De arte japonés, déjà vu y cabelleras femeninas: 10 obras de “Baby”, la muestra de José Luis Dastugue

La exposición del artista argentino contiene 111 piezas de arte de tamaño pequeño, en las que juega con la belleza que emanan los objetos. Inaugura hoy, en la Galería Thames ubicada en el barrio porteño de Palermo

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Por Fernanda Juárez

Baby tiene forma de paseo: un modo de andar que se lleva bien con la fantasía y la introspección. Sin apoyar los pies en el suelo, casi flotando, podemos dar una vuelta por los sorprendentes universos de José Luis Dastugue. La figura guía es una niña con bonete fucsia. Duende, unicornio, ninfa o muñeca diabólica, la chica corazón aparece y desaparece, para internarnos en las profundidades del bosque. Esa presencia perturbadora y a la vez inofensiva que el artista proyecta como espíritu de su trabajo parece haber salido de un sueño.

Es una criatura solitaria, aunque luego replicada en el laberinto. Una alucinación que sale al encuentro de sus dobles desperdigados por el mundo. Es la representación de las almas solitarias que vagan por la ciudad. Un déjà vu del hombre solo que espera, sin dioses ni ataduras, y que la vida moderna produjo a gran escala. Como en la letra de una canción, Baby funciona como señuelo y mantra. Es una voz interior, una visión lejana y también la manifestación del deseo latente de ser amados y recordados por siempre.

Como perlas en el laberinto

José Luis Dastugue propone un recorrido visual donde sensibilidad e imaginación hacen las veces de faro. Un arte poblado de objetos, collages, acuarelas, óleos y delicadezas invitan a los paseantes a visitar un ambiente de ensueño con figuras y texturas que evocan lo efímero del consumo y las suaves melodías que acompañan la subjetividad del hombre en el presente. Como migas de pan —tal vez sean perlas— diseminadas en un laberinto, la obra del artista persigue incesante la belleza del mundo.

Dastugue está preocupado por la belleza que emana de los objetos —y por las posibilidades de producir algún brillo en el cruce, la fragmentación y la yuxtaposición de los distintos elementos que componen esos objetos— más que en la funcionalidad de los mismos. La fascinación por los objetos del mundo contemporáneo nos devuelve una mirada amorosa de esa relación paradojal que cualquiera de nosotros mantiene con la materialidad de las cosas que nos rodean.

La muestra reúne una producción desbordante de técnicas y palabras inventadas; a la vez que supone un receptor activo, capaz de imaginar su propia travesía entre múltiples signos que evocan la cultura pop, el arte japonés, el star system y la literatura moderna.

Eterno femenino

El carácter inspirador y oracular de la figura femenina se encuentra en el centro de la propuesta de Dastugue. El periplo incluye instantáneas de vestidos a lunares, escenas de películas y sugestivas melenas despeinadas por el viento. El recorrido gana en profundidad a medida que nos acercamos al final —también podría ser un nuevo comienzo— donde logrados fondos resaltan el delicado y obsesivo trabajo de Dastugue en torno a la imagen femenina.

La muestra refiere, además, un encuentro entre palabras e imágenes. Es entre las apariencias oníricas y la signatura de ciertas palabras —del japonés, del griego antiguo, del pop— que los sentidos se ocultan como acertijos en la sala. El artista procede como un niño con sus juguetes, atento a las lógicas del goce y la repetición que rigen en los juegos. Las reminiscencias del famoso soneto de Arthur Rimbaud sobre las vocales vienen al caso, como uno de los intentos más logrados por llegar a la sinestesia entre lo visual y lo textual, algo que Dastugue imagina como un universo musical de sentidos.

Los nombres en japonés de algunas estaciones se sostienen con imágenes que provienen de la cultura oriental: el animé, el manga, las Puka, los ninjas se multiplican en distintos pasajes como también las referencias al budismo. Las acuarelas de la sección denominada “koi” —esos peces anaranjados y plateados con velos en lugar de aletas— le brindan la posibilidad de desplegar toda la sutileza de su arte en delicados movimientos de pincel: cabelleras femeninas que simulan medusas y vestidos o faldas que expresan una cierta vacilación.

En esas suaves ondulaciones se cifran múltiples sentidos sobre las búsquedas del artista: la belleza encriptada en un gesto apenas perceptible, capaz de evaporarse como una mancha de agua entintada. Pero también la fragmentación de los cuerpos femeninos: piernas, espaldas, nucas, bocas resume una propuesta sobre el erotismo. Como señala Roland Barthes, “el cuerpo erótico, en cierto modo, no se agrupa nunca”.

A wonderful world

La muestra está organizada como un itinerario por distintas estaciones. A lo largo del paseo, el espectador se encuentra con un tratamiento cuidadoso de las imágenes en distintos soportes, como en las “cartas collage” realizadas a partir de materiales que el artista fue reuniendo sin recurrir a la generación digital de imágenes. De ahí el carácter “analógico” que le atribuye a esas obras creadas a partir de recortes de figuras, colores y texturas varias con las que se van componiendo esos mundos imaginarios en miniatura.

Todas las producciones de Dastugue remiten a un momento previo al de la creación: y es el momento de recolección y selección de todo aquello con lo que finalmente se compondrán sus obras. Una búsqueda atenta de materiales sensibles —retazos de la vida en la ciudad, registros de sensaciones o palabras imantadas— que una vez procesados por un arte combinatorio pueden llegar a convertirse en algo bello.

La atracción por la materialidad de los objetos revela un torrente de afectividad que emana de los recuerdos de infancia, o de un registro lúcido de las experiencias cotidianas y el sentido del vivir. Quizás en esa empresa para transformar los deshechos del mundo en algo hermoso —tal como lo soñó el inglés John Ruskin en el siglo XIX— se esconda la apuesta política de Dastugue: la utopía de un mundo bello es también la de un mundo más justo.

* Baby, de José Luis Dastugue. inaugura hoy a las 19 horas y se expondrá hasta el sábado 26. Montaje y curaduría: José Luis Dastugue / Studio 11 11 / Galería Thames. Textos: Fernanda Juárez. Galería Thames - Thames 1776 - CABA

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