Luego de un año de ausencia, se volvió a entregar el Premio Nobel de Literatura y por partida doble: la escritora polaca Olga Tokarczuk ganó el correspondiente a 2018, suspendido el año anterior por el escándalo de filtraciones y abuso sexual en la Academia Sueca; y el austríaco Peter Handke fue galardonado por 2019.
Probablemente, el Nobel de Literatura sea el premio literario más popular por la llegada y el conocimiento que tiene el público del nombre de los galardonados y de sus obras. Es que, a diferencia de los otros premios que llevan el nombre del magnate sueco Alfred Nobel, el de Literatura es el único que llega a amplios sectores a través del formato libro o sus sucedáneos, como la dramaturgia que convierte un texto en obra teatral.
Así, existen los Nobel de Física, Química, Medicina, Economía, Paz y Literatura. Quizás sea una afirmación de principios que no exista tal premio a la música o las artes plásticas. Escritores Nobel –quienes reciben una medalla de oro, un diploma y una suma variable que, en la actualidad, se aproxima el cheque a un millón de dólares–, uno por año, desde hace más de un siglo.
Los argentinos que recibieron el Nobel fueron cinco: Bernardo Houssay y César Milstein en Medicina; Luis Leloir en Química y Carlos Saavedra Lamas (entonces canciller del país que medió en la guerra que tenía lugar entre Bolivia y Paraguay, que no era sino una guerra por el gas y el petróleo impulsada por compañías multinacionales) y Adolfo Pérez Esquivel (como referente anti militar en una organización pacifista y ecuménica como el Serpaj) por la Paz. Cinco premios Nobel argentinos sobre 17 nacidos en Latinoamérica convertirían a esta región del mundo en uno de los enclaves del galardón. Sin embargo, siempre hay una ausencia que derrumba esos mapas ficcionales.
La “tradición escandinava” de no premiar a Borges
Fue el candidato eterno. Cada octubre, más precisamente un jueves, se esperaba en los tugurios literarios y bares de hoteles elegantes que se nombrara a Jorge Luis Borges como ganador del premio Nobel de Literatura. Y Borges también así lo quería. Desde 1956 cuando fue nominado por primera vez hasta su muerte, tres décadas después. Sin embargo, su deseo no se cumplió y el escritor transformó cada jueves de octubre en un chiste, a sabiendas de que no recibiría el diploma de la Academia Sueca.
“Es una antigua tradición escandinava: me nominan para el premio y se lo dan a otro. Ya todo eso es una especie de rito", dijo en 1979. Tal vez por eso Borges, que había convertido al antiperonismo en fe de existencia política, se permitió ser recibido por el dictador chileno Augusto Pinochet en septiembre de 1976, mientras en la Argentina los militares cumplían con una tarea exterminadora, mientras que en Chile ya habían pasado de la faceta del salvajismo sin límites a la represión ordenada por el Estado total.
Septiembre de 1976, unos días antes de que se elija al premio Nobel de Literatura. Según María Kodama, un miembro de la Academia Sueca lo había llamado antes de que atravesara los Andes advirtiéndole sobre las consecuencias de un encuentro con Pinochet. “Le agradezco, señor, lo que acaba de decirme, pero hay dos cosas que un hombre no puede permitir: sobornar y dejarse sobornar, así que iré a Chile. Buenas tardes”, respondió al académico escandinavo. Documentos desclasificados en 2018 dieron lugar a conocer por qué la Academia se oponía a entregarle el premio: “Es demasiado exclusivo o artificial en su ingenioso arte en miniatura”.
Lo cierto es que no recibió el Nobel y en 1977 Borges firmaría la primera solicitada por los desaparecidos del régimen de Videla y luego se reuniría con él, encuentro en el que le pediría por la vida de Haroldo Conti, mientras Ernesto Sabato lo pateaba por debajo de la mesa. Ciertamente, un oropel más valioso que un galardón.
Extraños olvidos y extraños premiados
Pero Borges no fue el único que no recibió el Nobel. Basta pensar en Vladimir Nabokov o James Joyce, entre tantos otros que sí lo recibieron de manera, es un decir, dudosa, como por ejemplo Winston Churchill, cuyo premio parecía más un reconocimiento a su actuación contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial al Nobel a un gran escritor.
Nabokov, Joyce lo eran y su obra había sido ya reconocida en vida. Menos probable de ser conocida masivamente era la obra de Kafka, mencionado en este párrafo sólo para ilustrar que la gran literatura a veces poco tiene que ver con el Nobel.
A veces sí. Gabriel García Márquez quien, en 1982, recibió el premio Nobel de manos de el rey de Suecia, vestido en guayabera de gala, como en la costa colombiana, geografía de sus novelas. En 2010, el peruano Mario Vargas Llosa recibió el premio. Un extremo y el otro del boom latinoamericano habían sido, entonces, premiados.
Los que decidieron rechazar el Nobel
¿Y los renunciantes? Sí: si bien una nación entera hinchaba por la entrega del Nobel a Borges, también es cierto que había quien lo rechazaba. Bueno, aunque a veces es mejor usar las comillas. Boris Pasternak, el autor ruso de Doctor Zhivago, “rechazó” el premio Nobel obligado por las autoridades estalinistas, que consideraban a su obra de un realismo que no se condecía con el socialista. Luego de “rechazarlo”, fue expulsado de la Asociación de Escritores y vivió exiliado en su dacha en las afueras de Moscú.
En cambio, Jean Paul Sartre lo rechazó para no tener, entre otras razones, dedos soviéticos señalándole el galardón, invalidándolo. Aquel octubre de 1964 Sartre había advertido al jurado que rechazaría el premio, pero así y todo la Academia se lo concedió (ah, y todo este melodrama mientras Borges no escuchaba, una vez más, su nombre por la radio) y Sartre hizo oficial su rechazo. En el diario Le Figaro escribió que si recibía el Premio Lenin (un galardón de la URSS a escritores socialistas) también lo rechazaría. Sin embargo, no dejan de haber maledicencias que dicen que lo rechazó porque antes lo había recibido su antagonista literario Albert Camus. ¿Quién sabe?
Escándalos y una crisis histórica
El año pasado no hubo Nobel de Literatura. ¿Por qué? Él escándalo relacionado al francés Jean-Claude Arnault, que no sólo fue acusado de abuso sexual —por lo cual fue condenado a 2 años y medio de cárcel por dos casos de violación—, sino también por por filtrar nombres de ganadores. Se trata de una crisis histórica de la Academia Sueca que se llevó por delante a la secretaria permanente, Sara Danius; la poetisa Katarina Frostensson, casada con Arnault, y a otros académicos, dejando a la institución en situación muy comprometida.
Sin embargo, como se dice, el show debe continuar: mañana el Premio Nobel de Literatura vuelve a entregarse por partida doble. Desde 1950 la Academia no entregaba dos galardones en el mismo año, como ocurrió con William Faulkner (para 1949) y Bertrand Russell (para 1950), un año después de aplazar su concesión al considerar que ningún aspirante cumplía los criterios.
¿Quién lo ganará esta vez?
2019 es una incógnita. ¿Será Margaret Atwood? ¿El vanguardista argentino César Aira lo recibirá esta vez? Quién sabe. Los más curiosos pueden poner el despertador a las 8 de la mañana del jueves para conocer a qué justicia y a qué injusticia responde este año el diploma, la medalla y los billetes de dólar que juntos casi forman un millón. En estado de cheque.
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