En 1963 las pantallas gigantes de las principales salas del mundo occidental transmitieron "El partido de la muerte", la película que llevaba a la ficción la historia de un grupo de ucranianos que le había hecho frente a los soldados nazis y había sentenciado su propia muerte.
Según cuentan desde Kiev, ciudad en la que se disputó el encuentro, un equipo conformado exclusivamente por ucranianos venció el 9 de agosto de 1942 a un elenco conformado íntegramente por soldados alemanes.
Por haberse negado a realizar el saludo nazi antes del partido y por haberse proclamado victoriosos tras el pitazo final, algunos de los jugadores, entre los que había futbolistas del club Dynamo de Kiev y del Lokomotive, fueron fusilados y otros enviados a un campo de refugiados.
Años después un documental titulado "Los once de la muerte: un partido de fútbol a vida o muerte", reveló que la realidad se despega del mito.
Sí es cierto que el FC Start se había reforzado con algunos futbolistas profesionales y que lograron una cómoda victoria por 5 a 3 ante los soldados. Pero el clima hostil y las amenazas son parte del mito.
Vladlen Putistin, hijo de Mijail Putistin, uno de los jugadores ucranianos, dio testimonio en el documental dirigido por Claus Bredenbrock y contó: "No hubo patadas, nadie dijo a los jugadores que tenían que perder; hubo momentos muy tensos, pero sólo porque el partido fue intenso".
Además, Putistin recordó cómo fue que se llevaron a su padre días después: "El 18 de agosto llegó la Gestapo y fue pronunciando uno a uno los nombres de los jugadores: 'Tal y tal, salid'. Se los llevó a todos para interrogarlos. Querían saber si había miembros del Partido Comunista".
El documental de ESPN
Los motivos de las detención no tuvieron que ver con el resultado del partido, sino que la Gestapo quería saber si entre los futbolistas había algunos capaces de realizar sabotaje o espionaje, según detalló el escritor italiano Mario Alessandro Curletto en el libro "Los pies de los Soviet".
Los futbolistas Nicolai Trusevich, Ivan Kuzmenko y Alexei Klimenko finalmente fueron fusilados ya que el Dynamo tenía fuertes vínculos con la policía secreta soviética. El resto fue derivado a diversos campos de concentración, en donde la mayoría perdieron la vida tiempo después.
Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, la historia se popularizó y aquellos futbolistas hoy son considerados héroes, porque a pesar del triste desenlace, quedaron en la historia por haber vencido a los nazis, aunque sea, en un partido de fútbol.
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