Vanessa Londoño: “No estoy segura de que exista un ‘boom’ o auge de escritoras latinoamericanas”

La autora de ‘El asedio animal’ habló con Infobae sobre las problemáticas patriarcales de su tiempo, el gobierno de su natal Colombia, el papel de la literatura en la construcción de memoria y sus búsquedas como escritora

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Vanessa Londoño es autora de 'El asedio animal', un libro hecho de investigación, un ejercicio literario en diálogo con la cartografia que evica los días del Acuerdo de paz en Colombia.
Vanessa Londoño es autora de 'El asedio animal', un libro hecho de investigación, un ejercicio literario en diálogo con la cartografia que evica los días del Acuerdo de paz en Colombia.

Esta joven escritora colombiana tiene la memoria encendida en los recuerdos del Acuerdo de paz de su país, las grandes dificultades para escribir su novela ‘El asedio animal’, las entrevistas que hizo en su diversos viajes por todo el territorio nacional en busca de historias de vida, de episodios, y también de sus propias motivaciones para perseverar en un ideal aunque, después del paso del tiempo, haya dejado de creer en los sacrificios necesarios para escribir desde su lugar.

Vanessa sabe muy bien cuál ha sido su camino, sus dificultades, las históricas, esas que vivieron todas las escritoras, madres, artistas en la historia de la humanidad, se moviliza desde la palabra y la reflexión, incluso si debe alzar la voz por ella misma en un evento multitudinario como el Hay Festival en el que tuvo que defender frente a uno de sus colegas, su derecho a responder una pregunta que desde el público le hicieron exclusivamente a ella. Sus referencias son mujeres de letras, de grandes conversaciones, de debates precisos, apartes incómodos o inconvenientes de la historia y las mujeres, niñas y jóvenes a las que le debe las reflexiones que no teme poner sobre la mesa.

¿Qué significa ‘Asedio animal’ en este momento de su carrera y en medio de un auge de escritoras latinoamericanas?

Trabajé este libro durante muchos años, es un libro que me costó mucho trabajo escribir, no solo en términos de tiempo sino también el sacrificio personal, representa la primera parte de una etapa de aprendizaje y de encontrar de pronto un lugar en la literatura latinoamericana, significa el inicio de una carrera. No estoy segura de que exista ese “boom” o auge de escritoras latinoamericanas, me ubico más en lo que Diamela Eltit dice “ser mujer y hombre debería ser un dato biográfico y no un género literario”, creo que ha habido escritoras latinoamericanas a nivel mundial, en toda la historia de la humanidad que han escrito y que no han sido escuchadas que sus trabajos han sido robados y cuyos lugares han sido usurpados, creo que actualmente hay un fenómeno de labor y de escucha.

Haciendo referencia al episodio con Mabuel vilas en el marco del Hay Festival, que no solo sucedió a usted sino que ya le había ocurrido a otra escritora con con el mismo Vilas, ¿ha sentido replicarse esta dinámica en el recibimiento y en la crítica de su trabajo en el mercado literario?

Lo que pasó en el Hay Festival no es distinto a lo que pasa anónimamente en el día a día de muchas mujeres y no me refiero a mi oficio como escritora, como trabajadora, como hija, como ciudadana, en muchos momentos distintos de la vida doméstica, de la vida profesional, de la vida en sociedad en la que las mujeres somos permanentemente silenciadas; aquí el agravante es que como dice Mary Beard de su libro ‘Mujeres y poder’ en la charla que dio en el British Museum, ella decidió hacer un recuento de cómo las mujeres en los espacios públicos y políticos han sido permanentemente silenciadas, ella diagnóstica en los mitos griegos esta problemática.

En la literatura griega, en ´La Odisea’, Penélope es silenciada por Telémaco y luego nos cuenta cómo Ioo que es una mujer de la mitología griega a la que le cortan la lengua pra que no revele quién fue su violador y luego este personaje es retomado por Shakespeare. Ese silenciamiento de la voz femenina en público cuando me sucedió en ese momento específico del Festival, que era un evento importante, público, multitudinario, me parece que lo mínimo era de pronto buscar un lugar para reflexionar sobre lo que estaba pasando ahí, porque precisamente el gesto de Manuel Vilas de silenciarme y de silenciar un análisis estaba haciendo sobre el patriarcado era precisamente sobre Mary Beard con este recuento histórico que no ofreció hasta Hilary Clinton, me pareció importantísimo hacer el gesto, me salió genuinamente, porque me pareció completamente paradójico que para negar el patriarcado, un escritor español, hombre, se posicionara en un gesto absolutamente patriarcal. Luego de reflexionar sobre lo que pasó luego, que me llamó “delirante”, el típico ejercicio de llamar a una mujer loca porque está hablando en un espacio público, que está explicando precisamente unos problemas patriarcales, creo que era un momento importante para que reflexionáramos todas como comunidad y para que las niñas, las jóvenes y las adolescentes que sufran este tipo de problemas lo puedan identificar y también los hombres pudiera visibilizar cómo se ven cuando tienen este tipo de actitudes.

¿Habló con Manuel Vilas después de eso?

No, esto sucede hacia el final del evento en el Hay Festival, cuando se abre el evento a preguntas de los asistentes y fue quizás la última pregunta. yo me quedo sentada, lo veo venir y efectivamente pensaba que me iba a pedir disculpas, me llama “delirante” y me dice que lo que pasó fue una absoluta falta de respeto con él y además responde con el moderador, los dos en gavilla, literalmente como el patriarcado corrigiéndome, que yo cómo iba a decir que limitar la expresión de la ternura es resultado del patriarcado, me sigue diciendo que es “delirante” lo que yo estoy diciendo. Es más, termino pidiéndole disculpas a Manuel porque él me dice que lo que él hizo es una ‘postilla’ lo que él está haciendo y que eso es parte del debate, el moderador se une a esa conversación y empiezan a reforzar la narrativa de que la que tuvo la culpa fui yo.

Salgo de ahí muy confundida porque genuinamente me sentí violentada y agredida con lo que pasó, y después parte del análisis que hice fue ese “ellos invitándome a mantener el silencio del parto patriarcal de “esto no va a salir de aquí porque la culpa la tuviste tú”, después salgo y me están esperando varias personas, como Sindy, la chica que le levantó a hacer la pregunta en el evento y me dice “la pregunta te la hice a ti, no entendí por qué Manuel quiso contestar. Después de analizar esta escena a gran escala, de la interrupción, de la violencia como tal, del gesto, de que me quitara la palabra, de que me corrigiera, de que me silenciara, luego que me llamó loca, veo que es muy necesario hablar de eso porque no es la primera vez que sufro un abuso de este tipo, ví ahí que permitir ese pacto patriarcal del silencio es permitir que siga ocurriendo esa clase de abusos, creo que es importante visibilizar este tipo de situaciones.

¿Qué motivación tuvo al escribir ‘El Asedio animal’?

No sé si haya una motivación, creo que hay una búsqueda en el lenguaje, una búsqueda por hacer una propuesta de un lenguaje que ha hecho crisis, el lenguaje se vuelve una huella dactilar, por otro lado había un interés por realizar un ejercicio cartográfico sobre un territorio, que es Colombia o es Latinoamérica y quizás ubicar en este territorio una serie de violencias patriarcales, algo que sucede a lo largo y ancho de todo el continente.

¿Qué tanto crees que lectores fuera de Latinoamérica, quizás en lo que se llama “primer mundo” pueden comprender el universo que creaste en este libro en términos de reconocimiento de la realidad de un territorio?

Creo que es muy fácil para un lector latinoamericano ubicarse en el mapa que yo estoy plasmando acá, creo que puede encontrar las coordenadas de su propio territorio, no tiene que pensar que es un territorio ajeno. El libro salió primero en México y la recepción que tuvo el libro allá fue precisamente que podían ubicarlo en un territorio mexicano, el libro sale ahora en Argentina y va a ser traducido también al portugués y creo que eso está pasando porque hay una posibilidad también de espejar su propia realidad, su propio territorio.

Creería que Europa no es necesariamente el ‘primer mundo’, el “primer mundo” está plagado de terceros mundos, son simplemente como satélites que se unen en una búsqueda globalizada y capitalista con la consecuencia que eso supone que es la marginalización de otros territorios. No sé qué lectura pueda tener en esos lugares el libro, el libro sale en mayo de 2022 en España y será traducido al francés, no sé cuál pueda ser la lectura, indudablemente un lector Español pueda sentirse más cercano a lo que cuenta este libro; la apuesta de este libro es que cualquier lector pueda entender que esa marginalización puede evidenciarse aquí y en cualquier parte.

¿Cómo crees que en este momento político y social de Colombia pueda encontrar una sincronía con la historia de ‘El Asedio animal’?

Empecé a escribir este libro durante el Proceso de Paz, era un pacto político de enterrar la realidad en la ficción y dedicarme a escribir ‘no ficción’ de otras cosas pero en este momento justo una reversión de eso que pasó y yo termino de escribir el libro en medio de un tiempo de desmonte clarísimo del Proceso de Paz. Esa circunstancia entra en el libro y la novela termina convirtiéndose en este mapa del cual es imposible salir y que condena a sus personajes a errar infinitamente en este territorio. Me causa mucha tristeza esa forma tan vertiginosa que tiene el texto de explicar otra vez la realidad que tenemos en Colombia.

Siempre pienso en la novela de Helena Garro ‘Los recuerdos del Porvenir’ me parece que ese título sentencia muy bien lo que pasa en Latinoamérica y probablemente lo que pasa en Colombia y es que estamos condenados casi siempre a anticipar el pasado en el futuro, que ya sabemos que son ciclos de violencia de los que no hemos podido salir y de los que realmente no vamos a poder salir nunca.

¿Cree que la literatura pueda ser una herramienta para abordar reflexiones políticas y sociales en este momento de Latinoamérica para entender mejor el tiempo que vivimos?

Creo que la literatura probablemente sea un espacio para hacer memoria, de pronto no en los términos de los que habla la novela, sino también como un ejercicio de memoria personal, porque el libro empieza también a adquirir rasgos propios, uno empieza a sumarse al libro y la realidad, o de pronto el momento histórico se asoma en el libro y le devuelve rasgos distintos a la realidad. Indudablemente una novela, una obra literaria, artística o musical se publica en un momento específico y eso altera el contexto en el que fue publicada, es un espacio para no olvidar, un lugar que permitiera un registro de la memoria para evitar el olvido y creo que ahí termina la intención, el resto depende de cómo ha sido leída la novela.

Fíjate que no sé con qué propósito Álvaro Cepeda Samudio escribió ‘La casa grande’ (1962), pero tú abres la primera página de esa novela e inicia con el diálogo entre dos reclutas del ejército, obviamente ambos son hombres empobrecidos, como lo son la mayoría de los soldados que siguen reclutados en el ejército, y este diálogo sucede precisamente mientras van camino a reprimir las protestas de las bananeras; uno de ellos tiene la plena conciencia de su clase trabajadora y pobre, y el otro simplemente está cumpliendo órdenes, creo que en ese diálogo existe la dinámica de lo que pasa en Colombia como país, empiezas a leer la novela y encuentras el mismo país que está hoy vigente. No sé cuál pudo ser la intención del autor al escribir esa novela, pero lo cierto es que hoy esa novela sigue descifrando la realidad, es vigente y es vertiginosamente contemporánea.

Las intenciones de la escritura puede ser que sean muchas pero tal vez hay novelas que tienen la capacidad de plantear una ecuación que es invariable en el tiempo creo que se vuelven formas de entender la historia y de entender el país.

¿Cambió algo en usted después de la escritura de este libro? ¿Cambió ideas, intereses o expectativas de cara a sus planes como escritora en el futuro?

Hay una conciencia más amplia de mi labor como escritora, de la precariedad que eso supone, de lo injusto que puede ser que los escritores y artistas estemos sometidos a algo tan difícil. si hubo algo que cambió en mí fue esa necesidad de estar sometida a esa incertidumbre financiera a la que no debería estar sometida el arte en potro países, Eso me obligó a cambiar el esquema de mi vida porque a veces pienso que apostarlo todo por un libro y mi lección al finalizar este proceso con la novela es que no vale la pena. a mi se me destruyó la vida escribiendo este libro, tuve una vida muy dura y precaria durante los años en los que escribí esta novela, (...) deberíamos tener otras condiciones quizás y lamentablemente en este gobierno hay nada, está todo destruído, pero hay todo menos condiciones para el arte y la Economía Naranja es el ingreso del capitalismo salvaje en las artes, la precarización de los artistas, no hay políticas públicas para hacer artes y para escribir libros. Todo lo que me pasó a mi en un contexto como estos en este gobierno donde la visión de las artes es completamente superficial, “pandita” y de no entender la importancia de las humanidades.

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