cerebral degenerativa

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El ex ala cerrada de los Patriots de Nueva Inglaterra Aaron Hernández volvió a ser noticia después de haberse dado a conocer, por parte de su abogado, que sufría daños cerebrales graves.

Hernandez, quien se suicidó en la celda de la prisión de Massachusetts, donde cumplía condena de cadena perpetua por asesinato, sufría de un "severo" CTE (Encefalopatía Traumática Crónica, por sus siglas en inglés) cuando decidió quitarse la vida, un tipo de trastorno neurológico que se ha encontrado en numerosos ex jugadores muertos de la NFL.

La información sobre Hernández salió a la luz en un informe de la policía estatal, que recogía las aportaciones del abogado del ex jugador de origen puertorriqueño.

El cerebro de Hernandez fue donado por sus familiares luego de su muerte para que lo examinase la doctora especialista Ann McKee en la universidad de Boston.

El diagnóstico, fue etapa 3 de CTE (la máxima es 4), además mostró imágenes del cerebro donde se muestra una atrofia cerebral temprana, poco común a la edad de los 27 años, que era los que tenía Hernández cuando se suicidó.

Un estudio anterior de McKee, que fue publicado este año en The Journal de la Asociación Médica Americana, concluyó que de 111 cerebros de jugadores fallecidos de la NFL que fueron examinados, se encontró que 110 tenían CTE.

Hernandez se colgó a sí mismo en la prisión donde servía una sentencia de por vida sin posibilidad de salir en libertad debido al asesinato de Odin Lloyd, un ex jugador semiprofesional.

Sin embargo, se le había encontrado no culpable en el doble homicidio de Daniel de Abreu y Safiro Furtado en 2012, lo que le daba opciones legales a que pudiese buscar un nuevo juicio del caso anterior.

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