Nuevos íconos
Si bien parecía que los nuevos medios dejarían a los periodistas prácticamente sin trabajo, pasó exactamente lo contrario. Quienes forman parte de los medios de moda se han transformado ellos mismos en celebridades, en gran parte gracias a los blogs: “Los editores, estilistas y compradores cuyos nombres, caras y figuras solo eran conocidos por sus colegas y dentro del ámbito laboral han pasado a formar parte de la imaginería de los medios de moda” (Titton, 2013). Este foco en los mediadores de moda sin dudas restablece el valor simbólico de la moda de cara a la democratización de Internet y las redes sociales, al tiempo que también restablece el valor de los insiders o expertos en periodismo de moda. Su renombre está relacionado tanto con la posición profesional como con la “autenticidad” visual de cómo se percibe su liderazgo dentro de la narrativa colectiva de la moda.
En su análisis de la Vogue británica, Anna König observó un énfasis cada vez mayor en los aspectos internos de la industria y un alejamiento de la conversación exclusiva sobre las prendas a una conversación sobre los propios mediadores de la moda. La llegada del término fashionista y el foco cada vez mayor en los fashion insiders –todos, desde Business of Fashion (otoño de 2013) hasta Vogue (abril del 2015) publicaron una lista de los jugadores clave de la industria– enfatizan el capital cultural de quienes pertenecen a esa elite. De hecho, si bien aparentemente los documentales han servido para desmitificar el mundo del periodismo de moda, en realidad han servido para reafirmar el profesionalismo de quienes lo practican. A pesar de los desafíos, la autoridad de la opinión editorial parece tener más fuerza que nunca. Las tiendas en línea, en particular, han observado que la validación de los periodistas profesionales tiene un valor agregado y, por ende, ayuda a que las prendas se vendan: por ejemplo, Fiona McIntosh, editora fundadora de Grazia, pasó a ser consultora de My-Wardrobe.com.
Entonces, de alguna manera, los periodistas de moda ahora cumplen un papel en la historia. Y si bien cada país tiene sus héroes locales (véase Business of Fashion’s 500, por ejemplo), hay varios personajes internacionales: la crítica y usina de la industria Suzy Menkes, de Vogue; las decanas creativas Carine Roitfeld, editora mítica de Harper’s Bazaar; Franca Sozzani, editora por más de veinticinco años de la Vogue italiana; Elisabeth “Babeth” Djian, editora de Numéro, y Grace Coddington. Sin embargo, la figura más reconocida mundialmente, y la mayor autoridad en términos simbólicos –y económicos– sea probablemente Anna Wintour, editora jefe de la Vogue estadounidense y directora creativa de Condé Nast, acertadamente configurada como “la marca Anna” (Levine, 2011).
Anna Wintour
En 2011, el periodista Joshua Levine publicó en el Wall Street Journal que la autoridad y la red creada por Anna Wintour excede la de cualquier editor de revista y la convierte en una pieza clave de la industria: fue ella quien recomendó a Bernard Arnault, de LVMH, que contratara a Marc Jacobs como diseñador de Louis Vuitton, por ejemplo, así como ha ayudado a jóvenes diseñadores a obtener respaldo financiero, tanto a título personal como a través del CFDA/Vogue Fashion.
Fund, que ella misma fundó luego de los ataques del 11 de septiembre de 2001. Wintour también inauguró la Fashion’s Night Out (‘Noche de la moda’) en 2009, una iniciativa que tenía como fin resucitar la industria estancada por la recesión. Inspirada en los festivales culturales nocturnos de París, la fiesta de compras nocturnas se transmitió por televisión en todo el mundo el año siguiente, la cual incluyó mil tiendas y abrió con el desfile con venta de entradas para el público general más grande de Nueva York.
Levine también sugiere que Wintour reconoció el creciente impacto cultural de la moda antes que otros, una visión compartida por Samuel Irving “Si” Newhouse, presidente y copropietario de Advance Publications, quien sostuvo que “Anna está por delante de la ola”. Wintour sin dudas vio –y ayudó a legitimar– el nexo entre moda y celebridades: reemplazó gradualmente las supermodelos de las portadas de Vogue con celebridades de Hollywood, de la música, los deportes, la política y la moda. Para 2003, las doce ediciones de Vogue tenían a una celebridad en la portada. Muchas de esas celebridades, entre ellas Gwyneth Paltrow y Sarah Jessica Parker, pertenecen a la red global de Wintour y se han convertido en personajes obligados de la alfombra roja de la Gala del MET, de la cual Wintour es presidenta desde 1995. El evento, que se ha ampliado más allá de los límites de la moda, compite con los Premios Óscar en materia de cobertura, y en 2010 llegó a recaudar nueve millones de dólares. En 2014, en reconocimiento a los aportes de Wintour, el Costume Institute del Metropolitan Museum fue rebautizado como Anna Wintour Costume Center.
Desde sus comienzos, el trabajo editorial de Wintour estuvo atravesado por un interés en la cultura popular, a lo cual hace referencia tanto en su “Eye View” como en sus editoriales. La primera portada bajo su dirección, en noviembre de 1988, mostraba el cuerpo de la joven y sonriente Michaela Bercu, que contrastaba con los primeros planos que habían caracterizado la dirección editorial de Grace Mirabella. En la tapa, Bercu combinaba una chaqueta de alta costura de Lacroix con pantalones de jean, haciendo eco a la prensa de estilo y la moda urbana británicas. En una apuesta por convertir a la revista en una publicación más relevante para el mundo de la cultura, Wintour también incluyó más moda para el mercado masivo. También creó ediciones con fines publicitarios que giran en torno a temas específicos como “Poder” o “La edad”, así como ha lanzado la edición para adolescentes Teen Vogue (2003-) y la edición para hombres Men’s Vogue (2005-2008) y ha hecho de la edición de septiembre una suerte de biblia para la industria.
El largometraje The September Issue (2009) consolidó el estatus de Wintour como la editora de moda más icónica del mundo, si bien también mostraba los talentos de sus colegas, en especial los de Grace Coddington, cuyos “ensayos de estilo” definen a Vogue bajo la dirección de Wintour.
La influencia de Wintour en el mundo de la moda siguió creciendo cuando ella misma supervisó el lanzamiento de Vogue.com y asumió la responsabilidad editorial en el desarrollo de ventas en línea de Style.com, de Condé Nast. Su presencia en los desfiles de moda inmediatamente otorga estatus y su ausencia se hizo notar en los primeros desfiles de Alexander McQueen. Si bien Wintour ha alentado en forma sostenida la fotografía innovadora en Vogue, puede que otras editoras como Carine Roitfeld y Franca Sozzani tengan una reputación más fuerte en el área creativa. Sin embargo, la fortaleza de Wintour está en el negocio. Ella ve a Vogue como una inmensa marca global que necesita hacer crecer, proteger y convertir en “parte de la conversación” (Levine, 2011). Sobre todas las cosas, Wintour ha tenido la habilidad de crearse a sí misma como una marca global que ha hecho crecer la autoridad de Vogue.
*Jornadas de periodismo de moda - Ampersand presenta: MALBA, 2 y 3 de octubre. Programa: 2 de octubre, 17 h, “Íconos. El sistema de la moda visto desde adentro”, con Ana Torrejón, Javier Arroyuelo y Delia Cancela / 19.30 h “El ojo tiene que viajar. Periodismo de moda desde la mirada de sus editores”, con Fernando Gómez Dossena, Carola Birgin, Carmen Acevedo Díaz y Claudia Pasquini. / 3 de octubre, 17 h, “Una cuestión de estilo. La literatura y el arte en las revistas de moda”, de Facundo Abal, Ale García, Dolores Gil y Victoria Lescano. / 19.30 h, “Fantasías animadas. Los secretos de las producciones de moda”, de Josefina Laurent, Carla Rodríguez, Simona Martínez Rivero y Val/Musso
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