El 5 de mayo del 2017, la vida de Conor McGregor dio un giro de 180 grados tras el nacimiento de su primer hijo, el pequeño Conor Jack. A pesar de demostrar que es un luchador muy completo y profesional, tiene una debilidad con nombre y apellido.
"Hay una gran noticia para los McGregors y los Devlins", anunció en aquel entonces, Tony, el padre de la estrella de UFC, en la puerta del Coombe Maternity Hospital, en Dublin. "El bebé pesó 3 kilos y medio. Toda la familia esta encantada", agregó.
El irlandés no se sube a un ring desde noviembre del 2016, momento en el que confirmó que iba ser padre. En medio de los preparativos para su paternidad, se concretó la pelea ante el estadounidense y fue a partir de ese momento donde dividió su tiempo en sus dos amores: la lucha y su primogénito.
Para la cámara y sus fanáticos muestra su faceta más ruda. Sus amenazas y su agresividad a la hora de subirse al octágono lo hacen ver como un hombre fuerte, sin debilidades. Sin embargo, existe una flaqueza llamada Conor Jack, a pesar de que él mismo aseguró ser "más peligroso y despiadado".
En declaraciones a Eurosport en Las Vegas, McGregor se mostró maravillado con su rol de padre: "La paternidad es una cosa increíble, porque me hizo darse cuenta de lo que es importante".
Es la primera vez que, a la hora de entrenar, lo hace bajo la atenta mirada de su hijo. Antes de subir al cuadrilátero, para comenzar con una nueva sesión, se toma un tiempo para besarlo y hacerlo reír.
El pequeño es su orgullo, muy por encima de todo lo que pudo conseguir dentro de la UFC y así lo demuestra en su cuenta de Instagram, en la que además de publicar el día a día de sus entrenamientos de cara a la gran pelea en Las Vegas, también comparte cientos de fotos con el niño.
Quedan sólo 48 horas para la 'Pelea del Dinero', donde estarán los tres. Conor McGregor arriba del ring y Dee Devlin, su incondicional esposa, junto a Jack alentándolo en las gradas.
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