Los escritores Paul Auster y Lydia Davis atraviesan el peor momento de sus vidas

La muerte por sobredosis de su primogénito Daniel, apenas 5 meses después del fallecimiento de la nieta de los autores (una bebé hija de Daniel), supera cualquier relato de ficción que podrían haber escrito jamás

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Paul Auster y Lydia Davis, padres de Daniel Auster, muerto este jueves 28 de abril por sobredosis
Paul Auster y Lydia Davis, padres de Daniel Auster, muerto este jueves 28 de abril por sobredosis

La muerte de una bebé de 10 meses por sobredosis de fentanilo y heroína. Y cinco meses después, la muerte por sobredosis de su padre de 44 años, acusado del “homicidio accidental” de la pequeña. Espeluznante historia de la vida real. Pero bien podría ser el inicio de una novela que explore en los complejos recovecos del alma humana, la caída al infierno de una adicción o en una problemática situación familiar salpicada por vaivenes emocionales de toda clase. Ahora bien, el padre y la madre del hombre, abuelos de la bebé, son escritores de prestigio y fama mundial: Paul Auster y Lydia Davis.

Si de cajas chinas se trata -así se ha definido más de una vez como marca distintiva el estilo narrativo de Paul Auster, por ejemplo-, la situación que atraviesan los autores en la vida real, ahora mismo, supera cualquier relato de ficción.

“Gran parte de las 16 novelas de Auster caminarán el abismo del ser hijo y del ser padre sin pretender jamás la redención de un vínculo que parece imposible sin una cuota de desgracia”. La frase del premio de novela Alfaguara 2022 Cristian Alarcón, pronunciada durante su discurso laudatio de Auster, cuando la Universidad de San Martín le otorgó un doctorado honoris causa (mayo de 2014) cobra inesperada resonancia, amplificada por la noticia policial que inundó las redacciones del mundo este jueves. El recuerdo de la entrevista abierta que Auster brindó en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires en 2018, surge nítido: cuando le preguntaron por la relación con su hijo, se pudo percibir su evidente molestia -al punto de haber amagado a levantarse e irse, cuentan testigos directos de la escena- y apenas respondió con evasivas.

El escritor estadounidense Paul Auster. EFE/Carlota Ciudad/Archivo
El escritor estadounidense Paul Auster. EFE/Carlota Ciudad/Archivo

Paul Auster tiene 75 años. Es novelista, ensayista, traductor, guionista y poeta, uno de los personajes más influyentes del panorama literario mundial. Sus creaciones han sido traducidas a más de 40 idiomas. Fue nombrado Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia, en 1992. También recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, en 2006. Tuvo a Daniel fruto de su relación con Lydia Davis. Tiene otra hija, Sophie, con su segunda esposa -la novelista Siri Hustvedt.

La complejidad de sus novelas radica en un misterio intrínseco, que muchas veces ronda grandes temas existenciales como la búsqueda de identidad y sentido personal, en muchos casos desde tramas que coquetean con el relato policial clásico. A lo largo de muchos libros, Auster pulió este tipo de ambivalencia al cruzar existencialismo y novela negra. Como si Raymond Chandler se encontrase con Jorge Luis Borges, seguramente en Nueva York. Detrás de ese particular estilo, subyace la tentación de buscar -de manera recurrente desde hace cuatro décadas- elementos de autobiografía en sus relatos.

La madre de Daniel, Lydia Davis es considerada como una de las cuentistas más relevantes de la escena contemporánea, traductora al inglés de obras de Proust, Flaubert, Foucault, Blanchot y Leiris, y del holandés A. L. Snijders, bien considerada crítica literaria y profesora de escritura creativa en la Universidad de Albany.

Reconocida como una de las mejores narradoras de relato breve de Norteamérica, Davis recibió una prestigiosa beca de la Fundación McArthur en 2003, por su mérito excepcional en el ámbito de la narrativa. Desde 2005, es miembro de la Academia Norteamericana de Artes y Ciencias, y en 2013 recibió el premio bienal Man Booker Internacional. Vivió en Buenos Aires a mediados de los años 60, cuando tenía 18 años y conoció a buena parte de la élite cultural porteña de ese tiempo. Esa estancia, reconoce, la inspiró para escribir relatos como “Caminos”, “Las mucamas odiosas” o “El problema con la aspiradora”.

Lydia Davis, madre de Daniel Auster (Photo by David Levenson/Getty Images)
Lydia Davis, madre de Daniel Auster (Photo by David Levenson/Getty Images)

Ficción y realidad en Paul Auster

La obra de Auster abunda en estas cuestiones y ha abordado desde diversas perspectivas, ciertas pequeñas grandes tragedias familiares, descriptas en general con una leve melancolía detrás de la frialdad con que a veces se sucede el relato. La invención de la soledad (1982) describe el vínculo de ausencia con su padre, muerto a los 67 años. Esa repentina muerte sacudió la vida del autor: todas las preguntas pendientes quedaron sin responder. Entonces comenzó a escribir una memoria en torno a una figura que siempre le resultó elusiva. Esa novela apoyada en la memoria, la soledad y las conjeturas de la ficción, habría de introducir su nombre y apellido como escritor relevante del panorama literario mundial. “Era una masa textual informe, pero allí estaban los argumentos de mis primeras cinco novelas. Gracias a la disciplina y la experiencia que adquirí escribiendo La invención de la soledad conseguí convertirlos en La trilogía de Nueva York, El palacio de la luna y El país de las últimas cosas”, repasó sobre aquel momento.

La noche del oráculo (Oracle Night, 2004) resuena hoy junto con la noticia de la detención de su hijo Daniel. Auster le dijo a The Paris Review que la escribió en “un trance”, y que se lee, de hecho, como un sueño que vuelve -como en casi todas sus novelas- con una extraña desorientación y esas telarañas de subtramas que brotan y a la vez, conectan con un sentido superior de entendimiento. Trata sobre dos novelistas de Nueva York cuya escritura es una exploración profunda de sus relaciones personales. Uno de ellos, veterano y frustrado por la vida, Trause, enfrenta los demonios interiores que lo abordan cada vez que entra en acción un hijo adicto a las drogas, hasta llegar a una violenta escena final. El breve prontuario de su hijo Daniel, difundido junto con la difusión de la noticia, coquetea con esa ficción.

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La sombra de la tragedia familiar que se cierne sobre el universo aparentemente -hasta hoy- placentero de dos escritores de prestigio mundial como Paul Auster y Lydia Davis disparará análisis literarios-psicológicos de todas las novelas, cuentos, ensayos y poemas que hayan escrito. La puerta entreabierta de toda su obra, es un invitación para todo tipo de búsqueda (morbosa inclusive). Si se tratara de una historia propia del universo austeriano, varias de esas historias que van sucediendo a la par, conducirían a un final abierto. Cuánto de todo aquello roza, siquiera, con el verdadero drama que afronta en este momento. Claramente, una vez, la realidad supera a la ficción.

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