“La Feria de Frankfurt es absolutamente babélica”. Las palabras de Sebastián Martínez Daniell, editor de Entropía, atraviesan el globo terráqueo en un instante. Desde Alemania y mediante mensajes de voz, conversa con Infobae Cultura sobre la edición número 71 de la feria comercial de libros más importante del mundo. “Acá uno se cruza permanentemente con editores, traductores y gente vinculada a la industria editorial de todas partes del mundo a cada paso. Es una feria que tiene un perfil marcadamente comercial. No está orientada al lector como estamos acostumbrados en Buenos Aires, sino a la industria. La relaciones aquí se establecen entre profesionales del mercado editorial. Y funciona muy bien, por algo es la feria más importante del mundo en esa materia”, completa.
Es la primera vez que asiste a este globalizado shopping literario, pero la segunda de su editorial. En esta ocasión, Entropía —que busca casi exclusivamente vender derechos— recibió la invitación del Ministerio de Cultura de la Ciudad y logró viajar. ¿Qué clima particular prevalece en esta edición? “Hay como una persistencia reiterada de la palabra crisis, no sólo en la delegación argentina o en los colegas argentinos que están participando, sino también en los colegas de distintas regiones, algunas latinoamericanos, otras incluso europeas, sobre todo del sur: España, Portugal, Italia. Por supuesto que hay quienes ni se enteran de esta crisis: editores de China, de parte de Estados Unidos o de los grandes sectores monopólicos del mundo que incluso son beneficiarios de esa crisis”, agrega.
“Si bien teníamos experiencia en otras ferias, sobre todo latinoamericanas, esta es una feria con un mercado mundial”, le dice Marcos Almada de Alto Pogo a Infobae Cultura. Es la primera vez que está en Frankfurt y asegura que esta oportunidad “es muy importante, más que nada para saber qué se está publicando en las diferentes lenguas. Eso nos abrió mucho el panorama para pensar años posteriores en Alto Pogo. Estar acá significa conocer diferentes traductores, editores y agentes literarios. Si bien vinimos con reuniones pactadas previamente, surgieron muchas nuevas. Compartimos experiencia con colegas de Chile y Colombia, por ejemplo”.
La Feria comenzó el miércoles 16 con el discurso de apertura de Olga Tokarczuk, Nobel de Literatura 2018. Ese mismo día llegó Maximiliano Papandrea, editor de Sigilo. Aplicó al programa Invitation Program de la Feria destinado a editoriales pequeñas de regiones periféricas. Conoció el circuito en 2018 cuando, luego del lanzamiento del sello en España, cruzó a Alemania. “Acá está toda la industria editorial mundial, de movida es muy interesante. Establecés contactos y después te movés por afinidades. El catálogo de Sigilo es de ficción contemporánea, con lo cual vendemos derechos y buscamos ideas para las próximas publicaciones, sobre todo de libros de traducción”.
“Además nosotros trabajamos en asociación con una agencia literaria y representamos a cuatro autores: Dolores Reyes, Marcelo Cohen, Virginia Higa y María Luque. Entonces otra parte de nuestro trabajo acá es ofrecer sus libros a editores extranjeros para que se traduzcan. Uno de los libros de los que más se está hablando acá es Cometierra de Dolores Reyes, que se vendió a cinco idiomas a editoriales muy importantes”, dice en referencia a un libro que fue muy elogiado en los circuitos culturales argentinos. “En términos personales de la editorial, fue muy oportuno venir acá y estamos teniendo una muy buena feria”, agrega Papandrea en diálogo con Infobae Cultura.
La Feria de Frankfurt existe desde 1949. Se calcula que en las últimas ediciones aglutina 7400 expositores y atrae a más de 270 mil visitantes. En este shopping hiper masivo se logró infiltrar Argentina, que en 2010 fue el país “Invitado de Honor” bajo el slogan “Cultura en movimiento”. ¿Y qué tipo de movimiento es el que caracteriza a la literatura argentina? Si en algún momento el foco estuvo puesto en lo estrictamente literario, hoy el gesto activo del empuje hacia adelante lo determina la producción editorial. No las de gran escala —aunque las ventas digan que sí—, ya que lo más inquietante y novedoso se produce en las editoriales independientes. Y son sus editores los que, ahora, están en la Feria de Frankfurt demostrando qué tan fuerte es ese movimiento.
“Argentina tiene, por un lado, una muy buena tradición literaria —reflexiona Sebastián Martínez Daniell— que sigue rindiendo frutos y que sigue siendo reconocida en el mundo por su pasado y por su presente. Eso tiene que ver con la producción textual. Pero por otro lado, en cuanto a la producción editorial, y lo mismo se puede decir de otros países latinoamericanos, Argentina es un mercado muy pequeño en comparación con los principales objetivos que tiene el gran mercado editorial. Mueve muy pocas ventas. Argentina, de hecho, es uno de los más grandes en América Latina y aún así no tiene punto de comparación con mercados de habla inglesa, o el del extremo oriente, o distintos mercados europeos como el francés y el italiano”.
Y si bien “las cifras de venta en Argentina no mueven el amperímetro para que haya un interés excesivo”, continúa Martínez Daniell, “lo que sí tenemos es un enorme prestigio construido, por lo tanto los libros argentinos siguen siendo requeridos”. Y así concluye el editor de Entropía: “La presencia argentina de este año se ha visto un poco diezmada. Es sabido que el presupuesto dedicado al stand oficial ha sido reducido, que la presencia de autores argentinos, que en otros años ha sido más numerosa, este año se redujo a autores que ya andaban rondando en Europa o que viven aquí para ahorrar un poco de costos. Hay un puñado de personas que está trabajando con mucha voluntad y poco presupuesto para que esto funcione”.
La sensación de Maximiliano Papandrea es que “a la literatura argentina siempre se le presta mucha atención. Sigilo está teniendo un perfil de editorial que está descubriendo nuevos autores. A pesar de ser una editorial chiquita y de pocos autores, el hecho de que a mucha gente le parezca atractivo, eso nos tiene muy contentos y es el camino que siempre quisimos trabajar”. Además, destaca algo para nada menor: “Mucha gente me preguntó por la Feria de Editores, la que organiza Godot. La magnitud y la importancia que está teniendo la FED está empezando a llegar a gente de México, por ejemplo, y a gente que ni siquiera maneja nuestra lengua”.
“¿Cómo ven a las letras argentinas los editores extranjeros? Creo que hay una muy buena recepción”, dice Marcos Almada de Alto Pogo, sello que forma parte de La Coop, un frente de editoriales que desarrolló su propia librería y su propio mecanismo de distribución. “Virtudes hay un montón. La principal es el gran trabajo que hacen los editores y editoras argentinas en lo que tiene que ver con la selección del material que publican, con la regularidad y el apoyo que se le da a los autores y autoras para que esos libros tengan difusión”, agrega el editor de uno de los sellos independientes argentinos que viajó a Frankfurt. También lo hicieron Corregidor y Godot, entre otros.
“Y hay un montón de falencias —continúa—; nosotros somos una editorial muy chica que tiene falencias con lo que tiene que ver con la llegada. Pero también hay un importante obstáculo que es la situación económica y política del país. Hoy no se está pensando en políticas culturales a largo plazo en Argentina. Por más que nosotros hayamos venido con un apoyo del Ministerio de Cultura de la Ciudad, creo que no hay políticas a mediano y largo plazo, y eso es un gran obstáculo al trabajo regular y continuo, y para poder proyectar y poder crecer año a año con los títulos que publicamos”..
Ahora, mientras los organizadores ultiman los detalles del cierre de la edición número 71 de la feria —mañana, domingo 20 de octubre, termina—, las editoriales independientes argentinas continúan surcando los pasillos del shopping globalizado de los libros. De reunión en reunión, buscan por dónde filtrar la literatura que se hizo en Argentina, a 11 mil kilómetros de distancia.
“Pero sí se notan las dificultades económicas que tenemos. Hay mucha menos presencia de editores argentinos acá. El stand argentino no tiene la fuerza de años anteriores. Creo que la crisis argentina llegó a la Feria de Frankfurt”, concluye Papandrea, en un tercer audio que envía a Infobae Cultura, mientras se oye de fondo una locutada voz alemana que anuncia, posiblemente, el final del día.
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