La muerte de una bebé de 10 meses por sobredosis de fentanilo y heroína bien podría ser el inicio de una novela que explore en los complejos recovecos del alma humana, la caída al infierno de una adicción o en una problemática situación familiar salpicada por vaivenes emocionales de toda clase. Para sumar atractivo, el acusado de homicidio por negligencia podría ser el hijo de un escritor de fama global que, a su vez, ha tocado el tema de las complejas relaciones familiares en varias de sus novelas. Un par de semanas después de ese episodio, el hijo del autor bestseller muere de sobredosis. Si de cajas chinas se trata -así se definió más de una vez como marca distintiva el estilo narrativo de Paul Auster-, la situación familiar que atravesó en la vida real superó cualquier relato de ficción.
Daniel Auster fue detenido el 16 de abril de 2022 por la policía de Nueva York, acusado de “homicidio involuntario y negligente” tras el fallecimiento por sobredosis de su hija de diez meses. El hijo mayor del escritor, que entonces tenía 44 años, estaba cuidando a su hija Ruby el 1 de noviembre de 2021 cuando llamó a la policía en su residencia del condado de Brooklyn. Los servicios de emergencia que acudieron a su vivienda encontraron a la niña inconsciente y la trasladaron al Methodist Hospital, donde se confirmó su fallecimiento. Meses después, la autopsia reveló que la menor sufrió una sobredosis de fentanilo y heroína.
Según la denuncia penal, citada por medios estadounidenses, Daniel Auster declaró que se inyectó heroína y se acostó a dormir junto a su hija. Cuando despertó, la niña no respondía. Poco menos de dos semanas, murió por una sobredosis. El Departamento de Policía de Nueva York dijo fue encontrado inconsciente en una plataforma del metro, en Brooklyn, el 20 de abril. Los agentes le practicaron reanimación cardiopulmonar y fue trasladado en condición estable, pero murió seis días después.
El historial de Daniel Auster con las drogas era de larga data. En 1996 se había declarado culpable de poseer 3 mil dólares que le habían robado a André “Ángel” Meléndez, un presunto narcotraficante que había sido asesinado. Entonces cumplió la pena en libertad condicional. Paul Auster se negó a emitir declaración pública alguna, ni tras la muerte de su nieta Ruby, y tampoco luego del fallecimiento de su hijo Daniel. De hecho, todos estos tristes acontecimientos coincidieron en el tiempo con su enfermedad de cáncer que llevaba padeciendo desde hace siete años.
El cuadro familiar se completaba con la madre de Daniel: Lydia Davis es considerada como una de las cuentistas más relevantes de la escena contemporánea, traductora al inglés de obras de Proust, Flaubert y Foucault. Reconocida como una de las mejores narradoras de relato breve de Estados Unidos, recibió una prestigiosa beca de la Fundación McArthur en 2003, por su mérito excepcional en el ámbito de la narrativa. Desde 2005 es miembro de la Academia Norteamericana de Artes y Ciencias, y en 2013 recibió el premio bienal Man Booker Internacional. Vivió en Buenos Aires a mediados de los años 60, cuando tenía 18 años y conoció a buena parte de la élite cultural porteña de ese tiempo. Esa estancia, reconoce, la inspiró para escribir relatos como “Caminos”, “Las mucamas odiosas” o “El problema con la aspiradora”.
Ficción y realidad
La obra de Auster abunda en estas cuestiones y ha abordado desde diversas perspectivas, ciertas pequeñas grandes tragedias familiares, descriptas en general con una leve melancolía detrás de la frialdad con que a veces se sucede el relato. La invención de la soledad (1982) describe el vínculo de ausencia con su padre, muerto a los 67 años. Esa repentina muerte sacudió la vida del autor: todas las preguntas pendientes quedaron sin responder. Entonces comenzó a escribir una memoria en torno a una figura que siempre le resultó elusiva. Esa novela apoyada en la memoria, la soledad y las conjeturas de la ficción, habría de introducir su nombre y apellido como escritor relevante del panorama literario mundial. “Era una masa textual informe, pero allí estaban los argumentos de mis primeras cinco novelas. Gracias a la disciplina y la experiencia que adquirí escribiendo La invención de la soledad conseguí convertirlos en La trilogía de Nueva York, El palacio de la luna y El país de las últimas cosas”, repasó sobre aquel momento.
La noche del oráculo (Oracle Night, 2004) resuena hoy junto con la noticia de la detención de su hijo Daniel. Auster le dijo a The Paris Review que la escribió en “un trance”, y que se lee, de hecho, como un sueño que vuelve -como en casi todas sus novelas- con una extraña desorientación y esas telarañas de subtramas que brotan y a la vez, conectan con un sentido superior de entendimiento. Trata sobre dos novelistas de Nueva York cuya escritura es una exploración profunda de sus relaciones personales. Uno de ellos, veterano y frustrado por la vida, Trause, enfrenta los demonios interiores que lo abordan cada vez que entra en acción un hijo adicto a las drogas, hasta llegar a una violenta escena final. El breve prontuario de su hijo Daniel, difundido junto con la difusión de la noticia, coquetea con esa ficción.
“Gran parte de las 16 novelas de Auster caminarán el abismo del ser hijo y del ser padre sin pretender jamás la redención de un vínculo que parece imposible sin una cuota de desgracia”. La frase del premio de novela Alfaguara 2022 Cristian Alarcón, pronunciada durante su discurso laudatio de Auster cuando la Universidad de San Martín le otorgó un doctorado honoris causa (mayo de 2014), cobró inesperada resonancia cuando se dieron a conocer las noticias policiales de alto impacto, en abril de 2022.
La complejidad de las novelas de Paul Aus radica en un misterio intrínseco, que muchas veces ronda grandes temas existenciales como la búsqueda de identidad y sentido personal, en muchos casos desde tramas que coquetean con el relato policial clásico. A lo largo de muchos libros, Auster pulió este tipo de ambivalencia al cruzar existencialismo y novela negra. Como si Raymond Chandler se encontrase con Jorge Luis Borges, seguramente en Nueva York. Detrás de ese particular estilo, subyace la tentación de buscar -de manera recurrente desde hace cuatro décadas- elementos de autobiografía en sus relatos.