El escritor barcelonés Javier Pérez Andújar bromea al asegurar que su última obra, “El año del Búfalo”, último premio Herralde de Novela, no es en realidad una novela, si bien considera que “la novela lo aguanta todo”, incluidos los artefactos literarios que se salen de la norma.
En una entrevista con EFE, Pérez Andújar, precisa al respecto que “una novela lo es todo, cualquier cosa, y con la novela pasa como con ser español en tiempos de Cánovas y de Castelar, es lo que no puede ser otra cosa, la novela lo aguanta todo”.
Recuerda el autor que “hay mil tipos de novelas diferentes, las bizantinas, las de caballería, las pastoriles, las policíacas, las de terror, las de ideas, las del ‘nouveau roman’, que prescindían de la trama y los personajes”.
Aunque siempre se piensa en la idea decimonónica de novela, un tronco central en el que estarían Dickens, Balzar, Stendhal, Verne o Galdós, en verdad esa literatura tiene “muchas raíces previas diferentes y mil ramificaciones posteriores”, y al final, añade, sería como decir que “Mulholland Drive” de David Lynch no es una película porque no se parece en nada a “Centauros del desierto” de John Ford.
“El año del Búfalo” (Anagrama), “una novela rara”, como el propio autor reconoce, explica la vida de un escritor finlandés hispanófilo y comunista llamado Folke Ingo, que resulta ser el autor de las andanzas de cuatro artistas de una generación sin suerte que, tras haber perdido sueños e ideales, se recluyen en un garaje donde un buen día aparece una extraña criatura que les propone un pacto siniestro.
Sin pretender escribir novelas generacionales, Pérez Andújar siente que en todos sus libros se acumulan sus “cosas”: “Mis fantasmas, mis sombras, mis traumas, busco objetos enterrados dentro de mí para examinarlos a la luz del día actual, y más que un escritor cultural, lo soy vivencial, siempre tengo que volver al álbum de cromos”.
Entrelazar las numerosas historias que atraviesan el hilo narrativo no fue difícil para el autor, pues “se van uniendo solas por el camino”, y a pesar de que no tiene un plan previo, existe un “orden cósmico” que armoniza todo.
Admite Pérez Andújar que su novela pueda ser “levemente surrealista, pero sobre todo es rebelde”, y a pesar de que sea fruto de “una escritura compulsiva”, que se acercaría a “la belleza convulsa de André Breton”, en ningún caso significa que sea fruto de la escritura automática. “Al día siguiente, lo corrijo todo”.
Muchos de los pasajes de “El año del Búfalo” suceden en 1973, otros en 1985 y más años, recorriendo los sucesivos años del Búfalo del siglo XX, su “pequeño homenaje a ‘Rayuela’, de Cortázar, otra novela que se aparta estructuralmente de lo habitual”.
Para el escritor de “La noche fenomenal”, 1973 “marcó una frontera de un estado de ánimo optimista mundial al pesimismo que le sucede”, con “el fracaso de las revoluciones, del hipismo, del 68, la descolonización de los países del llamado Tercer Mundo que se independizaron en los años 60 pero que en los 70 se vieron dependientes de nuevo de un bloque o de otro. Todo aquel pesimismo ha ido in crescendo y ahora mismo vivimos una época oscura”.
En las páginas del cuaderno de Folke Ingo, el escritor muestra a modo de salmos, “una especie de letanía o de rosario” por donde va desfilando, uno tras otro, todo su “santoral literario”, esos autores que le han inspirado, entre ellos Camilo José Cela, de quien se homenajea el libro “Oficio de tinieblas 5″.
Desde un punto de vista estructural, destacan las notas a pie de página que se incluyen en la novela, que “se convierten asimismo en voces narrativas y compiten con la aparente narración principal, hasta el punto de que dan un golpe de estado y toman la parte de arriba del libro para imponerse, aunque finalmente acaban derrocadas”.
En este punto, hay una relación con lo que se está narrando, pues la novela habla de rebeldes con causa, idealistas asesinados, líderes revolucionarios, guerrilleros convertidos en jefes de Estado, golpistas a sueldo y dictadores desde Agostinho Neto hasta Lumumba, desde Franco a Mussolini. “El libro es un ser vivo que explica lo que le está pasando y donde sucede físicamente lo que se cuenta ideológicamente”.
La mirada cáustica a esos revolucionarios que acaban en el traje de dictadores, apunta, le viene de la infancia: “Creo que me la inoculó Hergé y hasta podría confesar que ‘El año del Búfalo’ es un remake secreto de ‘Tintín y los Pícaros’”.
El confinamiento durante la pandemia convirtió a Javier Pérez Andújar en aficionado a las series televisivas, algo de lo que ya se ha curado, pero le gustaron “Endeavour”, “inglesa y muy literaria”, las americanas “The Good Fight” y “Better Call Saul”, la francesas “Au service de la France” y “Oficina de infiltrados”, y las españolas “La casa de papel” y “Antidisturbios”.
Cree Pérez Andújar que “las series son la cultura popular de nuestro tiempo, pero lo malo es cuando nos pensamos que por ver series tenemos un doctorado en filosofía tántrica”.
Con información de EFE
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